David Salvador. Foto: Álvaro Pastor Torres

Carlos Crivell.– La novillada de Rocío de la Cámara fue muy buena para la joven terna que abrió los festejos menores del abono sevillano. Salvo el más desagradable sexto, todos se dejaron torear en la muleta. Algunos llegaron hasta el final, como el segundo y el buenísimo cuarto; otros se apagaron en la mitad de las faenas. Ese buen género ganadero permitió que los tres espadas mostraran su concepto, lo que no quiere decir que lo aprovecharan.

El de Toñete es el temple y su permanente intención de hacerlo todo por abajo. Se lució en algunas verónicas y chicuelinas. El primero le permitió mostrar su toreo con la derecha, siempre con temple, así como vaciarse en los de pecho, algo que realiza con estimable estilo. Se quedó en la cara del novillo y fue atropellado sin consecuencias. Se le paró pronto el animal y frustró su labor. El cuarto fue un gran novillo en la muleta. Comenzó de largo con la derecha y siguió por la misma mano en una faena de buen trazo, temple exquisito y algunos de pecho para enmarcarlos. Le faltó ajuste a su labor, ya se sabe que el concepto moderno del toreo es hacerlo por fuera. Los naturales, ya de uno en uno, fueron de mano baja y poderío. El animal aguantó una faena larga. La espada no funcionó y se llevó el premio.

El concepto del salmantino David Salvador es el buen gusto. Se fue a portagayola en el primero de su lote y fue un lance interruptus con el novillero tirado sobre el albero. Comenzó con la izquierda por delante, que era el pitón bueno. Se empeñó en seguir con dos tandas con la derecha, de buen gusto, pero sin remate. Y la obra tomó vuelos cuando de nuevo se la echó a la izquierda. Lo cogió en un descuido y todo quedó en el susto. Los naturales surgieron con gran belleza y sin posible ligazón. Las manoletinas animaron el cotarro, pero fue la espada quien lo arregló todo. La estocada fue perfecta, en lo alto y efectiva. La oreja, algo generosa, debió premiar el espadazo.

El quinto fue bueno en diez muletazos. Comenzó con estatuarios, siguió con la derecha, por donde el animal le apretó mucho, pero de nuevo fue con la izquierda por donde demostró sus buenas cualidades. Se rajó pronto el de Rocío de la Cámara.

El joven francés El Adoureño maneja con gusto supremo el capote. El tercero salió noble y suave y el chaval se durmió en las verónicas. Manejo elegante de las muñecas y el cuerpo ajustado en una composición llena de plasticidad. No fue casualidad porque lo repitió en el sexto. Este tercero fue tan noble como flojo. Se equivocó al comenzar con los pases cambiados por la espalda, que el novillo acusó doblando las manos. Las tandas de pases hilados en la periferia fueron simplemente correctos. El viento azotó fuerte en su faena y todo se vino abajo. Con la espada lo tiene todo por aprender este francés. El sexto fue el más desagradable de la tarde. Se lució con el capote. El novillo llegó con poco viaje a la muleta. La faena no cuajó a pesar de su evidente buena voluntad.

Plaza de toros de Sevilla, 6 de mayo de 2018. Novillada de abono. Media plaza. Cuatro novillos de rocío de la Cámara y dos –primero y cuarto – de Cortijo de la Sierra, bien presentados, nobles y buenos en general. Segundo, cuarto y quinto, los mejores. El resto, más apagados. El sexto, más complicado. Saludaron en las banderillas del tercero Javier Cerrato y El Pela.

Toñete, de verde y oro. Estocada delantera (saludos). En el cuarto, estocada trasera (saludos).

David Salvador, de verde hoja y oro. Gran estocada (una oreja). En el quinto, media estocada (vuelta tras aviso).

 El Adoureño, de blanco y plata. Tres pinchazos y estocada (silencio). El el sexto, dos pinchazos y estocada (silencio).

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