Dos ganaderías y ambas triunfaron en la 5ª de Málaga. Fueron Zalduendo y Torrealta, que por presentación y juego dejaron claro el tipo de toro que requiere La Malagueta. Bien El Cordobés y El Cid y desafortunado El Fandi, que cortó una oreja gracias a la banda de música.
Plaza de Málaga, 5ª de Feria. Algo más de media plaza. Tres toros de Zalduendo, 1º, 2º y 3º, y tres de Torrealta, 4º, 5º y 6º. En general, bien presentados y de buen juego. Destacaron el segundo y el tercero de Zalduendo, bravos y nobles, así como el cuarto y quinto, muy encastado, de Torrealta.
Manuel Díaz "El Cordobés", avellana y oro, estocada corta (silencio). En el cuarto, buena estocada (una oreja).
El Cid, lila y oro, estocada trasera (vuelta al ruedo). En el quinto, media trasera y descabello (una oreja).
El Fandi, azul marino y oro, media baja y descabello (una oreja). En el sexto, estocada tendida y caída (silencio).
Carlos Crivell.- Málaga
Fue una tarde de sorpresas. Se lidiaron tres de Zalduendo de excelente presencia y buen juego. El día anterior, Talavante lidió dos de este hierro, elegidos por el torero y su gente, que no dieron la talla en cuando a presentación. La corrida, por la ausencia del herido Fortes, quedó recompuesta con El Cid y solo tres toros del hierro anunciado de Torrealta. La corrida, a pesar de los dos hierros, tuvo cierta unidad, tanto por las hechuras como por el juego. Este tipo de reses son las apropiadas para La Malagueta. Ni más ni menos. Y hubo toros muy buenos, como segundo y tercero, ambos de Zalduendo, o el cuarto y el quinto de Torrealta. Por tanto, una corrida de toros seria y de buen juego.
Entre aficionados y críticos abunda el prejuicio, algo en lo que me incluyo. Entre las sorpresas de la tarde debe apuntarse con prontitud que El Cordobés toreó bien con el capote y la muleta. A veces, y me ha pasado, piensa uno que todo lo que realiza el simpático torero es pura bulla, algo que es verdad en muchas ocasiones, ayer en Málaga hubo una buena ración de la misma, pero no es menos cierto que el análisis de cada corrida nos depara momentos como el de ayer con Manolo Díaz toreando con quietud, temple y limpieza por la derecha al primero. También se gustó en los lances del saludo al cuarto, donde su primera parte de faena la podía firmar cualquier torero bueno de los últimos años. El toreo al natural surgió con cadencia y ritmo, siempre con las zapatillas asentadas, muy de verdad. Pero es El Cordobés y al final la cabra tiró al monte. El monte fueron los saltos de la rana, las charlas con el tendido y su habitual parafernalia. No sería El Cordobés si no fuare fiel a lo que le ha dado un sitio en la Fiesta; es más su público de la solanera se lo pedía y se lo ofreció. Y como remate de esa faena al buen toro de Torrealta, una estocada en las péndolas. Es decir, un torero templado en lo fundamental y con fidelidad a lo que significa en todo lo demás.
La otra sorpresa llegó en el tercero, un toro encastado y noble de Zalduendo con el único problema de que se agotó antes de tiempo. El Fandi colocó tres pares entre la euforia popular. El toro fue bueno. La faena de Fandila fue muy irregular y de calidad mediana. Los pases no tuvieron ligazón ni templanza. Estaba la música entonando el pasodoble y dejó de tocar, algo muy extraño en una banda que toca por motivos nimios. El Fandi se encaró con el maestro, que ya en banderillas había parado el pasodoble antes del tercer par, de forma que fue un revulsivo. Una faena sin relieve fue aclamada por la plaza como reacción al detalle poco amistoso del músico. La realidad es que le hizo un gran favor. Si no deja de tocar el pasodoble nunca hubiera cortado la oreja. Fue un trofeo de mínimo valor, impropio de una plaza de primera, cortado a pesar de matar de mala forma. Quedan algunas dudas sobre si no había un pacto entre el maestro Puyana y el torero. David Fandila le debe la oreja al jefe de la banda.
El sexto le planteó problemas. Su labor fue de tandas de un natural y a correr se ha dicho. Tandas de uno o dos muletazos rematados por arriba, muy movidos, agarrándose a los costillares, en fin, que el toro se adueñó de la plaza y El Fandi se fue por la espada sin disimulo. La plaza no dijo nada. También fue una sorpresa ver al de Granada tan desbordado.
El Cid completó una buena tarde de toros. Ya en El Puerto había dejado la huella de una notable recuperación. Fue más seria su faena al quinto de Torrealta, un toro encastado y que exigía mucha firmeza. Ese toro pedía el carnet de torero y Manuel Jesús apretó los dientes para ligarle los pases, al principio perdiendo pasos, para al final lograr meterlo en su muleta con temple y un punto de coraje torero muy encomiable.
El primero de su lote, más bonancible y algo sosito, le permitió una labor de toreo pulcro en la que se echó en falta algo más de ardor torero. Sin embargo, el torero de Salteras nos regaló unos adornos con pases de la firma y trincherillas sencillamente majestuosos.
Nos quedó el recuerdo de cuatro buenos toros y dos toreros muy dignos, El Cordobés y El Cid.