Morante de la Puebla volvió de la penumbra y el toreo se llenó de su estilo personal. Sin apretar el acelerador, el sevillano ha dejado obras inolvidables en la temporada que justifican su resolución de volver a enfundarse el traje de luces tras su obligado período de reposo por una enfermedad que le arañaba las entrañas. El arte del toreo llevó su nombre en 2005.
¿Se puede decir que ha sido una vuelta a los ruedos afortunada?
Ahora, sí. Todo comenzó con muchas dudas, porque no me encontraba del todo bien. Todos me animaban a volver a torear, pero yo mismo no estaba muy convencido. Tenía que empezar casi de nuevo y debía comprobar cómo respondía en lo que había sido siempre mi vida. Por fortuna, pronto hubo faenas buenas, de esas que dejan mucha huella, como las de Espartinas y Jerez, y eso fue lo mejor, porque así me reafirmé. Y lo bueno es que en casi todas las corridas que he toreado este año ha habido algo bonito para recordar.
¿Esperaba volver a torear como si no se hubiera estado un año inactivo?
Ha sido algo sorprendente para mí mismo. Cuando toreaba en el campo el pasado invierno, me decían que lo hacía con más profundidad que antes, que era un torero diferente. Por mi parte, pensaba que con el traje de luces podría ser distinto, pero la realidad ha sido que el año ha sido bueno y que hay cierta coincidencia en ese detalle de mi mayor profundidad. Y ya digo que es una sorpresa porque no lo esperaba.
¿Y qué sensaciones ha vivido este año tan especial?
Mira, yo me he entregado totalmente con todos los sentidos. Me sentía como si tuviera una pena muy grande dentro y quisiera sacarla afuera. Esa ha sido mi pelea desde el principio de la temporada. Quería echar lo negativo que pudiera tener por dentro con mi expresión de torero. Y veía al toro como un animal sagrado y todo lo vivía en la plaza como una religión. Era un asunto de fe que me obligaba a una entrega absoluta a mi arte. Son cosas difíciles de explicar, pero han sido unas sensaciones buenas.
¿Hay alguna faena que sea la que le dice que puede seguir toreando, que hacerlo es bueno para su ánimo y para su físico?
No hay un día concreto. La temporada comenzó muy bien y todas esas sensaciones se han sucedido en una permanente lucha corrida a corrida. No ha existido un único día clave. Es verdad que esas faenas de Espartinas, Jerez o Granada del comienzo me dieron mucha fuerza, pero el día a día ha sido lo que me dado alas para continuar. Esos días eran la culminación de muchos sueños y todo fue muy agradable.
¿Le ha pesado la temporada en algún momento?
No ha habido momentos de venirme abajo. La temporada la habíamos planificado con la intención de buscar algún argumento bonito para cada festejo. Quería huir de la rutina y salir a la plaza con esa mentalidad de encontrar motivos para la inspiración. Es una forma de buscar otros alicientes. De esta forma no me ha pesado la temporada.
¿Y cómo se ha encontrado el ánimo de Morante?
Lo que puedo decir es que tomé una decisión acertada al volver. Me habían recomendado volver a lo mío, que es torear, y me ha sentado muy bien. Es como hubiera vuelto a vivir.
Y después de este año, ¿qué le ilusiona para el próximo?
La temporada será muy parecida, pero me gustaría mucho ir a Madrid. No hay una programación definida, pero debe ser del mismo tono de la de este año, buscando corridas en plazas especiales y con carteles que digan algo. Antes de que me lo preguntes, también quiero volver a Sevilla.
¿Cuál ha sido la mejor faena del año?
En todas las tardes han pasado cosas para recordar; bueno, algunos días no, como en Albacete y en algún pueblo de cuyo nombre ni me quiero acordar, pero en casi todas han pasado cosas. Te he hablado de Jerez, de Granada, pero lo de Salamanca fue algo que será difícil de olvidar. Me quedé como si ya no pudiera torear más porque me había entregado por completo.
¿Le molesta que digan que Morante es un torero artista con todo lo que eso lleva implícito?
No me molesta. Si eso de artista quiere decir que sólo toreo al toro que me embiste, pues hay que admitirlo, porque con el toro malo no merece la pena perder el tiempo, mucho más si el público comprueba desde el principio que ese toro no vale para torearlo bien.
¿Por qué no acabó el año con los seis toros que se anunciaron en Huelva?
A mí me encanta torear corridas de seis toros, porque es una oportunidad de mostrarte en todas las facetas. A mediados del año me encontré fuerte y pensé que sería una buena forma de acabar el año. Se eligió Huelva, porque no había ido este año a la feria. Además, quería que fuera televisada y la voz se corrió pronto. Luego pasaron dos cosas. Después de lo de Salamanca me quedé como agotado, como si ya no pudiera mejorar lo realizado. También pasó que había algunos problemas con los toros y pensé que lo mejor era dejarlo.
¿Habrá problemas para la contratación de Sevilla?
Yo quiero torear en Sevilla, porque creo que está pasando el tiempo y necesito que me pasen cosas hermosas en esa plaza. Me considero joven todavía, pero a veces pienso que una plaza como la de Sevilla necesita más imaginación en la confección de los carteles. Sevilla tiene ahora buenos toreros y no se está aprovechando este momento para hacer carteles bonitos y con algo de sensibilidad. Creo que pierde el aficionado, pero también me afecta, porque si no me dan un papel no puedo escribir. Quiero matar seis toros en la Maestranza, me ofrezco para ello, pero nunca hay acuerdo. Falta ese romanticismo propio del toreo, que siempre existió en Sevilla, para que un torero de mi corte pueda escribir bonitas páginas en la plaza. No está pasando y me da mucha pena que eso ocurra.
¿El Domingo de Resurrección en la Maestranza?
¿A quién no le gusta torear ese día en Sevilla? Ahora mismo digo que sí, pero ni yo ni mi apoderado podemos afirmarlo ahora.