Carlos Crivell.- Cayetano fue el gran triunfador de la LIX corrida Goyesca de Ronda, donde cortó 4 orejas y dio una dimensión muy alta en toda la tarde, sobre todo en el sexto al que le hizo una gran faena a un toro noble premiado con la vuelta al ruedo. Morante, sin toros y Manzanares, tres orejas por su su buen gusto.
Plaza de toros de Ronda, 5 de septiembre de 2015. LIX corrida Goyesca. No hay billetes. Tres toros de Núñez del Cuvillo – 1º, 3º y 5º -, y tres de Juan Pedro Domecq -2º, 4º y 6º, desiguales de presencia y juego. Tercero muy mal presentado. Noble y soso el 1º; más noble el 2º, de buen juego. Muy bueno, el 6º, premiado con la vuelta al ruedo. Manzanares y Cayetano salieron a hombros. Saludaron en banderillas Curro Javier y Joselito Rus.
Morante de la Puebla, chaquetilla encarnada y calzas azules con bordados en seda blanca y azabache, estocada atravesada (silencio). En el cuarto, pinchazo, metisaca bajo, pinchazo , media estocada y dos descabellos (silencio tras aviso).
José María Manzanares, de negro y azabache, estocada (dos orejas). En el quinto, estocada (una oreja).
Cayetano, de azul y azabache, estocada (dos orejas). En el sexto, estocada trasera (dos orejas).
La plaza de toros de Ronda es un monumento de una belleza excepcional, que existe porque allí se hizo grande la Fiesta de los toros. No se puede concebir esa maravilla sin rememorar a Pedro Romero, a Curro Guillén, o al mismo Antonio Ordóñez, creador de la aureola que tiene una corrida que excede a sus propios contenidos. Se trata de un acontecimiento. Lo ideal es que se pueda ver torear, cosas que sucede a veces.
En esta edición se cumplieron todos los ritos que adornan la Fiesta. De forma lastimosa falló el toro, lo que a estas alturas ya no es novedad. Se cayó Francisco Rivera y el espectáculo quedó reducido de forma coherente a una terna con seis toros. El lote de reses de Cuvillo y Juan Pedro no dieron la talla. No se trata de exigir que salten al ruedo toros muy encastados, pero al menos se pide que sean bravos, que tengan movilidad y un grado mínimo de emoción. Ni la presentación fue la adecuada ni el juego fue brillante. Ahí, Cuvilllo y Juan Pedro anduvieron a la par.
Morante se vistió de forma extraña. Lució un terno mixto más de corrida picassiana o daliniana – que no existe pero que ya llegará – mitad de encarnado y mitad de azul. No tuvo enemigos. El de Cuvillo primero, toro de trapío aparente, esperó mucho y no fue fácil ligarlo. El de La Puebla dio muletazos sueltos.
El cuarto de Juan Pedro, más chiquitito, alto y encampanado, se metió en la solanera y allí se fue el diestro para robar pases a un toro muy deslucido, siempre con la gaita por las nubes. Todo acabó con espadazos sin tino y una goyesca sin Morante, único torero que puede darle lustre a esta corrida. Ah, un quite por chicuelinas fue cumbre, pero se perdió en el marasmo de su insípida tarde.
Manzanares se llevó las orejas del muy noble segundo de Juan Pedro por una labor distante y simplemente compuesta, en la que algunos muletazos sueltos tuvieron más hondura, dentro de un contexto en el que al alicantino se le notó que no anda en su mejor momento. La estocada fue perfecta y las dos orejas fueron el producto de la generosidad sin exigencias de la plaza.
El quinto, de Cuvillo, fue tan noble como soso. Manzanares repitió su labor, muy estética, de buen porte, sin excesivas apreturas y siempre con tandas muy cortas, dos o tres pases y el remate. De nuevo la estocada le permitió tocar pelo y salir en triunfo. Aunque en algún momento se le vio comprometido y achuchado, el torero ni sudó en la Goyesca.
Cayetano fue la gran sorpresa de la corrida. Le dio al festejo el toque familiar preciso y cumplió con nota. Salió enrabietado en el tercero y se fue a portagayola. El animalito de Cuvillo no dio la talla mínima de presentación; estrecho, bizco, culipollo, se tapó porque tenía cuello y humilló en la muleta. El menor de los Rivera anduvo solvente con el capote y con la muleta. Se puso de rodillas para comenzar la faena y destacó en algunos naturales con empaque y muy buen concepto. Cayetano ofreció una buena imagen y se llevó, las orejas tras una buena estocada.
Cerró la corrida un toro gordo de Juan Pedro de nobleza extrema. Cayetano ofreció una gran versión de su tauromaquia, que sin dudas posee gran empaque y majestad. La faena fue muy hermosa en los pases fundamentales por ambos pitones, siempre con el espada muy crecido y confiado, ligando en el sitio y con adornos hermosos en las trincherillas y los ayudados. Buena imagen de un torero que rindió culto a sus ancestros en una corrida tan significativa. Se lo había brindado a su hermano Francisco e hizo honor al brindis. El toro fue bueno y la Goyesca acabó en triunfo.