Carlos Crivell.- Ventura se quedó sin la décima Puerta del Príncipe. Cortó dos orejas al primero de su lote pero no redondeó la mañana. Fernandes cortó un trofeo benévolo al primero y Valdenebro le puso voluntad y dio una vuelta al ruedo.
Plaza de toros de Sevilla. Domingo 11 de mayo de 2014. Matinal. Dos tercios de plaza. Cuatro toros de Carmen Lorenzo, uno de San Pelayo (1º) y uno de San Mateo (5º), correctos de presencia, despuntados, justos de fuerza y raza y rajados, excepto el segundo y tercero, los mejores.
Rui Fernandes, rejón trasero (una oreja). En el cuarto, dos rejones y dos descabellos. (Saludos).
Diego Ventura, rejón fulminante (dos orejas). En el quinto, rejón trasero y descabello (saludos).
Luis Valdenebro, rejón trasero (vuelta al ruedo). En el sexto, tres rejones de muertes y once descabellos (silencio).
Diego Ventura buscaba la décima, como les sucede a algunos equipos de fútbol, pero se quedó sin ella por muy poco. El rejón que colocó al quinto no tuvo efectos rápidos, el toro se amorcilló y fue preciso el descabello. La petición de oreja fue mayoritaria, pero el palco este vez no sacó el suyo. Las decisiones de los presidentes son un misterio. No es que fuera injusto, sino que los presidentes en esta feria han concedido trofeos por peticiones minoritarias y esta vez se negó. Por ello, Diego Ventura se quedó sin su décima Puerta del Príncipe. ¿La había merecido? Pues no, para qué nos vamos a engañar. Sobre todo si entendemos que esa Puerta es la consecuencia de una actuación completa.
Ventura le cortó las dos orejas al espléndido toro segundo de Carmen Lorenzo por una labor en la que Chalana fue la gran estrella. Su dominio al correr de costado a dos pistas y meterse por dentro junto a las tablas, así como sus piruetas fueron la demostración de su calidad como caballo torero. La faena siguió con Oro citando a una mano y la finalizó con Remate con un rejón fulminante.
Con el quinto, toro manso, su labro fue lenta y premiosa, tal vez la única posible, pero poco vistosa. Levantó el nivel sobre Milagro y lo quiso asegurar con los bocados de Morante. El toro se resistió a morir tras un rejón defectuoso y la oreja se esfumó o el palco no quiso concederla. Nadie se hubiera alarmado si se otorga. Se quedó sin la décima, aunque esta vez no fue el mismo rejoneador apabullante de otras tardes.
La mañana comenzó con una labor irregular del portugués Ruiz Fernandes, preñada de piruetas como recurso mayor, y adobada con fallos al clavar. Sobre Único elevó sus prestaciones, llegaron los balanceos y la muerte rápida del toro, condición imprescindible para cortar trofeos en festejos de rejones, condicionó una petición sin causa justificada y el palco, benévolo, la concedió.
El cuarto tenía afición a vivir cerca de las tablas. El portugués lo intentó en distintos terrenos en una faena premiosas y sin gran relieve. Mató mal.
Luis Valdenebro mostró una notable progresión en su estilo en el toro tercero. Le ayudó el de Carmen Lorenzo, lo que fue definitivo para el joven caballero brillara sobre Mosca y Atlas. Sus pares con quiebros, las carreras de costado y la faena en sí mismo estuvo presidida por el temple y el acierto al clavar arpones y banderillas. El toro tardó en morir y perdió un trofeo que había ganado como rejoneador.
El sexto fue más complicado. En este caso hubo algunos tropezones a las cabalgaduras, aunque la voluntad del caballero quedó siempre manifiesta. Falló un primer par a dos manos sobre Atlas, pero a la segunda lo colocó con acierto. A la hora de la muerte se pudo comprobar su falta de experiencia.
En definitiva, una mañana de calor intenso, algunas gotas de buen toreo a caballo y una asistencia menor en comparación con la de otros años. Es decir, la crisis no respeta a nadie. Y Ventura se fue a pie cuando bien podía haberse ido en volandas. Por su Puerta del Príncipe. La décima debe esperar.