Roca Rey, a hombros. Foto: Rocío de la Oliva Martos

Rocío de la Oliva Martos.- Es impresionante ver como un niño de veintiún años llena la plaza y vuelve a la gente loca de remate, eso es lo que ha sucedido en Alicante. Con tres cuartos de plaza y una temperatura espléndida, hicieron el paseíllo Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Roca Rey, para dar muerte a seis toros de Núñez del Cuvillo.

El primero se la tarde fue muy aplaudido en su salida por su espectacular pelaje típico de Osborne. Castella lo recibió por verónicas a manos muy bajas, al igual que al comienzo de la muleta que lo sometió con genuflexos. Por la derecha enlazó a hasta cuatro molinetes seguidos y por el izquierdo ralentizó la embestida del Cuvillo. Se pasó de faena y la voluntad que empeñó no sirvió, el toro se puso andarín y la muerte se complicó. Silencio. El cuarto fue noble pero sin transmisión, se inició se rodillas en el trasteo de muleta y se alargó demasiado. Aplausos para despedirlo.

Talavante sonreía en el patio de cuadrillas en el que gastó varias bromas con el cantante Andrés Calamaro, conocido partidario suyo. Suavidad de Alejandro para el segundo que no consiguió que rompiera. Sin embargo llegó el quinto, y no hay quinto malo, o ese dicen. Lo recibió con dos faroles iguales de escandalosos que su muñeca izquierda. Tontería a raudales con mucha voluntad para la puerta grande. Ya es típico en el extremeño esos cambios de mano mirando al tendido y eso fue lo que levantó a este mismo. El recorrido del toro guiado por el que descubriera Antonio Corbacho, parecía dibujado por el mejor ingeniero del mundo. Un justo premio habría sido el pañuelo azul, pero los errores presidenciales han sido muchos estas tarde. Talavante lo pinchó y paseó una oreja.

Roca Rey es un ciclón, y que me perdone Padilla. En el tercero aprovechó que sus compañeros no se habían estrenado para llevárselo todo él. El delirio de la gente hacia presagiar que sería premiado con un rabo, pero lo que iba a pasar era una sorpresa. El Cuvillo empezó escarbando en los medios, sin embargo le pudo, le pudo y le volvió a poder. Tanto se montó encima que embistió por y cuando él quiso. Estocada y una oreja. La bronca, por supuesto, se escuchó hasta en Villena. Roca Rey dio dos vueltas al ruedo.

En el sexto bis, ya que el sexto fue devuelto porque se caía, fue premiado con una oreja (¿para compensar?), desde luego que en la Comunidad Valenciana no están muy acertados con el veto al ciudadano no policía para presidir. Este no tuvo tanta emoción, ni recorrido, ni nobleza. Lo que si hizo fue producir escalofríos en el respetable de lo cerca que se lo pasó.

Plaza de Alicante. Segunda corrida de la Feria. Tres cuartos de plaza. Seos toros de Núñez del Cuvillo.
Sebastián Castella, de grana y oro, silencio y aplausos.
Alejandro Talavante, de nazareno y oro, ovación y oreja tras pinchazo y estocada.
Roca Rey, tabaco y oro, oreja y oreja.

A %d blogueros les gusta esto: