La primera de la Feria de Olivenza, celebrada con frío, fue un espectáculo entretenido aunque sin sorpresas. El Juli volvió con intensidad, Perera ha mejorado su toreo de capa y a Padilla lo quieren los públicos.

Plaza de toros de Olivenza. 2 de marzo. 1ª de Feria. Lleno. Seis toros de Garcigrande, desiguales de presencia y juego. Los mejores, primero, segundo y sexto. El tercero, inválido; el quinto, complicado. Saludó en banderillas Joselito Gutiérrez. El Juli y Perera salieron a hombros.
Juan José Padilla, nazareno y oro, estocada trasera y baja (saludos). En el cuarto, estocada trasera y tendida (una oreja).
El Juli, grana y oro, estocada muy trasera (dos orejas). En el quinto, dos pinchazos, estocada atravesada y descabello (silencio).
Miguel Ángel Perera, grana y oro, estocada caída (silencio). En el sexto, estocada (dos orejas).

Carlos Crivell.- Olivenza

Rompió la temporada con todas las características que definen a la plaza de Olivenza. Muy buen ambiente taurino, frío climatológico, y los toreros entregados para buscar el triunfo desde el primer minuto del festejo. Se puede resumir que Padilla mantiene una perfecta conexión con el tendido, El Juli sigue buscando profundizar más su toreo, mientras que Perera sigue empeñado en templar con la muleta y quiere mejorar con el capote. Con todo lo dicho, a estos toreros hay que exigirles algo más cada tarde.

Fue una corrida de Garcigrande a modo, es decir, bien hecha y con bondad, aunque con la raza muy justa. Por calidad, primero, segundo y sexto, especialmente este último. Sin embargo, al toro de nuestros días hay que pedirme algo más de casta, porque si la corrida tiene que ganar emoción debe el toro tener mayor acometividad y pujanza.

Las faenas de El Juli al segundo y Perera al sexto fueron el epicentro de la corrida. El torero madrileño, variado con el capote, bajó la mano de forma poderosa para exigir al de Garcigrande que siguiera el engaño templado que el torero manejaba con autoridad. Sacrificó la estética, que a veces no existe, para ganar ética torera. Y lo logró de sobras en una faena intensa. Fue una lástima que la estocada fuera muy mala, algo que no impidió que le dieran las dos orejas. Con el quinto, toro incómodo, de cara alta y cabezazo presto, no pudo El Juli imponer su tauromaquia.

La gran faena de la tarde la firmó Perera en el sexto. Toreó a la verónica con una templanza poco conocida. Quitó por lances variados y remató a una mano en largas eternas. Realizó una buena faena de muleta a un toro excelente. Antes del comienzo se arrancó desde el tendido un espontáneo con un fandango. Aunque no debe prodigarse, fue un detalle que le vino bien al torero. El temple y la ligazón fueron los que lograron la explosión del buen toreo. La faena bajó con la izquierda y remontó al final. Perera está en plena forma. No había podido lucirse con el inválido tercero, donde se pasó de faena cuando era evidente que el toro no admitía una labor de mediano contenido.

Padilla apretó el acelerador desde el primer toro. El primero tuvo calidad y el de Jerez lo intentó en una faena algo despegada. Lo mejor fueron los lances del saldo al cuarto, seguido por un quite espectacular por chicuelinas y tafalleras, así como por un tercio de banderillas vibrante, donde un par al quiebro le salió primoroso. De nuevo se afanó en una labor con detalles populistas, mucha entrega con rodillazos y muletazos para la galería. La gente se enfadó porque sólo le dieron una oreja.

Foto: Ismael Rodríguez