El Juli cortó tres orejas en una gran tarde en la sexta de Almería. Estuvo cumbre con el toro bravo segundo y con el más mansito quinto. Esplá, sinmpático y airoso. -Castella, espeso.

Seis toros de Garcigrande, bien presentados excepto el quinto, astigordo, y de juego variado. Excelente el muy bravo segundo. Más rajados, aunque nobles, cuarto y quinto. Más complicados, tercero y sexto.

Luis Francisco Esplá: dos pinchazos y descabello (saludos) y media baja atravesada (una oreja).
El Juli: buena estocada (una oreja) y media estocada (dos orejas).
Sebastián Castella: dos pinchazos y estocada trasera y baja (silencio) y estocada baja (saludos).

Plaza de Almería, 6ª de Feria. Tres cuartos de plaza. El Juli salió a hombros. Esplá sufrió una luxación del dedo anular de mano izquierda. El picador Aurelio García fue trasladado al hospital para estudio radiológico.

Carlos Crivell.- Almería

Por fin un torero en plenitud en la Feria de Almería. Y por fin un toro bravo de verdad. El torero, El Juli. El toro, el segundo de Garcigrande. A ese toro le cortó el torero madrileño una sola oreja, simplemente porque era tan bravo que por su propio ímpetu al embestir perdía a veces las manos, algo que deslució algunos pasajes de una faena muy buena.

No es fácil hablar de un toro bravo. Tampoco se puede comentar todos los días una actuación completa de un matador. Ambos sucesos se conjuntaron en esta sexta de Almería, donde el público sigue alegre y festivalero y el palco está totalmente desorientado. La famosa merienda de Almería duró casi media hora. Gloria a la merienda. Sin embargo, los lidiadores no pueden esperar tanto tiempo en el callejón la continuación de la corrida.

Además del toro bravo, se dejaron el cuarto y el quinto. A la corrida le faltó raza en conjunto, porque casi todos acabaron en las tablas y allí se defendieron. El tercero no fue picado y se notó mucho. El sexto no fue bueno. Si salen tres que se dejan dar pases, en estos tiempos se puede uno dar con un canto en los dientes.

El Juli se enfrentó al segundo con firmeza. El toro se entregó en un gran puyazo metiendo los riñones, pero perdía las manos en sus acometidas. La faena fue inteligente, tratando de que el animal se atemperara para poder conducir su bravura, templando mucho y ligando cuando ya el de Garcigrande se afianzó más y apenas doblaba las manos. El final fue pletórico, dominador y poderoso, ligando circulares y de pecho sin moverse. Una estocada perfecta remató su faena. Tal fue de dos orejas, pero esa blandura del toro, que no era tal sino exceso de acometividad, le quitó vistosidad a su labor.

Con el quinto no quedaron dudas. Era más mansito, bueno y noble, pero limitado de casta. No lo quiso someter al principio, lo llevó en línea, para luego bajar la mano, torear en circular de manera rotunda, con mando y quietud absoluta. Media estocada y ahora dos orejas como premio a una tarde completa de quien ha roto la Feria y se merece todos los premios en disputa.

Esplá se despidió de Almería con su toreo habitual, lleno de torería, detalles de tauromaquia eterna, algunos momentos de temple en su muleta y mucho donaire y majeza. Estuvo solvente en ambos con las banderillas. La faena al primero, mansito, fue intermitente y movida. La del cuarto, también en las tablas porque el animal, noble, se había rajado, tuvo algunos destellos de toreo largo y bonito sobre la diestra. No importó un espadazo infame, con luxación de un dedo incluida, para que Almería, gentil y cariñosa, le regalara una oreja.

Castella está algo espeso en este tramo de la temporada. Esa obsesión de no picar los toros le jugó una mala pasada en el tercero. El animal no se picó y el palco, alegre e insuficiente, le permitió cambiar sin castigar al toro. El animal entró al caballo, pero sólo sufrió un refilón. Algún aficionado bueno protestó al palco. Fue manso y brusco, se notó que con un puyazo en regla podía haber sido todo diferente. Su labor fue valiente, pero no pudo meter en la muleta un animal descompuesto y topón que acabó en la puerta de toriles.

El sexto tampoco fue bueno. En realidad Castella se llevó el lote malo de la tarde, pero ello no puede ser óbice para dejar claro que no se le observa despejado y clarividente. El toro cabeceó mucho, Castella sólo quiso torear en cercanías, no acertó con el temple, se sucedieron los enganchones, todo fue un barullo entre toro y torero. Para colmo, le arreó un bajonazo. Lo dicho, que Castella parece cansado a estas alturas de año.