Fernando Fernández-Figueroa Guerrero.- En la fiesta de toros usamos términos cuyo significado parece inmutable: la casta, el miedo, la torería… En cambio, otros que entendíamos inmutables están evolucionando hacia un contenido distinto en el mismo sentido que lo está haciendo la Fiesta en algunos de sus aspectos. Me refiero al concepto de “la bravura”.
El toro – y la vaca – se entendía bravo en la medida en que su agresividad, su pujanza, su prontitud y su capacidad de crecerse en el dolor se hacía presente ante el picador.
Hace no demasiados años, el criterio de selección de los ganaderos en tentaderos de machos y hembras era, precisamente, lo que coloquialmente denominamos los aficionados “la pelea en el caballo”. Resultaba impensable que cualquier res que no acometiera al caballo al menos 4 o 5 veces desde lejos, con prontitud, contra querencia, sin dolerse y por abajo, pudiera superar la prueba para convertirse en madre o padre de la ganadería. Incluso resultando buena, solo buena, en la muleta, no superaba la prueba. De la misma manera, ya en la plaza, la vuelta al ruedo a un toro o novillo solo se pedía cuando la pelea en el picador se acomodaba a esos parámetros de medición de la bravura que acabo de definir, aunque no hubiese sido boyante en la muleta. Por entonces, los indultos se contaban cada temporada con la palma de la mano.
Con motivo de la proliferación de indultos, y sobre todo del análisis de los méritos que se han valorado para tal fin, y de conversaciones con algunos ganaderos, podemos concluir que el concepto de bravura está evolucionando.
En los propios tentaderos de añojas o eralas el comportamiento en la muleta, que antes no alcanzaba en su ponderaron a la pelea en el caballo, se ha igualado o incluso situado por encima a la hora de valorar la aprobación de la vaca para futura madre. Esta apreciación resulta más evidente en las plazas de toros donde el público – ya no me atrevo a decir si aficionado o no- se ha inclinado sin ninguna duda por estos nuevos criterios. Prontitud, humillación, clase, repetición, codicia, fijeza, duración…. constituyen los nuevos términos que se usan para “medir” la bravura, relegando a una consideración secundaria el comportamiento de la res en el caballo al que se le califica positivamente bajo el calificativo nada positivo de “ha cumplido en el caballo”.
No obstante lo anterior, nuestros reglamentos taurinos , como el andaluz, siguen enraizados en el concepto clásico de bravura. Así, en el caso de vuelta al ruedo a un toro o indulto, la pelea en el caballo se destaca sobre el comportamiento del toro o novillo en cualquier otro tercio de la lidia.
A la pregunta a algún ganadero sobre esta reflexión su respuesta, a su vez con otra pregunta, me hizo pensar escribir estas letras : ¿Acaso el comportamiento de un toro en la muleta con los criterios que antes hemos enunciado no es también bravura solo que expresada de otra forma? . O,dicho de otra forma , ¿ Por qué un toro o vaca que acude en cuatro o cinco entradas al caballo de manera importante es más bravo que el que está 15 minutos embistiendo incansablemente en la muleta con las virtudes apuntadas?. Por supuesto que el ideal sería la combinación de ambos comportamientos, pero esa exigencia es casi la perfección.
Por eso me pregunto, y sería contenido para una bonita tertulia, si hoy, por ejemplo en Sevilla, vistos los indultos de Arrojado y Cobradiezmos, se hubiese pedido el indulto de, por ejemplo, aquel Comando Gris o Topinero de Guardiola, u otros muchos que hicieron valer su bravura poniendo el público en pie por su pelea en el caballo aunque no fueron completos en la muleta.
Tiempos distintos con conceptos distintos evolucionados. Un paso atrás para algunos, un paso adelante para otros. Cuestión de criterios. Habrá que reflexionar si debemos modificar los reglamentos taurinos para adaptarnos a esta nueva realidad. Recordemos que el código civil español es el primero que obliga a interpretar las normas “de acuerdo con la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas”.
Lo dicho , la fiesta en pura evolución .
Fernando Fernández-Figueroa Guerrero
Presidente de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla