Morante de la Puebla volverá a reaparecer el 6 de enero de 2008 vestido de luces. Es una nueva reaparición en la trayectoria de este torero. El futuro parece que será diferente. Ha anunciado que quiere participar en veinticinco corridas en plazas españolas. Han pasado más de diez años de la alternativa del torero. La que comience será su duodécima temporada. El diestro de La Puebla ha logrado que su nombre sea sinónimo de arte. Sin embargo, es mucho tiempo y lo alcanzado no parece suficiente. El recorrido por una trayectoria de ida y vuelta, llena de tumultos, enfermedades, muchos apoderados, rarezas, manías y mucho arte puede desvelar las claves de este extraño caso.

Morante nació para ser torero. Por ahí circulan las fotos de Rafemo de sus primeros pases en la finca de los Pérez de la Concha, cuando Rafael Sobrino y Bizcocho lo llevaban a la tapia. Lo apoderó Leonardo Muñoz, el padre de Emilio, que lo puso en muchas novilladas con suma habilidad. Acabarían mal, lo que no puede extrañar a nadie, con Muñoz contando cuántos novillos le había afeitado.

En sus comienzos como novillero no cuajó en Sevilla. Una faena en Madrid le abrió el crédito de Las Ventas. Ya en manos de Miguel Flores, un romántico del toreo de los que ya no quedan, no pudo ni tomar la alternativa en Sevilla en el año 1997. Los renglones de la relación con la empresa Pagés se torcieron desde el principio. El doctorado fue en Burgos. Un nuevo torero muy de Sevilla que se vio obligado a emigrar para dar el salto de categoría.

Toreó pocas corridas en el 97. La presentación en Sevilla como matador de toros en la feria del 98 fue triunfal. El 21 de abril, con toros de Gavira y Pepe Luis Vázquez y Javier Conde de compañeros, le cortó las dos orejas al sexto. Fue un gran año en la Maestranza: el 23 de abril y el 1 de mayo vuelve a tocar pelo. Torea 68 corridas y toro parece felicidad. Sin embargo, finalizada la temporada se va con José Luis Marca y Álvarez Canorea.

Puerta del Príncipe

En la temporada de 1999 logra un sueño: la Puerta del Príncipe. El 19 de abril abre por primera vez –y hasta ahora única- la soñada puerta de la Maestranza. Torea 51 corridas. No llega a más porque el infortunio aparece también por primera vez. El 17 de septiembre sufre la fractura de una vértebra lumbar en San Martín de Valdeiglesias. Adiós prematuro al año. En diciembre de 1999 saltó la bomba. Firma una exclusiva con Diodoro Canorea y deja a Marca. Cerca de 500 millones por 50 corridas y un adelanto de unos doscientos.

Sigue el infortunio. El 28 de enero de 2000 muere Diodoro Canorea. Sus herederos proclaman el orgullo de llevar a un torero como Morante. Éste declara en marzo que “la exclusiva no es para tanto y es mejorable”. El 29 de abril de 2000, el toro Barbiano de Victoriano del Río le coge al citarlo con la muleta plegada. Fue una cornada grave que se llevó por delante una posible nueva Puerta del Príncipe y más cosas.

La exclusiva se rompió de forma estridente. Es imposible contar en breves líneas todo lo sucedido en torno a esa ruptura, pero hay una frase del torero dedicada a los gerentes de la empresa Pagés que merece recordar: “Aunque don Diodoro no hubiera muerto, la exclusiva se hubiera roto”. El resto de la temporada le acompañó Manolo Macías.

La bomba explotó al final de la temporada. El joven Morante se cayó con Curro Romero y Manzanares del cartel de 23 de septiembre de Sevilla en la Feria de San Miguel. Lo hicieron a última hora por problemas de ganado. Poco después se anunció que Curro y Morante torearían un festival benéfico en Sevilla. La empresa Pagés se negó en rotundo “porque no parece oportuno que toreen en Sevilla dos toreros que le han tomado el pelo a la afición sevillana hace pocos días”. Fueron días de cuchillos afilados. Morante acompañó a Romero a la célebre rueda de prensa del “no soy una caja de pescao para que me arrastren”. Se anunció el festival en La Algaba el 22 de octubre, fecha en que el Faraón de Camas se retiró en una entrevista en RNE.

A comienzos de 2001 deja a Macías y se anuncia su vinculación con Manolo Camará. Se queja en alguna entrevista de que “la empresa de Sevilla no me ha tratado bien, porque me ha dejado para el último lugar”. Torea dos festejos en la Feria sin resultados positivos. El año se salda con 66 corridas y 35 orejas. Las cumbres llegan en Almería y en El Puerto. Pero la unión con ese señor que fue Manolo Camará se rompió al final de la temporada. Aparece un nuevo apoderado: José Luis Peralta, con quien anuncia apoderamiento el 20 de diciembre de 2001.

2002, fuera de Sevilla

El año 2002 comienza con su ausencia de la Feria de Sevilla. Pidió tres corridas y la empresa ofreció sólo dos. En una entrevista publicada en EL MUNDO de Andalucía dejó calara la clave se sus aspiraciones: “Quiero ser tratado como el torero de Sevilla”. Morante presentaba sus credenciales para ser el sucesor de Curro Romero, pero la empresa le puso el freno. Al final, 64 corridas y 41 orejas en una temporada de apuntes.

