Álvaro R. del Moral.- Con la venia de San Juan. San Juan, San Pedro y San Pablo bendicen las primeras cosechas del cereal y franquean la entrada del curso medio de la temporada. Las ferias amables de Alicante, Granada o Badajoz abren la puerta del verano taurino mientras el viaje de la temporada sigue extrañamente eclipsado por las brumas de su guerra fría. Las plazas del verano terminarán de repartir el escaso pescado que se vende en la cuesta abajo de una crisis que llegó para quedarse. Y el caso es que se adivinan pocos, poquísimos, movimientos en primera línea de la torería andante. Al reforzamiento inapelable de Perera -que le habría convertido en un personaje en otro tiempo- le han seguido un par de golpes de Manzanares que podrían animar al torero y al cotarro. Morante permanece refugiado en su parnaso. El Juli necesita plazas grandes y retos difíciles para materializar ciertos empeños. Talavante se ha quedado en la orilla y Tomás -que recibió un brutal porrazo en Granada- juega en tablero propio y llena las plazas de sus bolos sin añadir demasiado al argumento de la gran temporada. Ponce hizo de las suyas en Toledo y el resto del personal apunta cosas aquí y allí -incluyendo triunfos más o menos resonantes- sin que terminen de cerrarse las definitivas líneas de frente. Así está el toreo…
Historia de un triunfo secreto. La trastienda de la Feria triste nos está regalando sucesos felices para redimirnos de esos sinsabores que aún colean y han marcado, para mal, el desarrollo y el eco informativo de una temporada que ha dividido el toreo en bandos irreconciliables. Algún día retomaremos el asunto, con nuevos y sorprendentes datos y certezas. Pero ahora es el momento de felicitarnos con tres -o cuatro- revelaciones sucesivas que han renovado la ilusión antigua que siempre acompaña una tarde de toros. José Garrido y Borja Jiménez -que velan armas para su enfrentamiento definitivo- fueron los primeros en golpear. Después llegó el aldabonazo de Pepe Moral y el tercer martillazo lo ha dado un novillero choquero, David de Miranda, que tiene personalidad y auténticas ganas de ser torero. Pero nos centraremos en el triunfo incontestable del diestro palaciego, que no fue ninguna sorpresa para los que conocían sus auténticas posibilidades y sus sinceras ganas de romper en torero importante. Moral ha hecho el viaje de vuelta de ese largo eclipse que comenzó después de aquel festival invernal en Los Palacios en el que se asomó por última vez a un ruedo sevillano. Pero el triunfo del torero ha sido también el de Manolo Cortés, que tampoco se ha aburrido. El viejo torero de Gines conocía bien la verdadera capacidad de su torero y no ha dejado marchitar esos talentos mientras el calendario iba dejando caer tantas hojas. El maestro ha mantenido las confianzas y ha sacado nuevos registros de un matador que ya había mostrado su solidez. Enhorabuena.
Pagés enciende la pipa de la paz. La ruptura del G-5 -que ya nació asimétrico- es un rumor que circula en la calle del que no podemos añadir ni quitar nada. Los distintos talentos, capacidades, aspiraciones y planteamientos de temporada de los cinco indignados podrían ser el definitivo puntillazo de esta extraña alianza de intereses que obtuvo el mismo rendimiento que una cabra en un garaje. Se oyen otras cosas en las que no entraremos, por ahora. Pero también se escuchan, en voz cada vez más nítida, ciertos visos de arrepentimiento después de comprobar las nefastas consecuencias en esa drástica medida que, a la larga, sólo era un boomerang descontrolado que ya ha rebotado en más de una cabeza. Dentro de ese clima de contrición podrían ubicarse las últimas declaraciones y llamadas a la paz de Eduardo Canorea, que pueden leer íntegramente en la web de El Correo de Andalucía. Pero hay que rebobinar ligeramente para recordar que los empresarios sevillanos no quisieron hacer ningún tipo de declaración al respecto en la presentación de esos carteles que nunca quisieron tener que hacer. Ahora sí y no deja de antojarse como otro síntoma de un nuevo clima. El acercamiento es necesario y urgente -no sólo en el ámbito estricto de Sevilla- para reconducir una situación que, más allá del conflicto con los Pagés, ha envenenado todos los resortes de una temporada que recibe más eco de los despachos que de los ruedos. “Las puertas de la plaza están abiertas”, ha recalcado Canorea bajo la promesa de no mirar atrás. Los toreros andan enfrascados en el nomadeo de la temporada pero no pueden dejar pasar el invierno sin afrontar el asunto. Será el momento de ofrecer nuevos titulares. Y vamos bajando el periscopio con un aviso para navegantes que causó perplejidad en los corrillos del toreo: la corrida monstruo de Badajoz -Morante, El Juli, Perera y la alternativa de Tomás Campos en el cartel- sólo logró concitar medio aforo del coso pacense. Algunos se frotarán las manos pero el asunto sólo es una mala noticia para todo el toreo. Aquí pasa algo. Desgraciadamente nos tenemos que marchar con otra mala nueva: los villamartas de la familia Guardiola están camino del matadero. Paraísos perdidos…
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