Pepe Moral 14-5-07 MadridCarlos Crivell.- Gran triunfo del palaciego Pepe Moral, que con el balance de vuelta y dos orejas, logró aprovechar esta gran oportunidad. El éxito llegó ante un toro bravo del hierro del Conde la Maza, que fue a más y que se encontró con un torero preparado y templado.

Plaza de toros de Sevilla. Corrida del Corpus, 19 de junio de 2014. Menos de media plaza. Tres toros de Cayetano Muñoz, 1ª, 2ª bis y 5º; dos de Montealto, 3º y 4º, y uno, 6º bis del Conde de la Maza. Correctos de presencia y de juego variado. Destacó el pitó derecho del 2º bis de Cayetano Muñoz, y el juego excelente del toros del Conde de la Maza, bravo y con clase. Saludaron en banderillas Agustín de Espartinas y Pérez Valcárcel. La plaza estaba engalanada con banderas de España. En la Puerta del Príncipe se podía leer en su frontispicio: ¡Viva el Rey!

Agustín de Espartinas, de lirio y oro, estocada caída (silencio). En el cuarto, buena estocada (silencio).

Antonio Nazaré, de verde manzana y oro, estocada atravesada y dos descabellos (saludos tras aviso). En el quinto,  pinchazo y estocada (silencio).

Pepe Moral, de rosa palo y oro, estocada atravesada (vuelta al rudo). En el sexto, estocada trasera (dos orejas).

Así es el toreo. Pepe Moral, de Los Palacios, no toreó ninguna corrida en España y Francia en la pasada temporada. Tenía su oportunidad en la corrida del Corpus, lo mismo que sus compañeros, y se agarró al tren que pasaba para subirse y seguir soñando con ser torero. Y es torero. Estaba preparado para poder gritar a los cuatro vientos que en sus muñecas hay torería, que sabe templar las embestidas, que su capote se mueve con suavidad, que maneja la izquierda con temple y consumado estilo, y que se tira a matar por derecho para romper estas barreras que le han cerrado el paso hasta esta corrida del Corpus. Si la Fiesta tuviera cordura, Moral estaría en ya algunos carteles que aún no están cerrados. El problema es que la justicia brilla por su ausencia en el toreo y que las empresas y los públicos prefieren la parafernalia morbosa a un torero de cuerpo entero que le cortó dos orejas de verdad a un toro del Conde de la Maza en Sevilla

Su tarde fue completa. Manejó el capote con soltura y gracia. La verónica surgió limpia y ganó terreno en cada lance. Se encontró con un toro de Montealto de embestida suave y de poca duración en primer lugar. Dos tandas con la derecha con cadencia y buen gusto precedieron al final del animal ya con  el freno echado. Quedó la impresión de un torero dispuesto, pero también con calidad en sus telas.

El sexto titular de Montealto se fue a los corrales por flojo. Salió un cinqueño pasado del conde de la Maza, de hechuras perfectas. Bajo, bien armado, largo, enmorrillado, un toro de una vez. Y como si recordara a sus orígenes de Núñez, el del Conde fue a más durante la lidia perfecta de la cuadrilla de Pepe Moral. Ya al titular devuelto le había enjaretado cinco verónicas enormes. El toro del Conde fue a más, en bravo, tal vez con las fuerzas justas, pero con ese tranco de más para que una muleta templadísima, con el toque justo para abrir el recorrido de Farrucoso, lograra el milagro del toreo grande al natural. Fue una bendición de las que nos reconcilia después de tantas tardes de poca monta. Pepe Moral  se encontró con el toro de su vida y lo aprovechó. Cada tanda de naturales era un prodigio, había encontrado la distancia justa, algo en corto, para llevar toreado a un animal que metió el morro en el suelo embelesado por una muleta que parecía un imán para conducirlo. Naturales de extensión superior, rematando por debajo de la pala del pitón, para acabar con los de pecho. Y también por la derecha embistió el del Conde. Suerte para el torero y suerte para el toro. La simbiosis ideal. Estaba escrito. Un cinqueño pasado era la piedra de toque para que un torero en el ostracismo surgiera a la vida torera. Lo mató a la primera y cortó dos orejas de una plaza que se frotaba los ojos al ver el milagro de la unión de un toro bueno y un matador a su altura.

Agustín de Espartinas acusó su inactividad. El primero de Cayetano Muñoz se dejó por ambos pitones, pero el diestro anduvo impreciso. Se fue a portagayola en el quinto como demostración de su voluntad. Se lo brindó a Antonio Titi. Su labor fue discreta con un toro de poco juego, parado y reservón. La estocada fue lo mejor de su paso por Sevilla.

Antonio Nazaré, que reaparecía tras su percance de Madrid, lidió un sobrero de Cayetano Muñoz que se dejó por el lado derecho. Nazaré logró completar algunas tandas de buen temple aunque ya fue menos vistosa la forma de citar dejando la pierna de entrada por delante. El toro, sin embargo, duró poco tiempo. El quinto, un toro de hechuras muy hermosas, solo le permitió un arrimón casi desesperado en su intento de justificar su tarde. A Nazaré se le notó en algún momento que aún no estaba recuperado.

Final emocionante con una ovación para el arrastre de Farrucoso y con Moral a hombros. Paso libre a este torero.