
Foto: Eva Morales
En una tarde variada y emotiva, Tomás Bastos abrió plaza con una faena templada y decidida ante Orgulloso, destacando por el derecho y cerrando con bernadinas, antes de dejar una estocada entera. Álvaro Serrano mostró oficio ante Laminado, un novillo complicado, logrando momentos de mérito pese a que la espada le restó premio. Carlos Tirado se enfrentó a Ibicenco, un novillo deslucido al que intentó someter sin gran lucimiento, y al que despachó con dificultad. Mario Vilau protagonizó la mejor faena de la tarde frente a Guardés, cuajándolo por ambos pitones con temple y profundidad; parte del público pidió el indulto. Por su parte, Ruiz de Velasco firmó una faena de creciente intensidad ante Escribiente, destacando al natural y rematando con expresión y temple.
Con un toreo templado y una actitud decidida, el joven diestro Tomás Bastos firmó una actuación destacada ante «Orgulloso», un ejemplar de Fuente Ymbro que, pese a sus virtudes, exigía firmeza y temple. Bastos saludó al astado con un ramillete de verónicas plenas de gusto, rematadas con una lucida media que arrancó los primeros aplausos del tendido. Tras brindar su faena al público, inició su labor con la rodilla en tierra, dejando claro desde el principio su disposición a entregarse por completo. En los primeros compases, tanteó al animal por ambos pitones en el tercio, para luego llevar su faena a los medios, donde encontró mejor ligazón por el pitón derecho. Por el izquierdo, toreó al natural con la pierna retrasada, intentando acompasar la embestida de un toro que, si bien metía bien la cara y seguía el engaño, no terminaba de romper con claridad. Tomás Bastos alternó los terrenos y los pitones buscando el acople perfecto. Fue en una última tanda por el derecho, con la muleta baja y mucho ritmo, donde encontró la mejor conexión con el de Fuente Ymbro. Como epílogo, quiso cerrar su actuación con unas ajustadas bernardinas, en una de las cuales fue feamente prendido, sin consecuencias aparentes. Tras el susto, volvió con entereza al novillos y, a la segunda, dejó una estocada entera que resultó efectiva. Dos orejas.
Álvaro Serrano volvió a dejar constancia de su firmeza y sentido del toreo en una faena que combinó emoción, entrega y momentos de auténtico mérito ante «Laminado», un astado con querencias marcadas que exigió temple y firmeza desde el inicio. Desde que el de Fuente Ymbro pisó el albero, Serrano se impuso con decisión. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas que electrizó a los tendidos, para luego incorporarse y continuar con una afarolada y una serie de verónicas llenas de compostura y lucimiento. Brindó su actuación a su cuadrilla, gesto de compañerismo y reconocimiento, y se fue a los medios, donde citó de rodillas a su oponente desde lejos. Allí comenzó su faena de muleta toreando en redondo por el pitón derecho, demostrando firmeza y conocimiento del terreno. Ya en pie, buscó el toreo al natural. Le fue pasando de uno en uno, con pases sueltos que, aunque sin gran ligazón, mostraron la intención de someter. Retomó el pitón derecho, donde consiguió una tanda más hilvanada, y volvió al izquierdo, aunque pronto quedó claro que «Laminado» había visto las tablas y amenazaba con buscar la querencia. Fue entonces cuando Álvaro tiró de recursos y mando. Con voz firme y la muleta baja, lo sacó de su querencia y le exigió por el derecho, logrando una serie de gran mérito. Cerró su actuación con unos molinetes de rodillas que pusieron el broche artístico a una faena de más fondo que forma. La espada, sin embargo, no acompañó. A la tercera dejó una estocada defectuosa que obligó a recurrir al descabello, enfriando una labor que, en su conjunto, mereció reconocimiento por el valor demostrado y la claridad de ideas ante un toro nada fácil. Oreja tras aviso.
Con firmeza y temple, Carlos Tirado enfrentó a «Ibicenco», un novillo que no terminó de romper y exigió al joven espada sacar a relucir su capacidad de adaptación y su sentido del oficio. Aunque la faena no alcanzó cotas de brillo, dejó pasajes de mérito frente a un oponente cada vez más a la defensiva. Desde el recibo capotero, Tirado no logró estirarse con comodidad. El de Fuente Ymbro no se entregó de salida, y el saludo con el capote quedó sin la profundidad deseada. Brindó la faena al público de Sanlúcar, y de rodillas en el tercio comenzó a someterlo por ambos pitones, buscándole las vueltas a un animal que mostraba más nobleza que clase. Por el pitón derecho, fue perdiéndole pasos y aprovechando la inercia para ligar los muletazos. El novillo seguía el engaño, pero punteaba la muleta y descomponía las tandas, lo que restaba limpieza al trazo. Al natural, Tirado intentó someterlo de uno en uno, tirando de técnica para mantener la compostura de la faena. Montó la muleta nuevamente sobre la diestra, y con un molinete como prólogo, le robó algunos pases sueltos a media altura. El novillo, cada vez más parado, requería mando y decisión: ya no quería pelea, y obligaba al torero a atacarle para mantenerlo en la faena. Consciente de que no había mucho más que sacar, Carlos Tirado optó por no alargar la faena. La suerte suprema, sin embargo, no estuvo de su lado. Tuvo dificultades para cuadrar al novillo: pinchó en dos ocasiones antes de que el animal se echara. Fue levantado, volvió a pinchar, y finalmente «Ibicenco» se echó por segunda vez, siendo apuntillado en el ruedo. Una actuación honesta, de esfuerzo y voluntad, ante un novillo que nunca terminó de entregarse y que puso a prueba la capacidad de resolución del novillero. Ovación con saludos tras aviso.
