Carlos Crivell.– Con un ambiente de excepción, José Tomás y Miguel Ángel Perera se enfrentaron en la corrida del viernes. Sin sorteo, cada uno con sus toros escogidos, la tarde estuvo llena de contenidos. El tendido era una ONU polimorfa de aficionados llegados de todo el mundo. Es la fuerza incuestionable del torero de Galapagar.

Tres toros de Cuvillo y tres de Jandilla. Mejor presentación en los de Cuvillo para Tomás; con mayor calidad los de Jandilla de Perera. El gran acontecimiento solo se vio enturbiado por el indulto improcedente del cuarto Jandilla, simplemente noble pero de poco juego en el caballo y rajado en algún momento en la muleta.

Tomás estuvo pletórico con el capote. Los lances al primero ganando terreno para rematar con media vertical en el centro ya provocaron la primera explosión jubilar de la plaza. Se repitió el clamor en el quite. Ese primer toro fue noble aunque soso. El de Galapagar lo toreó muy despacio, casi recreándose en cada muletazo. Firme en los estatuarios, suave en los derechazos y profundo en el toreo al natural para prolongar la embestida del Cuvillo. El final con los pases por la espalda fue de impacto. El espadazo fue muy malo, atrás y bajo, pero la plaza no midió ese detalle y le dieron las dos orejas.

El segundo de Tomás, tercero de la tarde, marcó su querencia a las tablas desde el comienzo. Quitó muy valiente por gaoneras. Logró alguna tanda con la izquierda luchando contra la mansedumbre del animal.

El quinto fue un toro más exigente, algo desigual en sus embestidas, casi siempre echando la cara arriba al final. Esta faena ofreció la mejor imagen del torero, siempre firme, vertical y templado para lograr conducir una embestida que nuca fue franca. Las tandas de seis o siete muletazos, perfecto el juego de las muñecas, la mano muy baja, llevaron con temple al Cuvillo. Cuando el toro aminoró su movilidad, Tomás muleteó en una loseta antes de rematar con unas manoletinas escalofriantes. La espada lo dejó sin premio. Su valor y personalidad quedaron grabados en Las Palomas.

Junto el ídolo apareció en su mejor Miguel Ángel Perera. Le cortó la oreja a su primer Jandilla por una labor inteligente ante un toro noble y encastado. Perdió pasos en los derechazos y ligó en el sitio con temple por la izquierda. Ya al final se metió entre los pitones.
La gran nobleza del cuarto, el toro indultado, le permitió cuajar una gran faena de principio a fin. El quite por gaoneras, tapatías y tafalleras fue un espectáculo. Comenzó con los cambiaos por la espalda para crujir al toro con tandas por ambos pitones, compás abierto, muy ligadas. Aunque el animal se quiso marchar a las tablas, Perera lo sujetó en la corta distancia entre la locura de la plaza. Indulto y las orejas y el rabo.

El sexto, más terciado, echó las manos por delante y fue un toro que embistió con toda su anatomía. Hizo una faena inteligente y valiente que no acertó a coronar con la espada. Se la había brindado a Tomás en un instante de gran emoción en la plaza.

El final fue un canto a la Fiesta de los toros con el público satisfecho mientras los dos toreros eran paseados y sacados a hombros de la plaza.

Plaza de toros de Algeciras, 29 de junio de 2018. 3ª de Feria. No hay billetes. 

Tres toros de Joaquín Núñez, 1º, 3º y 5º, bien presentados. Noble el 1º y encastado el 5º. Deslucido el 3º. Tres toros de Jandilla, desiguales de presencia, buenos en general por nobleza. El 5º, de nombre Libélula, nº 95, de 494 kilos, fue indultado. José Tomás, de verde botella y oro: dos orejas, palmas y vuelta al ruedo. Miguel Ángel Perera, de caldera y oro: una oreja, dos orejas y rabo simbólicos y ovación. Entrada: no hay billetes. Saludaron en banderillas Javier Amblel, José Chacón, Guillermo Barbero y Curro Javier.  Los dos espadas, a hombros.

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