Carlos Crivell.La corrida lujosa de Resurrección en Sevilla fue de nuevo una explosión de luz y color. Con el ‘no hay billetes’ colgado desde madia mañana, la plaza sevillana volvió a resucitar. Todo este esplendor previo, matizado por el silencio para recordar a quienes nos dejaron en estos meses atrás, tuvo un comienzo desairado. El primer toro de la temporada, enorme y basto, fue devuelto pos su manifiesta invalidez. Fue un mal principio. Solo en el tercero y en el cuarto la plaza gozó de toros y toreros sobre el ruedo.

La corrida tuvo una nota curiosa. Poco toreo de capa brillante y ni un solo quite artístico. El comienzo fue decepcionante con el primer toro del año devuelto a los corrales. La corrida de Victoriano fue una escalera. No se entiende que rechazaran varios toros y salieran algunos cogidos con alfileres. El público anduvo generoso y medido. Aplaudió a rabiar a Roca Rey y se aguantó las ganas de pedirle la segunda oreja. Se entregó poco a poco con Ferrera en su faena al cuarto. Y supo comprender que el lote de Manzanares no valía nada. Dos horas y cuarenta minutos de corrida. Es la medida de los festejos en la Maestranza. Lo que viene puede ser aún más largo. Pero que lo que venga tenga más variedad con el capote. La noticia es que en la Pascua de Sevilla no hubo ni un quite.

El tercero, un castaño de bonitas hechuras, bizco del derecho, salió con movilidad en el saludo de Roca Rey. El galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo fue airoso. El toro fue bravo en las dos entradas, aunque la primara vara cayó trasera. El torero peruano lo citó en el centro para pasarlo por alto, siguió con un cambio por la espalda y remató con uno lentísimo de pecho. Música y un polvorín en la Maestranza. En el centro siempre, Roca Rey bajó la mano en los derechazos y se gustó en el toreo profundo y asentado al natural, todo en una loseta, ligado a más no poder, y rematado siempre con pases de pecho monumentales. Faena larga que finalizó con pases por alto. Se tiró a matar o a morir. La espada cayó delantera y el torero rebotado con un fuerte golpe en el pecho. El animal tardó en doblar, sacó su casta brava en la muerte y sonó un aviso. Todo quedó en una oreja meritoria.

Con el cuarto vivió la plaza el otro momento de emoción. Fue un toro bonito, terciado, enlotado con el muy alto que hizo primero, que desarrolló nobleza. Antonio Ferrera aguató las protestas de quienes no se han enterado que ya no pone banderillas por sistema. En la muleta lo entendió de maravillas. Faena de matices cambiantes. Toreó con sentimiento y mucho acento en la expresión con la derecha, le echó los vuelos por la izquierda para dibujar muletazos muy templados, se gustó en los adornos y se durmió en los de pecho. Fue una faena con el sello de este torero en esta fase de su trayectoria. También fue una faena larga, de forma que le costó cuadrarlo en la muerte. La espada cayó en mal sitio, descabelló y todo quedó en una vuelta de clamor.

Y estos dos momentos del tercero y el cuarto encierran la corrida en su faceta lujosa. Ferrera mató al sobrero primero, toro muy basto, algo atosigante en sus arrancadas, un toro poco lucido. El más malo de la tarde fue el segundo, que por sus hechuras nos engañó a todos. Bajo y con cuello, el animal sacó malas ideas. Se coló muchas veces en el capote y en la muleta y no paró hasta coger a Manzanares en una voltereta espectacular pero sin consecuencias inmediatas. Un regalo que si lleva otro hierro acaba con la ganadería.

En su mala suerte, Manzanares sorteó un quinto toro largo que se movió mucho pero de manera muy poco ordenada. Lanzó cornadas al final de los pases y acabó rajado en tablas. Un lote pésimo el del alicantino.

El sexto era el toro deseado por Roca Rey para reventar Sevilla y abrir la Puerta del Príncipe. Lo saludó con una larga en el tercio y el animal ya no le hizo más caso. Toro agradable de hechuras, fue picado en terrenos de sol en su permanente movilidad huidiza. Una papeleta para intentar cortarle las dos orejas. Lo dominó por abajo pero el animal estaba refugiado en tablas. Se puso muy cerca para robar pases en gesto de buena voluntad, pero esos alardes no gustan en esta plaza.

En definitiva, dos toros, dos faenas, nada en varas y ni un solo quite. Debe ser la modernidad.

Plaza de toros de Sevilla. 1 de abril de 2018. Domingo de Resurrección. No hay billetes. Cuatro toros de Victoriano del Rio y dos – primero bis y quinto – de Toros de Cortés. Desiguales de presencia y juego. Bravo el tercero y noble el cuarto. Minuto de silencio por los ganaderos Victoriano Valencia y Domingo Hernández, el puntillero Lebrija y el delegado Miguel Ángel Ocaña. Destacó el picador Paco María en el segundo.
Antonio Ferrera, ovación y vuelta al ruedo tras aviso.
José María Manzanares, saludos y silencio.
Roca Rey, una oreja tras aviso y palmas tras aviso.

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