Plaza de toros de Aracena. Domingo 19 de febrero de 2017. Festival benéfico con picadores. Lleno de «No hay billetes» y quedó gente en la puerta. Mañana fría.
Un novillo de Castilblanco para rejones, paradote; cuatro de González Sánchez-Dalp, nobles y mansitos, y un eral (6º) de Fuente Ymbro, con transmisión.
El rejoneador Diego Ventura: oreja
Manuel Díaz «El Cordobés»: oreja
El Fandi: dos orejas y rabo
Cayetano: dos orejas
Roca Rey: dos orejas
El novillero Juan Pedro Llaguno: oreja.
Frío de pelliza, bufanda y guantes en el mediodía serrano. Lleno a rebosar en la plaza -con el taquillaje agotado desde hacía días- y buen ambiente. Diego Ventura siempre a más con un novillo poco colaborador. Marró con los rejones de muerte y solo paseó una oreja. El Cordobés se gustó con la capa y caldeó pronto los repletos tendidos a base una combinación entre el toreo más ortodoxo y el más tremendista. El Fandi apretó desde el principio. De rodillas se abrió de capa y también con la muleta. Muy bien con las banderillas cuadrando en la cara. A sus manos fue el único rabo de festejo.
Cayetano, siempre con el apoyo de gran parte del respetable, técnico, un tanto frío y sin concesiones. Lo mejor, la estocada. Roca Rey en su tónica general. Variado y animoso con el capote, volvió a ser volteado por atropellar la razón: un feo, largo y angustioso repaso mientras toreaba de muleta, en el que estuvo demasiado tiempo por el albero a merced de un utrero encelado. Conectó pronto con la grada a base de cercanía y coraje. El rajado novillo no le permitió mayores florituras.
El novillero mexicano Juan Pedro Llaguno, que ha dado un buen estirón y ya no es el becerrista diminuto y garboso que vimos hace algún tiempo en Espartinas, resolvió con cierta soltura y derroche de ganas ante un encastado eral de Fuente Ymbro, pero falló con los aceros más de la cuenta.
Información y foto: Álvaro Pastor Torres