Carlos Crivell.- Huelva no se quedó sin toros en estas Colombinas sin fiestas en las calles. La plaza no acabó de llenarse hasta donde las autoridades sanitarias lo permitían. Será la economía, será el hastío. A la hora de la verdad, algunas zonas de la plaza aparecían más colmadas que otras, aunque todo el mundo tenía colocada su correspondiente mascarilla.
En esta nueva etapa del mundo, en lo que hace referencia a los toros se aprecia una mayor benevolencia en los juicios, todavía más, de forma que parece que la protesta queda aparcada y la aclamación surge por asuntos de escasa relevancia. Así se apreció en la corrida de Núñez del Cuvillo, que fue un punto más baja de presentación de lo que es la norma en Huelva en una corrida de figuras. A casi nadie le importó al asunto, salvo cuando algún toro, como el segundo, demostró que no tenía fuerzas y hubo tímidas protestas en algunos sectores.
Fue una corrida chiquita pero matona. No fue un encierro vulgar de comportamiento. El que abrió plaza fue un manso encastado que obligó a Perera a un soberano esfuerzo para someterlo. El tercero fue un toro temperamental, muy encastado, aunque es cierto que se quedó crudo en el caballo. El cuarto fue el mejor de la tarde por bravo y noble. En fin, el resto se dejó con matices.
Perera se llevó la tarde por su faena al buen cuarto. Fue un compendio de todo el toreo del extremeño con capote, muleta y espada. Meció el capote en el saludo y dibujó media sensacional. Realizó su variado quite de chicuelinas, tafalleras y caleserinas. Comenzó de rodillas con derechazos de mando y temple: Ya enhiesto, bajó la mano con la derecha en tandas de un temple rotundo. Toreó por naturales, ligó en una loseta, se puso otra vez de rodillas para los circulares. Fue el delirio y la nueva demostración de la comunión que existe entre Miguel Ángel Perera y la plaza de La Merced. Rubricó con la espada en lugar efectivo y seguro. Dos orejas de las de antes y de las de siempre.
Al que abrió plaza no pudo doblegarlo a su gusto. En una tanda con la derecha surgió el pulso y el temple para llevar una embestida incómoda que exigía exposición y mando. No se encontró a gusto, pero no le superó el Cuvillo.
En esta corrida de Huelva, la mayor expectación la centró Pablo Aguado, que volvía al lugar del suceso del pasado año. Se esperaba la repetición de la jugada. No fue posible. Y no fue culpa de los toros. El tercero se quedó crudo en el tercio de varas. O su encastada bravura le hizo venirse arriba en la muleta. La realidad es que la faena del torero sevillana solo tuvo retazos de su estilo torero. Había sufrido un percance con el capote en un quite por chicuelinas, que le obligó a realizarse un autoquite en una larga de rodillas muy celebrada. El toro impuso su temperamento, hubo más enganchones de la cuenta y solo algún muletazo de calidad sobresalió del resto.
Se podía esperar que todo cambiara en el sexto, toro noble y sosito, pero otra vez hubo prestancia y detalles sin una faena compacta. Lo más preocupante de la tarde de Aguado fue que sigue con graves problemas a la hora de afrontar la suerte suprema. Y si no se matan los toros no se puede ser figura del toreo.
Decían que Cayetano no va a volver a torear este año. Su paso fue Huelva fue de escasa relevancia. A sus dos toros, nobles y manejables, les dio muchos pases de distinto calado en dos faenas algo anárquicas. Lo más logrado fueron los de pecho. Los mató con su técnica habitual, traserillo y tendido, y así solventa los problemas. Su imagen no fue excesivamente ilusionante.
En la corrida hubo más toreros, como Javier Ambel y Curro Javier, que van a porfía todas las tardes en una competencia sin tregua. Brillantes con el capote y con los palos, ambos saludaron y demostraron que junto a Vicente Herrera conforman una de las mejores cuadrillas del toreo. También destacaron Iván García, Joselito Rus y el picador Pedro Géniz.
A la salida tras más de dos horas y media, algo ya habitual en los festejos de hoy en día, el público salió con la imagen rotunda de Miguel Ángel Perera como dato positivo. También con cierta preocupación por la leve decepción sufrida con Pablo Aguado. Esperemos tiempos mejores para el sevillano.
Huelva, domingo 2 de agosto de 2020. Toros de Núñez del Cuvillo, terciados y muy cómodos de cabeza. Primero, manso, encastado y complicado; segundo, manso, sin fuerzas y descastado; tercero, encastado y temperamental, aunque poco castigado en varas; cuarto, bravo y noble; quinto, justo de raza aunque noble; sexto, noble y muy soso.
Miguel Ángel Perera(lila y oro): estocada trasera (ovación con saludos tras aviso). En el cuarto, estocada trasera (dos orejas).
Cayetano (azul pavo y oro): estocada trasera (ovación con saludos tras aviso). En el quinto, estocada tendida y descabello (ovación con saludos).
Pablo Aguado (pizarra y oro): dos pinchazos y estocada baja (ovación con saludos). En el sexto, dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio tras dos avisos)
Entrada: casi lleno del aforo permitido. Un grupo de toreros de Huelva exhibieron una pancarta pidiendo respeto al toreo como manifestación cultural. Raúl Corralejo leyó un comunicado, respaldado con una gran ovación. Saludó Javier Ambel en banderillas en el primero de la tarde y se lució en la brega del cuarto. Curro Javier saludó tras banderillear al cuarto.