Carlos Crivell.- Las Colombinas comenzaron con una novillada, como debería ocurrir en tantas y tantas ferias. Los utreros de Villamarta fueron tan nobles como flojos, tan terciados como descastados. Pero dejó estar a los jóvenes toreros para que expresaran sus virtudes.

El que mejor toreó fue Emilio Silvera, que tiene ese punto de empaque que adorna a sus muletazos y le confiere mucha belleza a sus formas. Se encontró con un novillo ideal en primer lugar, uno de esos mansitos que se abren, se van de la suerte y vuelven al engaño. Silvera lo toreó muy bien, con temple y ese gusto torero ya relatado. Los derechazos, buenos; mejor en los naturales, porque Silvera es un buen torero de mano izquierda. La tanda final a pies juntos fue un gozo para la vista.

El cuarto fue un animal noble pero muy flojo. Ahora no valía tanto la estética como intentar mantener el pie al de Villamarta. Lo consiguió con el secreto del temple. Con toques suaves, buena colocación y pulso sereno pudo sacar muletazos de mérito. Esta faena la malogró con la espada.

El portugués Juanito fue el que exhibió mejor técnica y también el que más variedad puso sobre el albero. Al inválido segundo le hizo una faena con buen oficio y mucho temple. No fue suficiente para que no doblara las manos de manera continuada. No le dio sitio y lo ahogó en muchos momentos.

En el quinto mostró su faceta bullidora, desde los lances de rodillas del saludo, a los quites variados, los cambiados por la espalda, es decir la gama de toreo moderno que se ha impuesto y que tanto se celebra en los tendidos. A la hora de torear, su estilo potente y dominador fue suficiente para mandar varias veces al novillo a rodar sobre el albero. Pero el portugués recriado en Badajoz tiene recursos, sobre todo en las distancias cortas, y por ahí logró el interés popular. Lo mató muy bien y se desató la euforia que le permitió pasear las dos orejas.

Alfonso Cadaval, a menos de dos meses de la alternativa, tropezó con un manso encastado como tercero. Chiquito pero matón. No fue fácil, al menos al sevillano le costó llevar templada la embestida. Alternó algunos momentos más atascados con otros de mayor clarividencia, como una tanda final con la derecha que remató de forma soberbia con el de pecho. Con la espada anduvo mal sin paliativos.

En su lote cayeron los más complicados. El sexto derribó al picador y esperó a los banderilleros. Cadaval salió decidido y le puso al animal en dos tandas con la derecha. Aunque el de Villamarta salía con la cara alta los muletazos tuvieron el mérito del aguante. Las novilladas que ha toreado le permitieron lucir su oficio y ahora incluso un punto de raza para no verse superado por un animal que se movió no siempre con claridad. Con la espada, otro mal trance de nuevo.

Plaza de toros de Huelva, 2 de agosto de 2018. 1ª de Colombinas. Menos de media plaza. Seis novillos de Villamarta, terciados, nobles y flojos. El 1º, manso y noble; inválido, el 2º; encastado y manso el 3º; noble y muy flojo, el 4º; noble y sin fuerzas, el 5º; encastado, el 6º.
Minuto de silencio en memoria de Curro Medrano.
Emilio Silvera, de verde y oro. Estocada caída (una oreja). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo).
Juanito, de purísima y oro. Pinchazo hondo (una oreja). En el quinto, estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Alfonso Cadaval, de celeste y oro. Pinchazo hondo y estocada atravesada (saludos tras aviso). En el sexto, pinchazo hondo y ocho descabellos (silencio).

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