Luis Carlos Peris.- Sevilla se despierta con resaca y eso va a notarse en la corrida de este viernes de Feria. La borrachera de arte que produjo la actuación de Antonio Ordóñez y la de Curro Romero con la guinda del valor a carta cabal del Litri hizo que el público fuese a la plaza como en otra cosa. Y eso que había vuelto el sol tras la lluvia del día anterior, esa lluvia que no quiso perderse la corrida de muchas ferias. Además, otra tarde más, el no hay billetes en los ventanucos del Paseo de Colón. Eran tiempos en que no había torero con más tirón que los farolillos y como, por si fuera poco, volvía El Cordobés, pues reventón cuando saca el pañuelo el comisario de Policía Tomás León, que tiene en el palco de su izquierda, el regio, a doña Carmen Polo de Franco, que está flanqueada por el alcalde, Félix Moreno de la Cova, y por el teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Juan María Maestre y Lasso de la Vega.

Se anuncia una corrida de Torrestrella, la ganadería de Álvaro Domecq que tan solicitada estaba por las figuras del momento, y por segunda tarde en esta Feria, tras la del miércoles, se televisa en directo. En la puerta de cuadrillas aparecen Jaime Ostos, vestido de tabaco y oro, Andrés Hernando y Manuel Benítez El Cordobés, de azul y oro ambos. Sin duda alguna el gran atractivo de este cartel es el Ciclón de Palma del Río, que llega con una espinita bien clavada por el desencuentro que tuvo con Sevilla la tarde del martes tras la desaplicación de haber llegado tarde y no poder estar para el paseíllo.

Es viernes de Feria y se nota en la tardanza del público en ocupar sus localidades, lo que en tarde de lleno absoluto provoca ciertas incomodidades con el daño colateral de demorarse la salida del primer toro. Intendente se llama el que abre plaza y es de pelo negro fosco con bragas y meano. El toro pierde las manos en el capote de Ostos, banderillea con brillo Blanquito y, como sus compañeros de terna, le brindará la muerte de su primer toro a la esposa de Franco. Se afana infructuosamente en sacarle partido, pero el de Los Alburejos se queda debajo de la muleta y desarma al torero, Un pinchazo arriba y una gran estocada acaban con el toro, que es pitado en el arrastre, mientras Jaime recoge una cariñosa ovación en correspondencia a su alarde voluntarioso.

Y si Jaime se mostró voluntarioso, qué decir de Andrés Hernando. El segoviano era muy apreciado por Diodoro Canorea y toreó mucho en Sevilla tras un brillante debut de novillero. Su primer toro se llamaba Bocinero y era de pelo negro lombardo, con bragas y meano. Sólo va una vez al caballo, se viene arriba en banderillas y Hernando apuesta por el denuedo para poder con un toro nada claro. En un molinete cae ante la cara del animal, se levanta sin mirarse, insiste y como lo mata pronto da una vuelta al ruedo.

Y llega el número fuerte del festejo con la aparición del tercer toro de la tarde, Trompeto, de pelo negro listón. Se tira un espontáneo y eso embarulla aún más la película. El toro dobla las manos, lo que acentúa la exigencia del público con el hombre de un kilo por tarde. Y en medio de una fuerte división de opiniones, El Cordobés quiere más que puede, se pelea con el toro, pero aquello no pasa del empate y como se eterniza con el descabello, Manuel ve cómo la discusión sigue acompañándolo como lo que es, su argumento más rentable.

Desde el principio vemos que la cosa no funciona y ni siquiera Jaime Ostos, que le daba pases a casi todos los toros, encuentra material apto con Carbonero, negro zaíno. Si su primero blandeaba, éste no deja respirar y Jaime ve cómo todo intento de ligar es imposible. El toro se revuelve y aunque lo intenta, el lucimiento es una aventura imposible, por lo que hay que abreviar. Lo mata de media arriba y se retira entre el espeso silencio que Sevilla dedica cuando las cosas son ni fu ni fa.

Se luce Andrés Hernando en los lances de recibo a Mordedor, otro negro zaíno de Torrestrella. Sigue a buen aire en el quite a pies juntos. Cita con gallardía en la muleta, pero el toro se refugia en tablas y ahí es donde el segoviano le hace una faena de mucha exposición, de muy buenas maneras y en la que está muy por encima del animal. Mata al segundo intento y es muy aplaudido.

Último cartucho del Benítez en esta Feria a la que nunca falta y en la que se entretuvo en cortar un rabo tres años atrás. La gente, aunque de uñas, está deseando que haga algo para así poder contar que vieron al Cordobés en su salsa. Se llama el toro Delicado, es negro listón y va a ser, con mucho, el mejor de la corrida. Sale a recibirlo con rabia y, en un santiamén, pone aquello como una caldera. Apenas se pica y se le ve inquieto y metiendo prisa a sus banderilleros. Arranca a su manera, con pases por alto y como sin darle importancia para rematar con desprecio e irse a los medios. Cita desde muy lejos y la suerte está echada, surge el vendaval que le ha puesto en todo lo alto del toreo y Sevilla, como en aquel lunes del alumbrado del 64, se le entrega de manera incondicional. Faena larguísima, estocada y descabello para que don Tomás deje el premio en una oreja, que recibe rodeado de partidarios enardecidos en pleno ruedo. Mañana, más.

A %d blogueros les gusta esto: