El cronista escribe las sensaciones de una tarde de toros bajo el impacto de un escalofrío intenso que nos sacude el cuerpo y la mente, después de ver la manera tan espeluznante de jugarse la vida a un torero en la plaza malagueña. Es David de Miranda, ya triunfador en Sevilla, Huelva y muchas plazas más, pero que en esta corrida de la feria malagueña ha escrito una página de oro de la mayor épica, digna de ser recordada en el tiempo, ya por su valor estoico, por poner su corazón a merced de un toro agresivo, por templar los muletazos como el mejor de los espadas, por su compromiso en busca de un triunfo a costa de lo que sea, la gloria o la sangre. Y a punto estuvo de llegar la sangre, cuando el sexto lo cogió de forma aparatosa y pudo herirlo a placer, algo que no consiguió, pero lo que llegó fue la gloria. Porque a esas alturas del sexto, el torero de Trigueros ya tenía en sus manos la Puerta Grande con las dos orejas cortadas al tercero, lo que ocurre es que no se conformó ante un toro incierto como el sexto y salió con una ambición desmedida para rematar su gran tarde, Y lo consiguió.

Ninguno de los dos toros a los que se enfrentó le regaló nada. En verdad, en esta corrida de Victoriano del Río solo hubo un toro noble, que fue el primero, ya que los demás fueron prendas malévolas en distinto grado. Y con semejante material, David de Miranda encontró el premio mayor en su tarde más epopéyica.

Toreó a pies juntos con el capote al tercero, toro distraído e incierto, que nunca echó el morro al albero. Muy vertical y seguro comenzó por alto. En el toreo fundamental, ante un toro con la cara por las nubes, Miranda trató de ordenar su embestida con toques precisos, con lo que si bien no acabó de humillar, se masticaba la emoción de un toreo de verdadera exposición. Los pitones rozaban el pecho del espada, que nunca dio un paso atrás, siempre con los pies clavados sobre la arena, entregando todo lo más valioso, su vida, a contribución de un triunfo. No era posible el toreo de florituras, era la verdad del toreo en su expresión más rotunda. El tendido temblaba ante una demostración de valor indómito, que acabó con unas manoletinas en las de nuevo el toro se llevó hilos de oro del chaleco de David. Todo eso, antes de una estocada algo atravesada. Dos orejas del tirón. Algunos pidieron el rabo.

Tampoco le regaló nada el sexto. Y de nuevo se plantó en su cara para torear con los pies enterrados en el albero. Y temple para conducir las embestidas irregulares de un toro también informal y desconcertante. En un circular invertido lo cogió para matarlo. La paliza fue tremenda, se levantó y siguió citando con la derecha para insistir en su afán de encontrar el premio mayor. Y otra vez la espada dentro y otra oreja más, antes de un paseo triunfal por el ruedo malagueño, en el que saboreó el dulce placer de la gloria torera. Qué tarde ha dado David de Miranda.

También ha rayado a buen nivel Manuel Escribano, muy torero y templado toda la tarde. Se llevó en el sorteo el toro más noble de la tarde, el primero, al que saludó a portagayola y lanceó con gusto. Cubrió con brillantez los dos tercios de banderillas, con mayor intensidad en los terceros pares al quiebro.

La faena al noble primero fue templada y pulcra. Muletazos de buen trazo, bien rematados y ligados, en una labor que solo tuvo el lunar de cierta frialdad o que no la vendió lo suficiente. Le pidieron las dos orejas, pero solo le concedieron una, lo que enfadó al de Gerena. Con el cuarto, toro vibrante al principio y acabado a mitad de faena, Escribano tiró de experiencia y templanza en una labor con toques precisos, para completar otra faena muy entonada, también rematada a la primera. Buena tarde de Manuel Escribano.

Roca se llevó dos toros muy complicados. El segundo fue un manso con genio. El toro fue muy incómodo en su terreno de la solanera. Fue meritoria su faena, comenzada con ayudados por alto, para seguir con la izquierda, algo que el toro no aceptó. El sobrero quinto, que se lidió por uno supuestamente cojo, fue una prenda. De malas hechuras, el toro embistió a arreones, desarmó al torero dos veces, echó la cara arriba y se defendió a la hora de la muerte, de manera que Roca Rey llegó a escuchar dos avisos. Se acordará de los dos toros de Málaga de su ganadería preferida.

Plaza de toros de Málaga, 19 de agosto de 2025. Sexta de la feria de Málaga. No hay billetes. Seis toros – el quinto lidiado como sobrero -, bien presentados y de mal juego excepto el noble primero.

Manuel Escribano, de verde manzana y oro. Estocada desprendida (una oreja). En el cuarto, estocada (una oreja).

Roca Rey, de azul noche y oro. Estocada desprendida (saludos). En el quinto, media estocada, tres pinchazos y dos descabellos (palmas tras dos avisos).

David de Miranda, de blanco y oro. Estocada algo atravesada (dos orejas). En el sexto, estocada caída (una oreja).

David de Miranda salió a hombros por la Puerta Grande. Buen puyazo al cuarto de Juan Francisco Peña. Buenos pares de Fernando Sánchez.