Andrés Amorós.- Desde hace dos siglos y medio se celebran aquí corridas de toros y los diestros sueñan con abrir esta Puerta, custodiada por la verja dieciochesca del antiguo convenro de Regina. En la Tauromaquia, equivale a la del Baptisterio de Florencia: es "la puerta del paraíso".
El Juli quedó a un paso de abrirla, el otro día. Hoy tampoco ha podido ser pero confirma que ha cuajado en un lidiador poderosímo, un enorme profesional.
Hace tres años, en esa misma puerta, Victorino Martín me comentó: "He visto en el campo a un joven que va a acabar con casi todos. Fíate de mí: es el hijo de José Mari".
Tenía razón. Todos sabíamos que este torero había heredado una clase excepcional pero, como tantos jóvenes, se había distraído. Supo reaccionar. A su estética mediterránea une ahora colocación, poderío, decisión: todo lo necesario para conquistar hoy la Maestranza.
Manzanares y El Juli quedan situados para cumplir el sueño eterno de todos los toreros: abrir la Puerta del Príncipe.
¡Y que nosotros podamos verlo!
Artículo publicado en El Mundo el 28 de abril de 2009