Luis Carlos Peris.– Manolo Lozano, ya cumplidamente octogenario, está considerado como uno de los últimos bohemios del mundo del toro, una especie de verso suelto que ha ido por la vida roneando de independiente. Desde la pasada semana es el nuevo apoderado de Morante, el último de una serie interminable en el gran torero de La Puebla. Se unen, por tanto, dos personajes muy peculiares y ciertamente singulares, para reanudar la actividad del orfebre cigarrero, pero no sé qué le guarda el futuro a esta unión. Me consta que Morante andaba buscando salir de la rutina y que en Lozano cree haber dado con la llave que le reabra la puerta de la inspiración, pero lo mismo buscó con Rafael de Paula, otro verso suelto, y la cosa no salió. Por lo pronto resulta desalentador oír del nuevo apoderado que arrancará en junio y ya se sabe que junio cae después de abril, después de Sevilla.

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