Carlos Crivell.– No hay nada nuevo bajo el sol. A propósito de la actuación del joven Marco Pérez en el festival del 12 de octubre en Sevilla, en la que se mostró como un torero en ciernes consumado, es bueno recordar que no es la primera vez que un becerrista corta un rabo en la Real Maestranza. Hay que retroceder hasta 1937 para encontrar un suceso parecido. En aquella ocasión fue Antonio Bienvenida quien logró la hazaña de pasear el preciado trofeo por el anillo maestrante. Además, lo hizo en dos ocasiones en el mismo año, la primera cuando aún no tenía 15 años, y la segunda cuando hacía pocos días que los había cumplido.
El año 1937, llamado el II año triunfal en el bando nacional, fue de muchos festejos benéficos en la plaza de toros de Sevilla. También fueron aquellos años muy productivos en cuanto a corte de rabos en la plaza. Cabe recordar, como se hará de forma pormenorizada en un próximo artículo, que el último rabo cortado en Sevilla data del año 1999, cuando el rejoneador Hermoso de Mendoza le cortó las orejas y el rabo a un toro de Bohórquez. Antes, en 1971, Ruiz Miguel fue el último matador de toros en conseguir este galardón.
En el citado año de 1937 se organizó un festival taurino el domingo 13 de junio, a beneficio de la Sección Femenina del FET y de las JONS. Fue un festival en el que se anunciaron algunos aficionados prácticos y dos becerristas: Antonio Bienvenida y Paquito Casado. El resto de componentes del cartel fueron los rejoneadores Eugenio Luque y Pedro Luis Algabeño, y los espadas Pepe de la Cova, Alfredo Álvarez Pickman, Manolo Vázquez (Pechohierro), Jaime Coquilla y los dos jóvenes Bienvenida y Casado.
Antonio Bienvenida contaba todavía con catorce años en este festival. Hasta el 22 de junio no cumplió los quince. En este festival, el niño Bienvenida le cortó las dos orejas y el rabo a un eral, no a un añojo, con el hierro de Juan Belmonte. Según las crónicas de la época, el becerrista tuvo una actuación extraordinaria con arte y aplomo, así como gran dominio de todas las suertes. Destacó su toreo al natural ligado y rematado con pases de pecho. El público lo vitoreó y lo premió con las orejas y el rabo en el día de su santo. Añaden las crónicas que al festival asistió el General Queipo de Llano y el matador de toros Pascual Márquez, que andaba convaleciente de un percance. Los hermanos mayores de Antonio. Manolo y Pepe Bienvenida, pusieron las banderillas en todos los toros.
No fue el único rabo que cortó Antonio Bienvenida en Sevilla como becerrista. Recién cumplidos los 15 años, participó en un festejo mixto celebrado el 11 de julio del mismo año 1937, en el que se lidiaron cuatro toros de García Mateo, para Manolo y Pepe Bienvenida, y dos becerros de Belmonte, para Antoñito Bienvenida, que nuevamente paseó un rabo por el ruedo. Este festejo, con los toreros vestidos de luces, se celebró a beneficio de la reconstrucción del acorazado España. Como dato añadido, y en similitud a lo acontecido con Marco Pérez, a Bienvenida lo sacaron a hombros y lo pasearon de esta forma por al Arenal. No lo hizo por la Puerta del Príncipe, porque en aquellos tiempos a los toreros no los sacaban a hombros por esta puerta, algo que ahora se ha convertido en una obsesión para lidiadores y aficionados.
La concesión de un rabo a un becerrista no es, por tanto, un hecho novedoso en Sevilla. Ya lo hizo en un festival, y luego vestido de luces, Antonio Bienvenida. La sorpresa de este logro de Marco Pérez viene en relación a que ya la concesión de rabos en Sevilla parecía algo completamente olvidado. En otros tiempos se concedieron muchos rabos en la Maestranza. Baste decir que este Marco Pérez es el número 108 en la historia de la plaza sevillana