La plaza se encendió con la entrega sin reservas de Mario Vilau, que firmó una de las faenas más emocionantes de la tarde ante “Guardés”, un novillo de nobleza clara al que cuajó por ambos pitones con valor, estética y conocimiento. Una actuación redonda, solo empañada por la espada, que levantó al público de sus asientos e incluso hizo brotar la petición de indulto. El inicio no pudo ser más impactante. Vilau se fue a portagayola para recibir al de Fuente Ymbro con una larga cambiada que marcó el tono de la faena: arriesgada, sincera y entregada. De rodillas, ya en el tercio, continuó su saludo capotero a la verónica sin incorporarse, en un gesto de pureza y quietud que caló hondo en los tendidos. En los medios y aún de rodillas, comenzó la faena de muleta por el pitón derecho, ligando los pases en redondo con temple y firmeza. Bajándole la mano con suavidad, firmó una tanda de peso que fue reconocida con fuerza por el público. Supo darle tiempo y espacio al novillo, aprovechando su inercia para cuajarlo también al natural. Le ofreció el pecho y tiró de él con despaciosidad, adornándose con un afarolado que dio paso a momentos de gran torería. Retomó el pitón derecho, atalonado en la arena, y combinó la profundidad de su toreo con adornos de su tauromaquia personal: cambios de mano, recursos expresivos y una variedad que enriqueció la faena. Siguió con circulares y muletazos de mano baja, templando y sometiendo a un novillo que respondió con nobleza y clase. Las bernadinas del epílogo, muy ajustadas, pusieron a prueba el valor de Vilau y sellaron una actuación de gran conexión con el tendido. Un pase de pecho en rodillas y un desplante pusieron el broche a la obra. Parte del público, entusiasmado, pidió el indulto, provocando dudas en el torero. Finalmente, tras un pinchazo, dejó una estocada entera, algo tendida pero eficaz. Una faena que, de no ser por la espada, hubiera tocado la perfección. El nombre de Mario Vilau quedó escrito con letras de oro en esta tarde de entrega, torería y emoción. Dos orejas y rabo, y vuelta al ruedo para el novillo.
La entrega y el concepto de Ruiz de Velasco quedaron patentes frente a “Escribiente”, un novillo de buena condición al que el joven torero fue entendiendo poco a poco, construyendo una faena de ritmo creciente, temple y personalidad. Su labor, marcada por la expresión en los toques y el ajuste en las distancias, tuvo pasajes de gran calado en los tendidos. Recibió a su oponente con un farol de rodillas que marcó el tono de su disposición. Ya con la muleta, inició su faena también genuflexo en el tercio, donde fue probándolo por ambos pitones. El inicio, en el que llegó a ser desarmado, no mermó su ánimo, y pronto volvió a la cara del novillo con firmeza. Por el pitón derecho comenzó a construir su obra, dándole sitio, bajándole la mano y llevándole largo. Acortó las distancias con decisión, y con la pierna atrás lo fue llevando en redondo, aprovechando la nobleza del animal. Con ritmo y pulso, ligó una tanda de buena factura, y enseguida cambió al pitón izquierdo, citando de lejos a un novillo que respondió desplazándose con calidad. Por ese pitón dejó una serie de naturales de uno en uno, templados y con cadencia, que llegaron con claridad al tendido. Retomó la mano derecha, volvió a asentarse con la pierna retrasada y, tirando de recursos personales, aderezó su faena con adornos sobrios. Otra vez al natural, acompañó los muletazos con la cintura, firmando una tanda de expresión que cerró de rodillas con un desplante que caló en la plaza. Como epílogo, volvió a dar el pecho para rematar con naturales, y a la tercera entrada logró dejar una estocada que fue suficiente. Una faena de sensibilidad, entendimiento y gusto ante un novillo colaborador, que permitió a Ruiz de Velasco mostrar su concepto de toreo y su capacidad de ir construyendo una obra sólida desde el inicio hasta el final. Oreja tras aviso.
Domingo 19 de Octubre de 2025. Plaza de Toros de Sanlúcar de Barrameda – Coso del Pino. II Gran Final Liga Nacional de Novilladas
Ejemplares de la ganadería de Fuente Ymbro: Bien presentados aunque variados de hechuras y de buen juego en líneas generales. Destacó al cuarto, ‘Guardés’, premiado con la vuelta al ruedo.
TOMÁS BASTOS; (C. Extremadura): Dos Orejas.
ÁLVARO SERRANO; (C. Madrid): Oreja tras aviso.
CARLOS TIRADO; (C. Andalucía): Ovación con saludos tras aviso.
MARIO VILAU; (C. Valenciano): Dos orejas y rabo, y vuelta al ruedo al novillo.
RUIZ DE VELASCO; (C. Castilla y León): Oreja tras aviso.
Cuadrillas: Destacaron las lidias de Juan Carlos de Alba, Eloy Hilario y Juan Márquez.
Premios:
Triunfador de la Liga Nacional de Novilladas: Mario Vilau
Recibió el Trofeo de manos de D. Antonio Sanz, Consejero de Sanidad, Presidencia y Emergencias, y D. Victorino Martín, Presidente de la Fundación Toro de Lidia, en compañía del empresario Carmelo García.