predetPor Juan Manuel Pérez Alarcón


El concepto común de la solidaridad expresa, de forma simplista, la unión de modo circunstancial a una causa o a proyectos de terceros, sin distinción, límites o condicionamientos de sexo, raza, nacionalidad, religión ni de afiliación política. Y empiezo a razonar tal cuestión porque el diestro José María Manzanares en un comunicado justifica su ausencia en la próxima Feria de Abril, por “solidaridad” con su compañeros por unas causas que yo – como simple y humilde aficionado, y sin “interés solidario” – ni motivo ni conozco a fecha de hoy. Esa “solidaridad”, que en el mundo de los toros es muy solvente, y loable, para otro tipo de actos y homenajes, para ésta cuestión contractual con una determinada empresa parece ser – la solidaridad – el motivo principal el que una figura, y de forma poco acertada, renuncie por escrito a torear en la plaza de toros de Sevilla.
Yo siempre he pensado que la auténtica solidaridad era emprender o ayudar a una determinada persona sin recibir nada a cambio y sin que nadie se entere. Ser una persona solidaria es, en su esencia, ser desinteresado. La solidaridad se debe mover sólo por la convicción de valores tan realistas como la justicia e igualdad. Y en este caso en el que nos encontramos, no existe algún guiño a la solidaridad por parte del alicantino, porque realmente la afición desconoce los verdaderos intereses en juego, las “cuitas internas” entre unos y otros del G-5, y sobre todo no descansa en los valores que atesora la palabra «solidaridad».
Y creo que en esta «guerra» los porcentajes de culpa deben ser cualitativamente repartidos entre empresa y toreros, pero con una proporción algo superior en éstos últimos, porque no han sabido comunicar y analizar los problemas reales con el empresariado taurino, y menos con una empresa, como la de Sevilla, en la que que debería haberse adaptado a los nuevos tiempos antes que otras, porque su capacidad de decisión en la estructura de la fiesta tiene un peso elevado (es la segunda más importante tras la gestión de la plaza de toros de Madrid, por el número de festejos que se celebran), a pesar de los “recortes” conocidos y comentados en los últimos años. Pero ese es otro cantar.
Al diestro Manzanares, como dice el amigo Fernando Vázquez, “se le puede atragantar Sevilla», ya que su «solidaridad» no es plenamente entendida entre los aficionados, sobre todo cuando existen muchas injusticias en el mundo del toro que deben reclamar los mismos gestos de apoyo en actos y hechos que ocurren en las distintas ferias de España. ¿Quien le expresa «solidaridad» a Fernando Cruz por dejarle fuera de los carteles de Valdemorillo cuando fue triunfador el año pasado? ¿o a Juan Mora tras su triunfo en Madrid y “olvidado” por las empresas?;, y «solidaridad» con tanto compañeros que por matar una corrida en plaza de 3º categoría le “exigen unos gastos mínimos”?, y tantos otros ejemplos de «injusta solidaridad» que apenas tienen el eco suficiente en las llamadas “figuras».
Para ser una persona «solidaria» hay que ser justa, e igualitaria, y accionar el boton con todo el mundo, y no con las personas o profesionales en las que existe una clara posición de interés, lo que me conlleva a la idea de concluir que más allá de «gestos y jetas», estamos padeciendo una deriva en la propia naturaleza del término «solidaridad», no entendida por quienes pretenden usarla para justificar otras cuestiones o estrategias, no explicadas en su totalidad, y así renunciar a pisar el albero de la Real Maestranza de Caballería.