La mejor corrida de rejones del año se vivió en la 5ª de Almería con los tres caballeros a hombros y un buen encierro de Herederos de Sánchez y Sánchez.
Plaza de Almería, 5ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, desiguales de presencia y de buen juego. Los tres rejoneadores salieron a hombros por la Puerta Grande.
Hermoso de Mendoza, una oreja y una oreja.
Diego Ventura, saludos y dos orejas.
Leonardo Hernández, dos orejas y una oreja.
Carlos Crivell.- Almería
Buena corrida la que enviaron los herederos de Ángel Sánchez, puro encaste Murube, para el festejo final de la Feria de Almería. El material ganadero fue idóneo para el lucimiento de los tres caballeros. Hermoso lució su maestría; Ventura se entregó con ardor, mientras que Leonardo se equiparaba a los dos maestros, algo que no es fácil.
Hermoso cuajó dos actuaciones en las que el denominador común fue la variedad en las suertes. Con el que abrió plaza lo hizo a lomos de Napoleón y Viriato. Así surgieron las carreras a dos pistas y las piruetas. El magnífico Pirata puso el colofón con las cortas. Con el buen toro cuarto se vivió un momento de peligro cuando fue atropellado Chenel cerca de las tablas. No le pasó nada al célebre equino, por algo los astados estaban despuntados además de muy gachos. Hermoso se vino arriba con Dalí y acabó de nuevo con Pirata. Cortó una oreja en cada toro y dejó la estela de su magisterio.
Diego Ventura no cortó ningún trofeo en el segundo después de una labor pletórica. Nazarí a dos pistas fue la gran estrella, aunque no fue menos espectacular el cite en galope a tres manos de Oro, llamado a ser otra estrella. Esta gran labor no tuvo el remate acertado ni con los rejones de muerte ni con el descabello desde la cabalgadura.
El quinto fue otra explosión para Ventura. Otro buen toro para el rejoneo y una demostración cumbre de Pegaso, otro caballo integral, de los que corre a dos pistas, borda las piruetas y quiebra marcha atrás. Una obra completa que remató con los alardes de Cheque. La facilidad para conectar con el tendido del caballero de La Puebla (así se puede considerar, a pesar de su nacimiento en Lisboa) puso la plaza en ebullición. Cuando salió Califa y el toro rodó sin puntilla al segundo rejón, la plaza se desbordó y logró el doble trofeo.
Leonardo Hernández se sumó a la tarde triunfal y le cortó las dos orejas al tercero. Su labor fue vibrante, aunque es preciso que las reses no le tropiecen tanto las cabalgaduras. Con Templario, el caballo que lleva el hierro de Pablo Hermoso, rayó a buena altura. En el balance final contó de forma decisiva el rejón de muerte con el que acabó con el toro.
El sexto fue otro toro ideal para el toreo a caballo. Leonardo, ya con la tranquilidad del triunfo en su mano, ofreció un recital con Verdi, con el que hizo quiebros casi imposibles. Quieto puso el colofón a una tarde de rejoneo de las mejores de la temporada, ya por el gran juego de los toros, ya por la actuación de la terna más lujosa del escalafón.