Gracias a que la lidia a caballo sobrevivió en Portugal existe el rejoneo en España y los jinetes portugueses son indispensables en la fiesta española.
A principios de siglo surgió en Portugal un plantel de rejoneadores de grata memoria. Encabezan la lista nombres como los de Alfredo Chaves Pinoco, José Bento de Araujo, Manuel Casimiro de Almeyda, Fernando de Oliveira o Victorino Froid, ocupando una plaza de honor el apellido Veiga. Todos ellos preparan el camino a Joao Alves Branco Nuncio, uno de los más importantes toreros a caballo, que durante cincuenta años predicó su magisterio en los ruedos. Fue una figura revolucionaria que dictó normas.
Sin embargo, a partir de los sesenta los rejoneadores empiezan a prodigarse en los carteles y constituyen por sí mismos un reclamo de gran trascendencia en las taquillas. Así ocurrió, por ejemplo, con los denominados «Jinetes de la apoteosis», un grupo integrado por cuatro caballeros (ángel y Rafael Peralta, álvaro Domecq Romero y José Samuel Lupi) que actuaron juntos en un mismo cartel, en un gran número de corridas, teniendo una gran acogida entre los públicos, y dando origen a un nuevo tipo de festejo. Los espectaculares éxitos alcanzados por el rejoneador sevillano Angel Peralta, que institucionaliza el rejoneo por parejas formando collera con su hermano Rafael; la irrupción en los ruedos de álvaro Domecq Romero, que aporta al rejoneo una fuerza, una emoción y un temple torero del que antes carecía; y la presencia de José Samuel Lupi, cuyos espectaculares quiebros en la realización de las suertes tienen un gran impacto en los públicos, propicia la celebración de las corridas completas de rejones y da origen a este nuevo tipo de festejo en el que participan cuatro caballeros, que actúan primero por orden de antig