Alejandro Talavante conquistó Las Palomas en una buena tarde de toros. Cortós dos orejas, una en cada toro, mientras que Manzanares cortaba uan oreja y Morante era abroncado en ambos.
Gavira / Morante, Manzanares y Talavante
Plaza de Algeciras, 5ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Gavira, terciados, nobles y de distinta condición, En general, justos de raza. Mejores segundo, tercero y sexto. Malos, cuarto y quinto. Saludaron en banderillas Curro Javier, Juan José Trujillo y Luis Blázquez.
Morante de la Puebla, de negro y oro, tres pinchazos y dos descabellos (pitos tras aviso). En el cuarto, pinchazo y estocada caída (pitos).
José María Manzanares, de pizarra y oro, estocada trasera y caída (una oreja). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).
Alejandro Talavante, de blanco y plata, pinchazo y estocada (una oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (una oreja). Salió a hombros.
Carlos Crivell.- Algeciras
La terna más esperada del año no logró llenar la plaza de Algeciras. Fue la mejor entrada de la Feria. La terna se mostró fiel a lo que podría esperarse. Morante tuvo una tarde infame, en parte porque sigue negado en los sorteos, pero también porque no sabe taparse cuando no lo ve claro. En este festejo nunca vislumbró la menor posibilidad en los de Gavira. Manzanares recogió lo que ha sembrado. Es el torero de moda y los públicos se entregan con facilidad a su tauromaquia. En Algeciras no fue la mejor, pero no importó. Y Talavante siguió con su toreo nuevo, de elegancia suprema, perfecto juego de muñecas, el que este lo le está elevando a la cima del toreo. Todo ello con una corrida de Gavira que no fue ni carne ni pescado.
A Morante le pitaron con saña en sus dos toros. En estos momentos es el único matador que puede ser pitado de tal forma. Es mucho lo que se espera del artista. En esta corrida se le vio indolente, como derrotado ante la adversidad de toros que no le gustaron, a los que trasteó de forma rutinaria sin atacar nunca para mejorar su imagen. Así pasó en el primero. Apenas unos derechazos buenos, para luego dejarse ir ante un toro parado y reservón. Todo ello lo acrecentó con su pésima forma de atacar la suerte suprema.
La bronca del quinto podría estar más justificada. El toro era incierto, pero Morante estuvo aún más dubitativo. Macheteo por la cara, un intento de toreo con al derecha y de nuevo al aliño para enfadar al tendido.
Manzanares tiene el santo de cara. La gente sabe que ha triunfado en Sevilla y Madrid y se quiere unir a la fiesta. El segundo fue un toro mirón y con cierta velocidad a la hora de tomar los engaños. El de Alicante hizo una faena intermitente. Los pases mejores fueron sublimes; en muchas ocasiones se dejó enganchar la muleta. El público se lo cantó todo y, a pesar de una estocada defectuosa, le premió con una oreja.
El quinto fue otra cosa. El animal cabeceó más de la cuenta, desarmó al torero y echó siempre la cara arriba. Fue un toro muy incómodo con el que el alicantino anduvo afanoso y porfión sin posibilidades de rematar una faena de clase. A nadie el importó ahora el macheteo por la cara. La estocada fue tremenda.
Talavante bordó una primear parte de faena primorosa ante el tercero. Con el temple y el valor pro bandera, enjaretó muletazos ligados en una loseta. La faena perdió intensidad conforme el animal se paraba. Talavante, muy inteligente, optó por el toreo más espectacular y unas manoletinas finales muy emotivas.
Con el flojo sexto, el torero extremeño redondeó su tarde. Se lució con el capote y toreó a placer por ambos pitones a un toro tan noble como suave. Talavante acertó al llevar con pulso exquisito a un toro que no permitía ni un tirón. El temple, santo y seña del toreo de nuestros días, afloró en el coso de Las Palomas con el mando de la muñeca prodigiosa de Talavante, que dio ritmo y pausa a una labor de mucho mérito. Las bernardinas finales acabaron por enloquecer al respetable. Muy bien Talavante.