Carlos Crivell.- Roca Rey firmó una tarde completa en la plaza jerezana. De las que le he visto es la más completa. Desde el saludo de capote al tercero, con un quite de varios palos, hasta la estocada al sexto, la imagen del torero peruano (y español) fue la de un diestro en estado de gracia, seguro, pleno de sitio, valor, técnica y buen gusto en muchos momentos. En sus manos, los de Cuvillo fueron mejores toros. La de Roca fue de esas tardes que los aficionados presentes guardarán en la memoria como el día que una joven figura dio un golpe en la mesa para mostrar sus poderes.

Esta tarde de Roca Rey se agigantó con el discreto paso por Jerez de sus compañeros de cartel, nada menos que El Juli y Talavante, absolutamente minimizados por su esplendorosa tarde de toros. Ambos mostraron un tono gris en todo momento. Para colmo, a su lado, como un huracán surgió la figura de Roca para ensombrecer aún más su triste tarde jerezana.

La corrida de Núñez del Cuvillo cumplió los parámetros previstos. Bonita, baja de agujas, cómoda de pitones, de fuerzas contadas, con movilidad porque no se les castigó en varas y muy noble. Al espectador le quedan dudas sobre este concepto de la nobleza. La actitud de El Juli y Talavante ante sus toros mostraba inseguridad, como si las reses plantearan unos problemas que no se apreciaban dese el tendido. Roca superó esos problemas con firmeza, sitio, valor y temple. Actitud de triunfo.

El jabonero tercero, tan chico como bonito, pasó por el caballo de forma simbólica, como casi toda la corrida. Roca había toreado bien a la verónica, pero fue en el quite donde comenzó a sentar las bases de lo que sería su tarde. Chicuelinas, tafalleras, orticinas, caleserinas y media de remate para poner la plaza en ebullición. Comenzó por el se cambiado por la espalda emocionante y siguió por estatuarios. A partir de ahí, una faena maciza por la ligazón, el temple y la aplastante seguridad del torero. Los pases de pecho fueron interminables. La muleta siempre aparecía colocada para tirar del animal en todo momento en una faena que realizó en un palmo de terreno. Y la estocada hasta la mano.

Todo quedó palidecido por la faena al sexto. Se lo brindó a Andrés Calamaro. Fue un toro que dobló las manos en los primeros tercios, incluso se quiso rajar en algún momento. En la primera tanda cerca de las tablas pudo cometer Roca su único error. Le dio salida a las tablas en el de pecho y el toro se derrumbó por su ímpetu y sus ganas de meterse por los adentros. Cuando lo sacó al centro le quitó todas las querencias, lo mimó con el temple, ya no volvió a doblar las manos y el animal comenzó a embestir con alegría y recorrido. Tandas con la derecha, al natural, los molinetes en cadena ligados con el de pecho, todo fue un concierto de toreo de calidad y de mando absoluto. La plaza asistió a esta demostración con entrega y pasión. La estocada fue tremenda. Las dos orejas y el rabo y palmas por bulerías de Jerez para un toreo ya español nacido allende los mares. Y otro detalle. En ningún momento hubo sensación de peligro para el torero, tal fue su dimensión torera. Creo que Roca viene para apoderarse ya del trono del toreo este año.

A su lado, El Juli. Solo voluntarioso con el que abrió plaza, al que castigó bien por bajo al comienzo de la faena. El toreo con la derecha fue más logrado, aunque sin el debido reposo. Por la izquierda, el toro echó la cara arriba al final de los muletazos y lo deslució todo. La espada cayó baja y el sano público jerezano le regaló una oreja incalificable. Con el cuarto, toro justo de raza y de poca transmisión, anduvo en plan correcto sin llegar a meterse de verdad en la faena. Todo muy en torero funcionario. El espadazo cayó en la mediana del toro y una cuarta bajo. Y luego un concierto de descabellos con el torero ya desconcertado.

Más grave fue lo de Talavante. No se le puede anotar nada brillante en esta corrida. Le dio un montón de pases al segundo siempre con toques violentos para desplazarlo. Con el quinto no se dio coba. En plan artista cortó la faena por la mitad después de algunos muletazos insulsos y un desarme cuando quiso torear al natural. Es cierto que el toro protestó en los finales del viaje, pero si una figura no puede resolver ese problema apaga y vámonos. Le pitaron en Jerez, lo que es para anotarlo. Talavante quiere ser torero de clamor o bronca.

La realidad es que a El Juli y a Talavante les pasó por encima la furia de un torero como Roca Rey que los dejó anulados y sin respuesta.

Plaza de toros de Jerez. Segunda de Feria. Lleno. Seis toros de Núñez del Cuvillo, justos de presencia y raza, nobles en general. Mejores el tercero y el sexto. Saludó en banderillas José María Soler.
El Juli, de azul y azabache. Estocada trasera y descabello (una oreja). En el cuarto, estocada muy trasera y cinco descabellos (saludos con palmas).
Alejandro Talavante, de azul noche y oro. Media atravesada (silencio). En el quinto, estocada atravesada (pitos tras aviso).
Roca Rey, de tabaco y oro. Estocada (dos orejas). En el sexto, estocada (dos orejas y rabo). Salió por la Puerta Grande.

A %d blogueros les gusta esto: