El Cordobés_DSLuis Carlos Peris.- Había sacado a la Fiesta de un ciclo rutinario gracias a una campaña de marketing ideada por el irrepetible Rafael Sánchez Pipo y fortalecida por un valor desmedido. Manuel Benítez Pérez, nacido en Palma del Río el 4 de mayo de 1936, tenía revolucionado el Mundo de Tauro. En sus cuarteles de invierno Ordóñez porque no le pagaban lo que al Cordobés, consiguió que Diodoro Canorea ampliase la Feria de Sevilla en 1962 con dos novilladas para darle cabida.

Debutó, por tanto, Manuel Benítez en la Feria de Sevilla como novillero el 28 de abril de 1962 con una novillada de Paco Galache que mataría con José María Montilla y Paco Villar. Era sábado de preferia, la calle Iris se colapsó inimaginablemente y el palmeño entró de lleno en la Maestranza con un valor hierático y algo para el asombro, no bebió agua ni una sola vez en toda la tarde. Al día siguiente repetía con una novillada de Núñez en compañía de Antonio Medina y de Espartaco padre. Revalidó el éxito con corte de oreja y ya no volvió como novillero, pues, aun anunciado en 1963, un percance le impidió torear en Sevilla.

Debuta como matador de toros en la Maestranza el 13 de junio, Corpus, de 1963 en una corrida de Núñez con Pedrés y Curro en tarde de triunfo compartido con el Faraón. Repite sin que pase nada día de la Virgen de los Reyes con una corrida de Montalvo junto a Victoriano Valencia y Emilio Oliva, que sustituye a Curro, lesionado en el Coliseo Balear el día anterior. Vuelve en San Miguel con una corrida de Núñez junto al también triunfador Diego Puerta y un desacertado Romero que sólo va a lucirse en un quite a la verónica.

Llega la Feria del 64 y El Cordobés se anuncia dos tardes. Sábado de preferia y lunes del alumbrado con los hierros de Benítez Cubero y de Carlos Núñez con Pedrés y Camino el primer día y con Victoriano Valencia y Diego Puerta el segundo. En su primera tarde corta oreja, pero eso sólo sería el aperitivo de la mayor explosión cordobesista, algo que no se repetiría nunca jamás.

En medio de una fortísima división entre los que estaban rendidos al torero y los que abominaban de su estilo, en los tendidos se vivía una pasión inenarrable que no iba a cesar en toda la tarde. En el primero no cortó los trofeos porque el estoque le jugó en contra, sobre todo a la hora de descabellar. Resultó herido en una mano y pasó a la enfermería, de la que reapareció entre el entusiasmo de casi toda la plaza.

Y salió el sexto de la tarde para que crujiesen las columnas del templo con un toreo sorprendente por el terreno que pisaba y por la forma de ligar los muletazos para que se hiciese indescriptible el clamor que suscitaba cada pase de pecho por un espacio que parecía imposible para que el toro cupiese. Así series y series para una plaza que parecía un manicomio ante el imposible diálogo entre un hombre vestido de seda y oro con un toro nacido en Los Derramaderos que iba y venía como hipnotizado pero transmitiendo bravura y no bobaliconería. Lo mató de un estoconazo y don Tomás León, el presidente y currista reconocido, sacó los tres pañuelos a la vez. El rabo para Manuel Benítez mientras entre un público enloquecido surgió tronante la voz de don Carlos Núñez para proclamar a los cuatro vientos que aquel hombre había hecho crujir las columnas del templo.

Fue esa faena una de las cimas toreras en los felices 60. Nunca repetirá una gesta así en Sevilla, pero a la Feria siempre viene con más fuerza que nadie. En 1965 mata las corridas de Núñez y de Torrestrella, el 26 con Diego Puerta y Paco Camino mientras que en la de Los Alburejos comparte cartel con Fermín Murillo y Curro Romero. Esta tarde casi repite su apoteosis del año anterior cortándole tres oreja a su lote.

Como es habitual, en 1966 mata dos corridas. En las seis ferias que el Benítez torea siempre se anuncia sólo dos tardes. Su altísimo caché hace que con dos tardes vaya bien y en este año mata la de Benítez Cubero y la de Núñez. La primera es el 16 de abril y alterna con Jaime Ostos y Curro Romero; la siguiente es el 18 y lo acompañan Paco Camino y El Viti sin que haya grandes cosas que contar. Éste es el año del faenón del Viti al toro de Samuel que le hizo entrar de lleno en el corazón de Sevilla.

En 1967 se produce un suceso insólito. Anunciado el 18 de abril, martes de Feria, con Puerta y Paquirri para dar cuenta de una corrida del Marqués de Domecq, sustituta de la desechada de Núñez, un atasco en el tráfico atrapa a Manuel, que llega a la plaza cuando el paseo ya se ha deshecho. Y no remonta una tarde cuesta arriba desde el primer momento. Sin embargo, el viernes 21, torna en cañas las lanzas desorejando a un toro de Torrestrella en compañía de Ostos y de Andrés Hernando.

No viene a las dos ferias siguientes y reaparece el 12 de abril de 1970 con una corrida de Núñez que compartirá con Curro Romero y el coriano Manuel Rodríguez. Las cosas no ruedan, como tampoco el 15 con toros de Urquijo y Diego Puerta y José Luis Parada de compañeros. No pasa nada, pero sí pasarán al año siguiente, vaya si pasarían. Se anuncia el 21 de abril en una corrida del Conde de la Maza con Diego Puerta y Rafael Torres de compañeros. Corta oreja y también toca pelo al día siguiente en la corrida de Arranz junto a Pepe Limeño y José Luis Parada, pero la corrida no terminó con el arrastre del sexto.

Estalla un escándalo que salpica a todo el sistema. Resulta que, según denuncia Pepe Limeño, el sorteo ha sido una pantomima. A Limeño le han endosado los dos más grandes de la corrida y esa denuncia supondrá un parón importante en la carrera del sanluqueño y que El Cordobés no vuelva a pisar de luces el albero de Sevilla.

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