Festejo sin trofeos, sin toreo y sin nada. La de Marca, descastada y sin juego. Los toreros no tuvieron recursos para lidiar la corrida. Petardo absoluto.
Marca / Enrique Ponce, Miguel ángel Perera y Eduardo Gallo
Ganadería: seis toros de José Luis Marca, correctos de presencia y de mal juego por falta de casta, flojos y mansurrones. El sexto, además, con genio. Un encierro pésimo.
Enrique Ponce: dos pinchazos y estocada baja (saludos) y estocada trasera y baja (saludos).
Miguel ángel Perera: pinchazo, trasera y descabello (saludos) y estocada muy trasera y baja (saludos).
Eduardo Gallo: pinchazo y estocada caída tendida (saludos) y estocada (saludos).
Plaza de Almería, 26 de agosto de 2008. 3ª de la Feria de Virgen del Mar. Tres cuartos de plaza. Minuto de silencio po Juan Antonio Cuesta, uno de los propietarios del coso. El viento molestó a los espadas. Saludó en banderillas álvaro Oliver.
Carlos Crivell.- Almería
La tercera de Almería fue un festejo plano, rutinario, con pocos instantes de interés. Todo pareció provocado por una corrida de Marca sin ninguna clase. Es verdad, la corrida de Marca fue un compendio de defectos para realizar el buen toreo, o al menos el toreo que hoy se exige en las plazas. Esta corrida tenía una segunda oportunidad en Almería; ya el año pasado presentó un lote de poco juego. A la segunda, fue la vencida. Eso quiere decir que no debería haber nuevas oportunidades hasta que demuestre que se ha rehabilitado.
La corrida de toros fue mala, pero a uno le daba la impresión que la terna no sabía por dónde meterle mano a semejantes astados. Las reses derrotaban casi siempre al final de los pases, manseaban y se escondían en tablas, al final se paraban y costaba un mundo que se arracaran a los engaños. Y todo ello con unos astados bien conformados en su tipo y encaste, casi todos bien presentados, de esos que dicen los taurinos que no pueden fallar en la plaza. Siendo todo esto cierto, la terna esperó mucho embestidas boyantes y no tenía remedios para enjaretar los pases cuando los toros no eran de carril. Queda la duda, por otra parte de complicada solución, si además de los toros la terna torera no encontró la fórmula para sacarle partido a sus lotes.
Enrique Ponce es un torero predilecto en Almería. Su balance de dos saludos viene a indicar que no fue su mejor tarde. El primero fue uno de los que medio se dejó torear. A Ponce le molestó mucho el viento y le costó mucho poder centrarse con el animal. Entre que el toro punteaba el engaño y que el viento le impedía citar con serenidad, la faena se deslizó por tonos de poca altura. Tres naturales fueron bellos de trazo y temple. Algún derechazo suelto y poco más. El toro metía bien la cara; sería el viento…
El cuarto era un zapatito por sus hechuras. De los que embisten siempre, menos si es de Marca. El toro recibió un puyazo algo trasero de Saavedra. Debió cuidar más Ponce este tercio. El torero creía en el toro y brindó a la plaza. Le dio tiempo y diastancia. El toro acusó sus pocas fuerzas y se rebrincó al final de cada muletazo. Cuando el valenciano quiso bajar la mano, el animal besó el albero. La ilusión se hundió, la plaza no podía creer que tampoco ahora presenciaría una faena cumbre su adorado torero. Ponce también se desanimó y sus gestos fueron claros.
Se esperaba con mucho interés a Miguel ángel Perera, el torero de moda. Su tarde fue un dechado de buena voluntad que se estrelló contra dos toros nada colaboradores. No picó a ninguno de los dos, así como suena, con la sana intención de que llegaran con más recorrido al final. El segundo, de mansa movilidad, se refugió en tablas y no regaló ninguna embestida clara. Perera lo intentó en una labor tesonera, pero el toro era muy deslucido.
Todo quedó para el quinto. Bonito toro y hermoso comienzo de faena por alto, una trincherilla y, ligado, el de pecho. El gozo de la plaza, en el pozo de un toro que también punteaba rebrincado al final de cada pase. Perera, porfión, valiente, lo intentó, para acabar en la corta distancia. Todo acabó deslucido por los múltiples enganchones. Dejó un espadazo bajo y trasero y llegaron a pedir la oreja. No era para tanto.
El tercero, Eduardo Gallo, también tropezó en primer lugar con un toro con el defecto de rematar al final de los pases y que se paró al final. Gallo dio muchos pases; algunos de trazo largo; otros sin el debido temple. Acabó con cuirculares, pero al conjunto le faltó temple.
El sexto, bien presentado, sacó genio. Gallo toreó con la derecha muy en corto pero no llegó a acoplarse. El toro acabó brusco, Gallo no supo resolver los problemas y lo mató bien.