Luis Carlos Peris.– Diecisiete años de orfandad y la verdad es que no acaba uno de asimilarla. Un Domingo de Resurrección sin Romero y el cuerpo no tiene otra salida que habituarse a la ausencia, pero era tan inmensa la ilusión que llevábamos por verlo enfilar Iris camino del templo… A la fuerza ahorcan y no hay más remedio que afrontar la dura realidad que supone la ausencia y el menoscabo por esos tacos de almanaque que caen de forma inmisericorde. Esta tarde se abre el gran templo a Tauro con un cartel de mucho brillo y en el que también anida el motivo ilusionante que es ver a Morante con el capote, a Manzanares echándose al toro por delante en el de pecho y a ese joven héroe que es Andrés Roca Rey burlar las más elementales leyes físicas frente a un animal que te quiere coger. La orfandad continúa doliendo pero hay que sobreponerse y pensar que es domingo y torea Morante.