El magisterio de Ponce en Málaga

Buen nivel ganadero en la Feria de Almería

Como siempre, agosto comenzó con el ciclo onubense de Colombinas. El ganado fracasó de forma absoluta y sólo en la última corrida pudo el sacrificado espectador de La Merced sentirse reconfortado con la actuación de El Fandi. Huelva fue un fracaso en toda línea. Esta situación que perdura hace varias temporadas debe modificarse y la empresa debe hacer un esfuerzo para satisfacer a los aficionados. Tampoco al corrida de septiembre de la Virgen de la Cinta dio motivos para la alegría.

La capital de la Costa del Sol vivió una feria interesante y polémica. Lo mejor fueron las buenas entradas a unas corridas rematadas con buen tino. La Malagueta fue de las plazas de mejores resultados en 2004.

El toro fue, como suele ocurrir muchas veces, bastante desigual de presencia. La disparidad de criterios entre dos equipos de presidencia de criterios contrapuestos se dejó sentir en los reconocimientos y en los trofeos. Curiosamente, el presidente de menos firmeza y seriedad, Rafael Porras, se llevó la bronca de la feria al negar una oreja pedida por todos a El Juli.

Hubo buenos toros en Málaga, como algunos de Torrestrella, Salvador Domecq, La Palmosilla y Zalduendo, aunque el encierro más completo fue el de Santiago Domecq. Fracasaron las de Daniel Ruiz, Cuvillo y Partido de Resina.

Tomó la alternativa con gran expectación El Capea. Cumplió, que ya es bastante. El triunfador fue Enrique Ponce, que reapareció en esta Feria tras su percance y volvió en maestro. Su feria completa fue de una seriedad admirable. Hubo detalles sueltos de Salvador Vega, Mari Paz Vega, Finito de Córdoba, César Jiménez y El Fandi. Anduvo desigual Javier Conde y Jesulín sufrió un percance que fue más llamativo que grave, aunque el golpe sobre la zona intervenida de su columna fue escalofriante.

Sin descanso el viaje siguió hasta Almería, una feria medida en extensión, bien cuidada por la casa Chopera y que este año tuvo como nota llamativa el descenso de público, si bien fue muy escaso. Almería fue la feria alegre de siempre en la que se conjugan el toro de buena presentación con la amabilidad del público.

El nivel ganadero fue excelente con encierros notables de Santiago Domecq, El Torreón y Marqués de Domecq. Los triunfos se sucedieron, unos con más méritos que otros, pero el recuerdo se quedó con una faena inmensa de Enrique Ponce y otra de Matías Tejela, con la maestría de El Juli y el torbellino de El Fandi. Anduvo a buen nivel Salvador Vega y sorprendió Ruiz Manuel que lo bordó con la corrida de Santiago Domecq. También lograron apéndices Finito, Antón Cortés y Rincón. Muy descentrado se mostró César Jiménez y sin recursos Javier Conde. Fue una feria de mucho nivel.

Entre tanto, los domingos de julio y agosto fueron taurinos en la cita de El Puerto de Santa María. No fue el mejor año para la hermosa plaza gaditana. El nivel fue más bien pobre en el ganado, el palco lo enredó todo porque no está capacitado para presidir una corrida y el ambiente se tornó raro. De nuevo Jesuli de Torrecera fue el triunfador de estos festejos que no respondieron a su fama.

Lo que ha ocurrido este año en El Puerto es algo de complicada explicación. La empresa de Justo Ojeda, que lo estaba haciendo muy bien, no acertó con el ganado. A partir de ahí, el insolvente presidente Gago no fue capaz de ejercer la autoridad.

Por agosto se celebró la feria de San Agustín en Linares. Es una feria regular con buena acogida popular. Este año destacó Ponce que a esas alturas estaba ya repuesto y se reafirmaba en su condición de maestro. El local Curro Díaz apuntó cosas muy bellas y cumplió con creces El Juli.

Ya con el año mirando la cola de su recorrido, llegó San Miguel en Sevilla. Dos carteles muy buenos que estaban rematados en febrero y nada que reseñar por aquello del ganado infame. Así las cosas, fue con la Miura del 12 de octubre como la temporada Sevilla puco finalizar con cierta dignidad. Fue una corrida de Miura y con ello se dice todo.

En San Lucas se celebró la de Jaén para acabar con una temporada. Fue una feria torpedeada por la lengua azul, los cambios de ganaderías, el mal tiempo y algunos toreros con la vista puesta en el descanso. Dejó su sello El Cid en su año triunfal y anduvo a su aire El Cordobés.

La temporada andaluza fue mucho más. No puede quedarse en el olvido que dos novilleros jóvenes, Curro Sierra y Chiqui, sufrieron dos cornadas de impresión. Tampoco que por Cádiz andan ilusionados con Alejandro Morilla, lo mismo que por Sevilla con Marco Antonio Gómez.

A la postre, siempre quedará el toreo bueno como único clavo para agarrarse. Como el que hizo Rincón en Sevilla, Finito en Córdoba, Manzanares en Granada, Ponce en Málaga y Linares, El Juli en tantas plazas y El Cid en Jaén.