En 2003 hay acuerdo con la empresa de Sevilla a lo grande. Torea el Domingo de Resurrección y dos en la Feria. El balance fue pobre con una solitaria oreja. La temporada es normal, pero hay aldabonazos gloriosos, como el rabo en El Puerto. Pero la polémica vuelve a surgir. El torero se ofrece para matar seis toros en la Maestranza el 12 de octubre. La empresa contesta que hay una corrida de Gavira. Morante quiere seis de distintas divisas. No hay entendimiento. Al poco, anuncia que los matará en Jerez, corrida en la que corta tres orejas y un rabo. La faena al sexto es clamorosa.

La etapa más convulsa aún está por llegar. Pide un dinero “desorbitado” por torear en Sevilla en 2004 y se queda fuera de los carteles. En un intento desesperado de relanzar su figura se anuncia con seis toros en Las Ventas el Domingo de Resurrección, 11 de abril, el mismo día que Sevilla celebra su corrida más solemne de la temporada. El envite no afecta a Sevilla ni a Madrid porque ambas plazas cuelgan del “no hay billetes”. En lo taurino, Morante fracasa en la encerrona y, lo más grave, el día 17 de abril anuncia que se retira de los ruedos. Se conoce que tiene una enfermedad psiquiátrica.

El diagnóstico es trastorno de despersonalización. Se caracteriza por sentimientos persistentes o recurrentes de estar separado del propio cuerpo o de sus procesos mentales. Una persona con un trastorno de despersonalización generalmente se siente como si fuera un observador de su propia vida. Se marcha a Miami en septiembre pare ser tratado.

En 2005 reaparece en los ruedos españoles en Olivenza. Inaugura con un faenón la plaza de Espartinas y se anuncia una sola tarde en Sevilla, donde no pasa nada especial. Donde sí pasó fue en Jerez el 7 de mayo, fecha en la realiza una faena inmortal a un toro de Juan Pedro. El año no es muy extenso, pero es lucido. Son 48 corridas para 42 orejas y 3 rabos.

En 2006 vuelve la sintonía con la empresa Pagés y es contratado tres tardes, entre ellas el Domingo de Resurrección, su fecha más anhelada. En tres corridas no hay ningún premio; siempre quedan los detalles maravillosos de su arte. El año es bueno, con puntos culminantes en plazas andaluzas, como Morón, El Puerto, Sanlúcar de Barrameda y Almería.

Pero aún quedaban nuevos capítulos en esta apasionante vida torera. A final de temporada rompe con Peralta y anuncia su relación con Rafael de Paula, un genio sin experiencia en los despachos. Paula se llena de felicidad al lado de Morante. Las empresas también son felices, como ocurrió con la de Sevilla, que proclama la gran facilidad hallada para contratar al diestro. En Sevilla se va a portagayola después de que una parte de la plaza le pitara por entrar en quites en el toro de un compañero. En un arrebato glorioso deja regueros de arte y corta las dos orejas.

Paula le firma la Beneficencia madrileña en solitario. La corrida del 6 de junio de 2007 acaba de forma épica. En el sexto lo arregla todo con una faena cumbre, una cogida espeluznante y una cicatriz en la cara tras una paliza soberana. El día 9 torea en Granada por la mañana con poca gente por testigo. El 11 de junio anuncia la ruptura con Paula. El día 20 del mismo mes se aparta de los ruedos. En un comunicado pide disculpas y alega “confusión y desaliento”.

Hace pocas fechas ha anunciado que vuelve a los ruedos con un nuevo apoderado: el ganadero José Sánchez Benito. Reaparecerá en la Monumental de México el 6 de enero. Con su apoderado ha firmado una exclusiva para torear 25 corridas en España, que quiere que sean 25 acontecimientos. Lo mismo que José Tomás.

Se abre un nuevo capítulo en esta vida torera llena de venturas y desventuras. En este tiempo, de un José Antonio Morante tímido las formas y en el fondo se ha pasado a un torero que, manteniendo toda la pureza de su arte genial, ha modificado hábitos fundamentales. Así, la vestimenta llamativa con la que aparece en los actos, los gestos nada disimulados como fumar puros con el traje de luces o en el tendido, el mismo final de su peripecia con esta intentona de celebrar 25 corridas únicas en la que, cosa lógica, debe intentar que la plaza se llene para que sean rentables. Morante ya es genial en todo. Tras su enfermedad, Morante busca artistas a su alrededor, y así se explica lo de Paula, su corte de flamencos aduladores o que ahora vaya a proteger a un torero de más cincuenta años de México apodado El Pana, al que quiere traer a España para torear algunas corridas. El futuro promete emociones con este torero, aunque esa misma genialidad que le adorna debería se suficiente para que forjara su estilo. No es bueno haber querido ser el Curro de Sevilla, cuando le faltaba la trayectoria del Faraón en la Maestranza, o ahora asomarse al espejo de José Tomás.