Noche con gran ambiente y triunfo del sevillano Lama de Góngora, que cortó tres orejas y salió a hombros por la Puerta del Príncipe, pero que dibujó un toreo de calidad al natural en el sexto. Oreja para el oficio de Miguel Ángel Léón y discreta noche de Diego de Llanos. Desde que salió El Cartujano, hace 18 años, no salía un novillero por esta puerta.
Villamarta / Miguel Ángel León, Diego de Llanos y Lama de Góngora
Plaza de toros de Sevilla, 2ª novillada nocturna de promoción. Casi tres cuartos de plaza. Seis erales de Villamarta, bien presentados y de buen juego. El mejor, el primero. Buenos, tercero, quinto y sexto.
Miguel Ángel León, de Gerena, verde manzana y oro, una oreja y vuelta al ruedo.
Diego de Llanos, Escuela de El Juli, tabaco y oro, silencio y saludos.
Lama de Góngora, Escuela de Sevilla, blanco y oro, una oreja y dos orejas. Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.
Carlos Crivell.- Sevilla
Foto: Álvaro Pastor Torres
El epílogo de la novillada fue explosivo. Paco Lama, de Góngora en los carteles, levantó un monumento de toreo al natural con un buen novillo de Villamarta. Era la culminación de otra jornada con mucha juventud en los tendidos para ver a los nuevos aspirantes a la gloria. Se la llevó el sevillano Lama por su buen concepto, pero sobre todo por su toreo al natural en el eral que cerró la noche. A hombros fue izado y se lo llevaron por el Arenal hasta el hotel. Es el comienzo de un camino lleno de ilusiones. Se ha convertido en un príncipe para el torero sevillano.
Lama, alumno de la Escuela de Sevilla, le cortó una oreja irrelevante al tercero. Se lució con el capote y se estiró en tandas por ambos pitones en las que hubo mucha más voluntad que brillo. La muerte rápida del novillo, junto con una gran masa de seguidores, le ayudaron a cortar una oreja de poco fundamento.
Con el sexto se disiparon las dudas. Francisco Lama dibujó el toreo clásico, sobre todo en dos tandas enormes sobre la izquierda, llenas de virtudes: empaque, profundidad, buen gusto y sentido del temple. No es fácil ver a un novel que torea tan bien al natural. Se vino arriba el chaval y todo le salió bordado, el torero con la derecha, uno prodigioso de la firma, los adornos y su gracia natural para andar por la plaza. Mató de una estocada y ahora las dos orejas llegaron con toda justicia a sus manos. Hay finalista y se intuye torero con el tiempo.
Muy buena la novillada de Villamarta. El novillo que abrió el festejo fue un prodigio que le puso en bandeja a Miguel Ángel León la posibilidad de expresar su toreo. Tiene desparpajo y soltura, conoce el oficio y exprimió a ese sensacional novillo en una faena con muletazos templados siempre sobre la diestra. Es un misterio el motivo por el que no se la puso más que en una tanda por la izquierda.
El comienzo de la faena al cuarto fue esperanzador con dos pases por la espalda y uno de pecho ligado a cámara lenta. Luego intentó llevar al de Villamarta por abajo en tandas de pases que no acabaron de tomar vuelo. Lo mató de pinchazo y media tendida y se pidió la oreja por la mayoría, ciertamente sin causa justificada, y el palco se la negó con el enfado popular.
De Madrid llegó Diego de Llanos. Se llevó el eral de menos juego, el segundo, con el que no pasó de discreto. Con el burraco lidiado en quinto lugar dio muchos pases en los que abusó de la técnica. Desplazó al animal con toques fuertes y le quitó recorrido. El animal embistió mucho; más que el de Madrid. En su haber, la dignidad de no dar la vuelta cuando podía haberlo hecho.
A Lama se lo llevaron por la del Príncipe, pero la noticia es cómo toreó el sevillano al natural al buen novillo de Villamarta. La gente joven pudo presenciar un toreo de altos vuelos. Que les sirva para seguir acudiendo a la plaza, aunque no siempre será para organizar botellonas. El toreo de Lama fue para paladearlo con los cinco sentidos.