Álvaro Pastor Torres.- Sevilla es la ciudad de los proyectos no realizados. Desde que se reinstauró la democracia, todos los Ayuntamientos se han enredado -y nos han mareado- con planes y megaplanes varios que la mayoría de las ocasiones no han pasado de ser papel, paja y humo; bastante bien vendido, pero humo -fumata negra- al fin y al cabo. Lo único que salió adelante aquí fue la Exposición Universal de 1992 que vino con un AVE incorporado. Felipe González, un sevillano no ejerciente de tal que tenía mando en plaza en los madriles, dijo que aquí tenía que llegar ese tren en tiempo y hora !y vaya si llegó! Y que había que hacer una Expo que nos tomaran por locos y para ello puso a un ingeniero montañés con mano de hierro que nunca terminó de entender esta ciudad donde todo se deja para mañana o para después del Rocío (o del Corpus, o del verano, o de los Santos, o de las Pascuas…)
Finito de Córdoba fue un proyecto de figurón del toreo que hoy pasea sus extraordinarias formas y su indisimulado miedo como cabeza de cartel -telonero en román paladino- por las plazas que lo contratan. A pesar de haber nacido en Sabadell pudo haber sido el VI, VII y VIII Califa del Toreo, todos juntos de una pieza, pero el corazón nunca fue al mismo ritmo que su cabeza privilegiada. Aún así está a años luz de la mayoría del actual escalafón y ayer firmó lo más destacado de una soporífera y desilusionante tarde: varios adornos y un natural de cartel. Verdad es que el toro, feo como él solo, se merecía mucho más, y encima hecho con temple, pero a estas alturas del partido no le vamos a pedir peras al olmo.
Daniel Luque es otro perenne proyecto de figura. Ya he perdido la cuenta de los lustros que venimos escuchando eso de «éste va a ser su año». Pues me da que no, el tiempo pasa inexorablemente y él no progresa adecuadamente. Y para colmo ahora le ha dado por tirar la espada y dar unos pases con la diestra encorvado y sacando mucho el culo. Esto va degenerando, como pronosticó Juan Belmonte.
Manzanares, para unos, es el proyecto de yerno que desearían tener muchas señoronas de mechas matizadas, mañanitas de golf y manicura semanal. Para otros más exigentes y menos soñadores, el proyecto de figura que podría llegar a ser si diera menos coba y toreara más ajustado.
Solo una realidad: Curro Javier, ya fuera con los palos, ya lidiando sin apenas lidiar; lo demás, para olvidar. Y para colmo de males uno de los toros salió con el crotal puesto en la oreja. Habría que prohibir esas cosas por ley, restan estética y la poca poesía que le va quedando a esto. Y hablando de poetas, uno de los más populares en Sevilla fue Antonio Rodríguez-Buzón -de Osuna, la patria chica de mis amigos Rosario Herrera y Jesús Sánchez-, el pregonero más recordado de la Semana Santa de Sevilla, cuyo texto impreso se vendió para recaudar fondos a favor del «Hospital de Cofrades Incurables», otro proyecto del que nunca más se supo. A ver si pronto levantan un hospital de aficionados taurinos incorregibles, porque al paso que vamos allí vamos a acabar todos los que aún nos ilusiona esta quimera de la tauromaquia.