Carlos Crivell. – La Malagueta volvió a la normalidad de la corrida de toros clásica; es un decir, porque la corrida de toros lidiada de Juan Pedro Domecq respondió a los esquemas modernos del toro de lidia: toros flojos, justos de casta y nobles. Es un animal que no sirve para llevar la emoción a los públicos. Del indulto ridículo del jueves a un desastre mayúsculo.  El toro indultado no era un prodigio de casta. Si el ganadero lo echa de semental será padre de toros como los lidiados esta tarde en la plaza malagueña.

Los hermanos Rivera emparedaron en cartel al joven Ginés Marín, que llegaba como sustituto de Manzanares. Era un cartel con tirón popular. Acudió ese tipo de público tan necesario que goza al ver a espadas tan populares.

Rivera Ordóñez, Paquirri, se despidió de Málaga y volvió a dejar constancia de su buen oficio. El que abrió plaza no tenía ni fuerzas ni casta. Embestía de forma cansina y aborregada a la muleta de Rivera. Los muletazos del nieto de Ordóñez fueron correctos pero no llegaron al tendido.

El toro de su despedida malagueña se salió del guion y sacó casta. Rivera lo saludó con una larga, puso banderillas y comenzó su faena de rodillas. Un compendio de buena voluntad que agradeció la plaza. La faena fue desigual. El animal le tropezó el engaño varias veces y deslució su labor, que tuvo fases de toreo muy templado con ese buen oficio ya señalado. La espada se le atravesó y la despedida quedó en el saludo a una ovación cariñosa.

Cayetano buscó el triunfo toda la tarde. Con toros como los que lidió era casi imposible conseguir nada positivo. El segundo, al que saludó con una larga afarolada en pie, tenía un recorrido mínimo. Cuatro muletazos por alto sentado en el estribo y un sensacional pase de pecho fueron el momento cenital de su labor. La buena estocada dio paso a una petición de oreja no atendida.

El quinto, aunque también un inválido, se mantuvo más tiempo en pie. Cayetano hizo una faena vistosa, iniciada con estatuarios y seguida con tandas por ambos pitones en los que prevaleció su afán de triunfo. Ni el toro tenía mucho fuelle, ni el torero traspasó la frontera de la temeridad.  

Ginés Marín cayó de pie en La Malagueta. Al flojo tercero, noble pero en el filo del precipicio siempre, lo toreó de manera admirable por naturales, muy ajustados y ligados. Los naturales citando a pies juntos del final fueron de categoría. De forma lastimosa pinchó al toro.

El que cerró plaza soltó la cabeza al final de los muletazos. No tenía nada de sangre brava en sus venas. Ante semejante regalo, Ginés toreó pronto con la derecha, arriesgó para robar algunos muletazos. Muy cruzado, surgieron derechazos de buen trazo. Ya con la izquierda aguantó los frenazos del ‘juampedro’ que, eso sí, tenía dos velas impresionantes. Ginés se arrimó como un poseso con algún susto de paso. La espada se atascó de nuevo. Es una pena que después de semejante esfuerzo no mate los toros.

Plaza de toros de La Malagueta, 18 de agosto de 2017. 7ª de Feria. Dos tercios de entrada. Seis toros de Juan Pedro Domecq, correctos de presencia, descastados y muy flojos. El 3º fue el de mejor juego por más casta y vigor. El resto, sosos, sin fuerzas ni clase. Saludaron en banderillas Iván García y Alberto Zayas. Minuto de silencio por las víctimas de Barcelona.

Rivera Ordóñez ‘Paquiri’, de azul y oro. Media estocada atravesada. (Silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada caída. (Saludos).

Cayetano, de obispo y oro. Estocada (Saludos tras petición). En el quinto, pinchazo y estocada. (Saludos).

Ginés Marín, de verde y oro. Dos pinchazos y dos descabellos. (Saludos). En el sexto, tres pinchazos. (Silencio).

 

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