Carlos Crivell.– José Antonio Campuzano está retirado de la actualidad desde que finalizó su relación con Roca Rey. No puedo adelantar si el buen torero sevillano volverá a poner su trabajo de gestión en la tarea de lanzar otra figura para la fiesta. Por un lado, creo que debe estar bastante hastiado de muchas cosas, pero por otro pienso que podría estar en vías de volver a darle al toreo el tercer aldabonazo con otro matador de primer nivel.
La capacidad y calidad del mayor de los hermanos Campuzano quedó acreditada en su tiempo como torero. Como ocurre tantas veces, un señor que toreaba muy bien se vio en la necesidad de ponerse delante de corridas muy duras, pero la sorpresa fue que Campuzano se hizo imprescindible con el toro agresivo y encastado de un tipo ganaderías reservada para algunos y poco recomendadas para otros.
Su primer gran triunfo como taurino fue Sebastián Castella. Nadie me lo puede contar porque lo viví en primera persona. Allá en La Recua, entre Camas y Sevilla, en un cobertizo abandonado, lo tenía entrando a matar en el carretón horas y horas. Y Castella fue figura. Y Campuzano, siendo simplemente apoderado, se jugó la vida para llevarse a un toro que estaba punto de herir a su torero. Se jugó la vida y recibió una cornada. No sé si la tremenda frase de “usted ya no me sirve” tiene detrás otras historias no conocidas. No lo sé, pero me resulta incomprensible.
Tiene tan buen gusto como taurino que fue apoderado por poco tiempo de Paco Ureña, cuando el murciano era un desconocido. No iba muy desencaminado. El caso de Roca Rey repite lo vivido con el torero de Beziers en muchos aspectos. Se hizo cargo de un niño peruano, de estripe torera y seguridad económica, que se vino a España para aprender el oficio. Roca Rey se convirtió en figura a la sombra de Campuzano.
El final es reciente. No parece que haya habido ahora una frase catastrófica, aunque muchas veces la mayor catástrofe sentirse abandonado cuando se ha dado todo por alguien. Me imagino a José Antonio en un momento de duda de complicada resolución, mucho más en los tiempos convulsos y tristes que ahora estamos padeciendo. La duda entre quedarse en su casa sin nuevas aventuras o volver a empezar para demostrar que lo de Castella y Roca Rey no han sido casualidades. Por otro lado, sin que quiera penetrar en su intimidad, resulta sorprendente que un mentor de su categoría haya finalizado con sus ahijados taurinos de forma tan abrupta.
Como aficionado a los toros, si mañana me dicen que José Antonio Campuzano tiene en sus manos a un chaval con quince años y que le está enseñando los secretos de la profesión, con toda seguridad seguiré con la mayor atención las idas y venidas de ese joven. José Antonio Campuzano podría ofrecerle una nueva figura a la fiesta. No dudo de las cualidades intrínsecas de Castella y Roca Rey, pero estoy convencido que si han llegado a la cima se debe en buena parte al trabajo realizado con el maestro. Espero que no esté aburrido y siga adelante. Confío que, si hay tercer proyecto, haya aprendido de los dos anteriores y que los ofrezca la libertad antes de que le vuelvan a decir “usted ya no me sirve”.