El Zapata: "Ahora soy un torero en plena madurez"

Gastón Ramírez Cuevas

En pocas líneas se define a un grande del toreo; alguien que nunca ha renunciado a su estilo honrado y pundonoroso, tanto en la plaza como fuera de ella. Uriel Moreno es probablemente el mejor tentador de México y uno de los verdaderos representantes del toreo tlaxcalteca, ése que se caracteriza por poderle a los toros bravos con arte y gusto.

Para el aficionado que no está muy enterado de quién es este gran torero mexicano, habrá que hacer un pequeño preámbulo. El Zapata es un señor que, entre otras cosas, le ha ganado las palmas al maestro Esplá poniéndole banderillas a los toros de Barralva en Guadalajara. Además desde hace ya varios años es poseedor de una fácil elegancia y una gran sabiduría que demuestra en todas las fases de la lidia.

Hacía tres años que no se presentaba en la Plaza México y ayer hoy triunfó; horas después tuvimos una conversación.

Hablando del toro “Benamejí”, de Santa María de Xalpa, El Zapata nos dijo que el toro al que le cortó un apéndice después de una lidia completísima, “no regalaba un muletazo, había que quedarse ahí, jugándosela, en la cara de un toro con peligro que miraba mucho y tenía resabios”. No obstante, Uriel, comentó que el toro fue bueno, y que pese al momento de angustia –cuando el toro le cogió al saltar la barrera después del tercer par de banderillas- él estuvo contento toreando y feliz por estar en La México.

Cuando le mencionamos lo espectacular de sus segundos tercios, el matador parecía minimizar lo realizado, como si cualquier hijo de vecino tuviera la capacidad de poner los garapullos como mandan los cánones. Al respecto mencionó que cada uno de sus seis pares había sido distinto y que después de tanto entrenar con el carretón, “da gusto tener enfrente a un toro que se deje hacer fiestas y permita hacer en la plaza lo que se ha ensayado tantas veces”.

Sobre el pase llamado El Imposible, con el que inició el trasteo al de la oreja, nos dejó muy claro que fue pura inspiración: “No lo tenía planeado, pero viendo al toro, pensé que eso era lo adecuado. De hecho, no recuerdo haber visto a nadie hacerlo en los medios de la plaza México”.

Para quien lo ignore, ese muletazo es de mucha exposición, pues conlleva giros en donde se le pierde la cara al toro arancado de largo y es necesario tragar, cambiar el viaje al burel y finalizar con una arrucina de mucho aguante.

Volviendo a la trayectoria de El Zapata, no es posible olvidar que se ha hecho en la guerra, en plazas chicas y grandes, y pagando con sangre el gusto por torear. Lo bonito de todo esto es que no hay queja alguna en su plática respecto a quines le han cerrado las puertas del éxito grande y que sigue toreando con un entusiasmo que envidirían muchas figuras. Nos dejó bien claro que es ahora está pasando por un momento de madurez y que no dejará ir oportunidades de triunfar.

Respecto a una posible repetición en esta temporada, comentó que quiere que la empresa lo tome en cuenta para los carteles de enero del año entrante: “quisiera volver a presentarme en la México cuando vengan las figuras de España, por ejemplo, con El Cid”.

Su ilusión está intacta y declaró que la Plaza México merece toda la entrega y el esfuerzo de los que un torero es capaz. A la pregunta de si les pegará un baño a sus alternantes cada vez que pueda, con su singular modestia, nos contestó: “¡Hombre, lo que te puedo asegurar es que partiré plaza con las mismas ganas que hoy!”