Carlos Crivell.– Eduardo Canorea deja de trabajar en la Empresa Pagés. Se jubilará en diciembre, pero ya desde estas fechas no es un trabajador activo en las oficinas de la calle Adriano. Eso no quiere decir que deje de ser uno de los propietarios de la empresa junto a sus dos hermanas. De momento no parece que vaya a vender su parte, entre otras cosas porque tiene hijos que trabajan en la casa y que serán sus herederos en el futuro.
Deja la empresa por motivos de salud. Puedo asegurar que es rigurosamente cierto. Y debo confesar que tengo mi cuota de responsabilidad al haberle aconsejado, solo desde un punto de vista médico, que debía apartarse de un trabajo que le estaba castigando duramente la salud. Y aunque se va por motivos médicos, a nadie se le escapa que Eduardo se va también porque no quiere que su presencia en la empresa sea un obstáculo para la buena marcha de la gestión. Todos saben que Canorea era el malo de la película. El día de la presentación de los carteles se pedía su dimisión, nunca la de otros miembros de Pagés. Cuando en la plaza hay voces contra la empresa, la diana siempre era Eduardo Canorea.
La Real Maestranza de Caballería no le ha forzado a retirarse, pero no hay que ser muy listos para comprender que la propiedad entiende que con su desaparición de la escena pueden mejorar las relaciones con los toreros disidentes. Canorea se marcha muy cansado, tanto en lo físico como en lo mental. Ha sido el centro de todos los dardos que se han disparado contra la empresa Pagés. Y es verdad, como reconoce en su carta de despedida, que ha cometido errores y se ha disculpado por ello. Entre otras cosas, a Canorea le ha faltado diplomacia a la hora de hablar, se ha exaltado con facilidad y no ha contado hasta tres para permanecer callado en algunas ocasiones.
Ramón Valencia, solo o en compañía, seguirá en la gestión. Se incorpora Laura Canorea, la hija de Eduardo, que tiene un brillante futuro en las tareas económicas y administrativas. Algo ha cambiado en Pagés. Sin embargo, la pregunta es si será suficiente para que las aguas vuelvan a su cauce. Morante se ha apresurado a decir que no cambia nada, porque ‘tanto monta Ramón como Eduardo’.
Todavía asistiremos a novedades. Se queda Ramón Valencia, solo o en compañía. La compañía puede ser un hombre conciliador y respetado por todos. Se ha hablado de Eduardo Dávila Miura. No está claro. Puede ser la incorporación de otra empresa a la gestión. El invierno será interesante en torno al futuro de la empresa Pagés.
Y como telón de fondo siempre quedará el asunto del contrato entre Pagés y la Real Maestranza. Siguiendo una costumbre inveterada, los maestrantes callan. Se ha sabido que se prolongó el contrato cuando se hicieron las obras de las gradas, que corrieron a cargo de la empresa. Algunos cifran la fecha en 2024 ó 2025. En este aspecto, la propiedad es muy respetuosa con lo pactado.
Así que seguirá Pagés por lo menos 10 años más. Y debe hacerlo con nuevas estructuras, más dinámicas, más abiertas, como una empresa moderna en todos los sentidos. Deberá cambiar todo lo que sea necesario para volver a encontrar unos años de normalidad. Mientras, Eduardo Canorea se ha alejado de su puesto de trabajo porque lo primero es la salud, pero también porque su cabeza tenía un precio. No cabe ninguna duda de que, al margen de las recomendaciones recibidas por sus médicos, Canorea ha pensado en el futuro de una casa que lleva más de ochenta años en la plaza de toros de Sevilla.