Carlos Crivell.- Tarde de contrastes en la primera de San Miguel. Talavante, con el mejor lote, cortó una oreja impropia de la Maestranza, mientras que Ponce y Aguado tiraron sus premios a la basura con la espada. La corrida llegó a su punto culminante de emoción con la despedida de Manolo Quinta, toda la vida a las órdenes de Ponce. El señorío y la sensibilidad de la plaza sevillana salió a flote cuando Quinta saludó la ovación de la plaza mientras la banda de Tejera tocaba el pasodoble.

Era el día de la alternativa de Pablo Aguado. Ha toreado muy bien y matado muy mal. No se entiende que se le escape la oreja – o las dos – del sexto por culpa de un pésimo estilo estoqueador, lo que luego quedó traducido en pinchazos. El toro de la alternativa parecía lastimado. Se protestó, se podía haber ido a los corrales, pero finalmente fue lidiado. Mejoró en la muleta gracias a la suavidad y templanza de Aguado. La primera tanda antes de pedir permiso al palco fue intensa. El toro acabó tan noble como soso.

El día de las alternativas es cruel para los nuevos matadores. Esperan impacientes hasta el sexto para volver a sentirse protagonistas de la corrida. El sexto, casi con seis años, acapachado, se dejó en el capote por verónicas, todas de buen corte así como en las chicuelinas del quite. Metió bien la cara el de Garcigrande en la muleta. La primera parte fue más plana. El nuevo torero puso el empaque pero faltó arrebato. De mitad de faena en adelante, como ai hubiera ya descubierto que el toro tenía fondo, Aguado le puso a su labor ese punto de coraje que faltaba. Todo ocurrió sobre la derecha con  ligazón y valor. El viejo toro salmantino respondió con su casta y la tarde se vino arriba. Unos doblones pusieron la firma de la torería y el buen gusto. Solo le faltaba matarlo. Se echó fuera y todo se fue al garete. No se puede marrar así una buena obra cuando tanta falta hace la foto con la oreja. Su buen estilo, el empaque y su clasicismo son su pasaporte para el futuro.

Enrique Ponce se enfrentó en primer lugar a un toro imposible. Los de Guisando se mueven con más viveza. No hay nada que contar de una faena de breve duración. En el cuarto llegó la despedida de Manolo Quinta con el detalle de la música como sinfonía de fondo para el adiós de un picador de lujo. Ponce se lo brindó y se esforzó para hacerle honor al brindis. El toro, grande, muy alto, embestía a regañadientes. Sobresalió el esfuerzo, el temple y las ganas de alcanzar un triunfo. Pero, por encima de otras cualidades, fue una faena de valor. Solo con el valor sereno e inteligente de Ponce se pueden pisar esos terrenos para rebañar muletazos casi inventados. Era imposible el toreo exquisito. Se impuso la raza torera y el poder de una muleta. La faena era de premio. La espada se lo llevó. La vuelta con Quinta queda en los anales de la plaza.

Alejandro Talavante sorteó el mejor toro de Garcigrande, el tercero. La perfecta lidia de Sergio Aguilar aclaró cualquier duda. El pitón derecho era maravilloso. Talavante realizó una faena más bonita que profunda, muy ligada y templada, con unos cambios de mano de belleza exultante, sobre todo por la diestra. Acabó con naturales a pies juntos. Fue una labor de matices de nota, tal vez sin llegar a lo que el toro parecía llevar en sus embestidas. Lo mató de una estocada ramplona, trasera y caída, y le dieron una oreja casi sin petición mayoritaria. Una oreja de saldo, de rebajas de otoño.

El quinto no fue malo. No fue el toro anterior, pero fue encastado y tenía problemas que había que resolver. Talavante dio pases despegados, perdió muchos pasos entre muletazos y su faena no llegó a ninguna parte. Para colmo la alargó para desesperación de muchos.

Y así fue la tarde primera de San Miguel. Dos toros para triunfo, tercero y sexto. Un torero nuevo con un toreo muy clásico y eterno. Una oreja de mercadillo. Dos orejas en el limbo por culpa de la espada. Un picador se despidió con el clamor de la mejor plaza del mundo. No es poco. La más mala como la primera de San Miguel.

Plaza de toros de Sevilla, 23 de septiembre de 2017. 1ª de San Miguel. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Garcigrande, correctos de presentación y juego desigual. Encastados y nobles el 3º y 6º.

Enrique Ponce, de tabaco y oro. Media estocada atravesada (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y estocada corta (vuelta al ruedo).

Alejandro Talavante, de verde hoja y oro. Media estocada trasera y caída (una oreja). En el quinto, estocada caída (saludos).

Pablo Aguado, de marfil y oro (alternativa). Pinchazo y estocada caída (vuelta al ruedo). En el sexto, pinchazo, media tendida y estocada (saludos tras aviso).

Enrique Ponce fue atendido de una contractura con posible desgarro de abductor derecho. Pronóstico, leve.

Saludaron en banderillas Juan José Trujillo y Sergio Aguilar. 

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