Carlos Crivell.– A veces me hago preguntas que no soy capaz de contestar. Me tranquiliza pensar que estas preguntas también se las harán muchos aficionados. He aquí algunas.
¿Por qué cada vez es más difícil ver torear a la verónica en nuestras plazas de toros? ¿Por qué no se exige a los lidiadores que coloquen bien al toro en la suerte de varas? ¿Cómo es posible que se nos llene la boca de alabanzas para la suerte de picar y en las plazas se aplauda a los picadores que no pican a los toros?
¿Por qué el matador de turno se inhibe en su quite en las plazas en las que el toro debe acudir dos veces al caballo, mientras que el siguiente espada siempre realiza el suyo? ¿Será que el lidiador de turno no quiere robarle pases al toro y al compañero le importa poco hacerlo si no lo va a torear de muleta? ¿Por qué se aplauden y celebran pares de banderillas de escasa calidad cuando los colocan los matadores de toros?
¿Cómo es posible que la mayoría de los matadores de nuestros días se parezcan tanto unos a otros por los planteamientos de las faenas? ¿Por qué se ha perdido la personalidad de los lidiadores? ¿Por qué los nuevos toreros formados en las Escuelas imitan de forma sistemática a los consagrados? ¿Por qué se ha impuesto el toreo sin ajuste y desplazando al toro hacia afuera?
¿Cómo es posible que en nuestros días no se pueda acabar una faena sin manoletinas ni bernadinas?
¿Admiten los públicos de ahora un final con ayudados por bajo, con adornos pintureros o con el toreo a dos manos? ¿Se puede entender que a los tendidos les importe muy poco la ejecución de la suerte suprema? ¿Por qué se piden orejas después de la inflación de espadazos traseros y caídos que son la norma de nuestros días?
¿Estamos ya ante la decadencia total de toro encastado para suplirlo por el toro dócil, noble y sin fuerzas? ¿Hay que asumir ya la manipulación del toro por sistema? ¿Por qué algunos toreros que triunfan en plazas de primera no aparecen nunca en los carteles de las ferias? ¿Es ésta de nuestros días la Fiesta que empezamos a amar cuando apenas éramos unos jovencitos?
No tengo respuestas para tantas preguntas. Lo que sí es cierto es hay una notable pérdida de calidad en la afición. Quedan muy pocos aficionados buenos. Y ahora que remato, me asalta la duda sobre si estas preguntas son adecuadas o son improcedentes.