Cogida de Román. Foto: Álvaro Pastor Torres

Carlos Crivell.- La tarde se presentó gris y con amenaza de lluvia, pero sobre todo con un viento huracanado que molestó a los lidiadores de principio a fin. Era corrida de esperanzas y de ilusión. Fue una corrida de detalles y sangre. El encierro de Las Ramblas, bien presentado, apenas ayudó a la terna. Hubo muy poca casta, mansedumbre acusada y mal estilo. Todo ello muy repartido. El cuarto, segundo de Moral, desarrolló nobleza y bondad por la zurda. El quinto, segundo de Curro Díaz, sin humillar, fue un toro templado. El primero fue el más encastado de la tarde.

La corrida quedó marcada por la cornada de Román. Fue un toro melocotón, manso y mirón. Salió suelto de los encuentros con el capote y el picador. Se dejó poner buenos pares de banderillas por Raúl Martí y El Sirio. El toro se movía, a veces parecía humillar, pero desparramaba la vista. Román lo saludó con muletazos de media altura y remató con uno de pecho con la figura relajada y mirando al tendido. Crujió la plaza. Se lo sacó a los medios. La tanda con la derecha fue firme y templada. Allí siguió con la izquierda, a pesar del viento que se hizo presente en todo el festejo. No cuajó el toreo con la zurda y volvió a la derecha cuando ya el toro recortaba el viaje y echaba la cara arriba. En el remate de la tanda lo cogió. La sangre de la media fue el testimonio de que estaba herido. Quiso seguir en la plaza pero la sangre era la señal de que estaba herido.

Curro Díaz estuvo elegante y torero con sus dos astados. Fue brusco al comienzo el que abrió plaza. Su condición mejoró en la muleta. El viento sopló con fuerza. Curro de Linares llenó la plaza de torería y buen aroma en una labor algo intermitente. Se estiró con elegancia con la derecha, siempre sin ligar los pases, aunque los remates fueron señeros. Así, las trincherillas fueron golosinas deliciosas. El toro, sin clase y la carita alta, le dejó estar medio a gusto. Dio la vuelta al ruedo con algunos votos en contra.

Más fuerza tuvo la vuelta del quinto. Se había corrido el turno. El toro tenía cuello y descolgó de salida. Curro fue de nuevo fiel a su tauromaquia de detalles de empaque y elegancia, aunque ahora la derecha dibujó muletazos verticales de mucha calidad. Mientras hubo toro, Curro le dio fiesta. Pero el toro se agotó pronto. La espada cayó baja y el derrame fue llamativo. Fue lo que le quitó la oreja.

Pepe Moral. al natural. Foto: Álvaro Pastor Torres

Pepe Moral mató tres toros. El que hizo segundo fue un toro grande y atacado de kilos que se ahogó pronto en la lidia. Se arrimó sin posibilidades. En el segundo de su lote, toro hondo y largo, el torero de Los Palacios volvió a mostrar su buena mano izquierda. Comenzó con dos pases cambiados por la espalda en el centro. No quería fiesta por la derecha, pitón por el que lanzó gañafones. Se lo llevó a las tablas y descubrió un nobilísimo pitón izquierdo lleno de clase y bondad. Sin poder ligar los muletazos, los naturales fueron surgiendo profundos, muy largos y con el torero muy encajado. Vibró la plaza ante cada natural del palaciego. La estocada cayó atravesada y el descabelló remató la faena. La oreja fue pedida con fuerza. Oreja por unos naturales de ensueño.

El sexto, segundo que debió matar Román, fue malo. El viento había dado paso a una ligera lluvia. Moral se pudo delante para enseñar las malas condiciones de unas arrancadas ásperas y con la cara alta de un animal gazapón.

Plaza de toros de Sevilla. 8 de abril de 2018. 2ª de abono. Algo menos de media plaza. Seis toros de Las Ramblas, en general bien presentados, descastados. Mejores 4º y 5º. Minuto de silencio por Ángel Peralta.
Curro Díaz: vuelta al ruedo, silencio en el que cogió a Román y vuelta al ruedo.
Pepe Moral: silencio, una oreja y silencio.
Román, de gris plomo y oro. Cogido en el tercero. Fue operado en la enfermería de una cornada en cara antero-externa de miembro inferior izquierdo, región pretibial, en una extensión de 15 cms., con dos trayectorias, una ascendente y otra posterior, que lesiona musculatura pretibial, alcanzando espacio posterior, donde lesiona estructura vascular venosa. Hemostasia de lesión venosa. Ante la imposibilidad de constatar con certeza la lesión arterial, y aun comprobando pulso arterial distal, se traslada para realización de pruebas complementarias». Pronóstico grave.

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