La tarde del miércoles de farolillos se presentaba bastante calurosa, entre el bullicio y los gritos de las aguadoras, allí estaba él, en la puerta de la taquilla de La Maestranza. Luciendo su americana de hace un par de décadas como si del primer día se tratara, y la mejor de sus tres corbatas. Con la torpeza que le supone ya su edad, sacaba del bolsillo una acartonada cartera de cuero, donde estaba el dinero justo para comprar la ilusión que llevaba más de un año esperando. Tal inversión le había negado muchas partidas de dominó y varias copitas de vino en el viejo bar de su pueblo. Pero ahora, por fin, ya estaba allí, haciendo realidad su sueño. Sus ojos setenteros hoy no están cansados, de ellos chispea la felicidad de los inocentes ojos de un niño. Entre las marcas de edad en su curtida piel por el sol se vislumbra la alegría y nervios que le provoca el deseado encuentro con su deidad: Morante de la Puebla. Ya en su localidad sentado, en la tercera fila del sol alto del tendido doce, aún fatigado y con la respiración entrecortada del esfuerzo que le había supuesto subir las escaleras, ¡ lo vio pasear por el albero! Y le recorrió su rostro la lágrima más pura causada por la emoción… por la idolatración.
Desde este buen señor hasta la señora de más alta alcurnia somos los que formamos La Maestranza, como los fieles y creyentes forman la Iglesia. Somos nosotros los que la llenamos de vida las tardes primaverales de abril, las tardes embadurnadas de azahar de nuestra Sevilla. Y ahora, ustedes, los dioses del toreo, disfrazáis con la palabra «solidaridad» las ocultas intenciones evidentemente promovidas por intereses económicos. Los toreros hacen el arte y los empresarios los negocios. Es muy decepcionante para la vetusta afición de Sevilla escuchar las vanas explicaciones enfundadas por una ceguera ambición. Difícil comprender a personas dotadas de un sentimiento sublime, ahora, en tan corto plazo de tiempo, olviden fechas tan memorables como el 1/05/2006 o el 30/04/2011 etc.etc….por simple «solidaridad». ¿Cómo se es posible morder sin piedad la mano que tanto bien te ha dado? …Y Morante, bohemio, apasionado, que reencarnas a un romántico del XIX, donde por tus venas corre arte que bombea tu pasión ¿Por qué friamente le rompes el corazón a tu tierra, a tus más fieles morantistas?