Daniel Crespo. Foto: Rocío de la Oliva Martos

Rocío de la Oliva Martos.– Una tarde húmeda para los gaditanos y decenas de sevillanos nos esperaba en El Puerto de Santa María para presenciar la alternativa de Daniel Crespo con el toro «Utrito»; de padrino, Morante y de testigo, Manzanares. El hierro, Joaquín Núñez, correctos de presentación, sin fuerza ni casta.

Daniel Crespo, muy templado y relajado desde el patio de cuadrillas, basó toda la faena del toro de la alternativa en el pitón derecho, aunque el toro escarbó en varias ocasiones iba de lejos y embistió cuanto el nuevo torero se lo propuso. Al final se emborronó un poco el trasteo tras ponerse nervioso cuando el toro casi hizo por él. Lo despachó por manoletinas y una estocada muy baja que fue suficiente para que doblara y le otorgaran una oreja.

Morante de la Puebla, muy esperado tras su triunfo del día anterior en Huelva, fue recibido con las típicas palmas por bulerías, que despertaron todo su entusiasmo para recibir al segundo por ajustadísimas verónicas y un quite por chicuelinas tras el primer puyazo, donde Aurelio Cruz fue derribado. » EL Lili’ también perdió pie en el primer par y se obró el milagro con el capote de Luis Blázquez, todo sin consecuencias. Tras el puyazo todo quedó en casi nada, varios derechazos y naturales de poderío, poco más. Cuatro pinchazos, estocada y descabello para recoger leves aplausos. Se esfumó la ilusión.

José María Manzanares, con un terno de estreno sangre de toro y azabache, sufrió el rechazo presidencial en sus carnes. Lo primero que demostró es que todos los toros mansos tienen su lidia, y lo segundo que sabe cómo torear al natural y mandar con la derecha. Ante esto y una media en su sitio, la plaza le pidió con fuerza una oreja que no fue concedida. Ovación desde el tercio y promesa de cortar dos en el siguiente.

El cuarto fue devuelto y la llegada del cuarto bis se hizo esperar por el desorden de la parada de bueyes y su mayoral.
El ánimo del público se volvió de color negro con el de La Puebla, por la cara del torero  desde la salida. Cristóbal Cruz le propinó dos buenos puyazos ordenados por el matador, que lo dejaron sin aliento junto con dos pares de banderillas. Al coger la muleta sacó el estoque, dos pinchazos, estocada caída y bronca monumental del público portuense.

Era la oportunidad del alicantino tras la ausencia del año anterior a causa de la lesión de espalda, en el que estuvo anunciado dos tardes, al igual que en éste. Pero la bolita de papel de fumar no estuvo de su lado. Otro manso, «mansísimo». Otra lección de poder al hilo de las tablas que culminó con dos pinchazos y una gran ovación recogida en el tercio.

Y llegó el último cartucho de la tarde para el debutante, la oportunidad de intentar que su nombre sonara. Con el público de su parte apoyándolo en todo momento, se le vio falto de experiencia, el toro iba, pero el nuevo matador no era capaz de conectar con el tendido. Sin duda se llevo el mejor lote de la tarde. Una estocada caída ejecutada casi en los medios le valió para cortar una oreja y salir a hombros.

El Puerto de Santa María, más de 3/4 de plaza. Cinco de Joaquín Núñez y uno de Sampedro,el cuarto. En general descastados. Saludó Rafael Rosa.
Morante de la Puebla, de nazareno y oro, aplausos y bronca.
José María Manzanares, de sangre de toro y azabache, petición y ovación.
Daniel Crespo, de blanco y oro, una oreja y una oreja. Salió a hombros.

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