Carlos Crivell.Media plaza en Los Califas como expresión del cansancio de la afición. La corrida de Juan Pedro mejoró a la de Zalduendo, algo que no era difícil, aunque tampoco fue un modelo de bravura. La nobleza descastada no debe ser el único argumento del toro. Se salva el cuarto, con mayor duración, dentro de un conjunto nulo de casta y de fuerzas. El toro no debe causar pena en la plaza.

Enrique Ponce buscó el triunfo en sus dos toros con la ilusión del que empieza. Ya estuvo animoso con el muy flojo primero, que más que embestir se arrastró por la plaza. No se entiende que, una vez más, alargara su labor de manera absurda. La faena grande del valenciano llegó en el cuarto, un toro de nobleza extrema y que aguantó con viveza en el primer tramo. Ponce lo había recibido con una larga cambiada y unas cuantas verónicas suaves. Brindó a Finito y se puso a torear con la derecha con mimo y elegancia, llevando al toro prendido en la muleta en tandas emotivas. No fue lo mismo por la izquierda, pero Ponce, ya con el toro a medio gas, logró el clamor en los circulares y en los genuflexos de rodillas, las poncinas, que fueron el epílogo de su brillante labor. No importó la colocación de la espada. Córdoba estaba ansiosa de un triunfo y se entregó a Ponce.

Finito se dejó ver en sus dos reses en verónicas de calidad. En cada toro dibujó dos medias de ensueño. Al segundo lo toreó de forma intermitente. Junto a su reconocido empaque y buen gusto, surgieron algunas dudas de colocación. El animal acabó hundido en las tablas y allí le costó matarlo.

Tras brindar al cielo en el quinto, Juan Serrano regaló cinco derechazos soberbios, con el pecho por delante, llenos de prestancia. El de Juan Pedro se pegó al albero y no prodigó las arrancadas. Quedó el porte y su figura clásica. El toro había durado muy poco. Finito mantiene su elegancia, pero ya es otro tiempo en su vida torera. Hay que tomar decisiones…

Cayetano remató sus lances del saludo al tercero con una larga cambiada en el centro. En la faena a dicho toro estuvo señorial pero se pasó al toro muy lejos. Esa falta de ajuste condicionó su labor porque careció de la menor emoción. El sexto se derrumbó para no levantarse nunca más tras el tercio de varas. Salió un sobrero de Parladé igual que los anteriores, flojo y descastado. Cayetano se descalzó para hilvanar una faena de más ajuste y profundidad. A la pasividad del animal le puso ataque y coraje. Buscó el triunfo y el santo público cordobés se lo concedió.

Plaza de toros de Córdoba, 27 de mayo de 2017. 3ª de Feria. Media plaza. Cinco toros de Juan Pedro Domecq, correctos de presencia, blandos, justos de raza y nobles, y uno, 6º bis, de Parladé. El mejor, el 4º, con más movilidad.

Enrique Ponce, de marfil y oro. Estocada trasera y descabello (saludos tras aviso). En el cuarto, estocada corta caída y trasera (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta de Los Califas.

Finito de Córdoba, de azul marino y oro. Dos pinchazos (saludos). En el quinto, dos pinchazos y estocada trasera (saludos).

Cayetano, de azul pavo y oro. Pinchazo y media tendida (saludos). En el sexto, estocada trasera (una oreja).

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