En la decimiquinta de Feria cortó una oreja David Mora de un buen toro de Moisés Fraile, dentro de un lote de El Pilar apto para cortrles las orjeas. El Cid y Luque acabaron la Feria de vacío.

Plaza de la Maestranza. Viernes, 27 de abril de 2012. Decimoquinta de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar y uno (5º) con el hierro de Moisés Fraile.

El Cid, de verde y oro. Estocada muy trasera y tendida y seis descabellos (silencio). En el cuarto, estocada desprendida (silencio).

David Mora, de azul marino y oro. Estocada (silencio). En el quinto, estocada rinconera (oreja).

Daniel Luque, de avellana y oro. Estocada trasera y atravesada y cuatro descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo, media estocada tendida y varios descabellos. Dos avisos (ovación de despedida).

Parte médico de David Mora: Pasó por la enfermería después de dar muerte al quinto toro de la tarde para ser atendido de un "varetazo corrido en la cara interna del muslo izquierdo". Pronóstico: Leve. El parte facultativo está firmado por el Dr. Octavio Mulet Zayas.

Carlos Crivell.- Sevilla

Una oreja se antoja un balance pobre para una corrida tan noble como la de El Pilar. Hasta el quinto, la tarde era grisácea en el cielo y el ruedo. Era un gris de conformismo, como si en el fondo no se esperara mucho del festejo. Craso error. Los toros de El Pilar tenían todos los ingredientes para facilitar una buena tarde.
Altos y largos, con las caras lavadas y recién ‘planchás’, el encierro de Moisés Fraile reunió nobleza y mansedumbre. Gracias a esa condición mansa en los primeros tercios, la corrida se lidió completa sin que ninguno tomara el camino de los corrales. Al no emplearse, casi ninguno se derrumbó. Y cuando alguno lo hizo, como el segundo, el palco se mostró menos activo que otras tardes para sacar el pañuelo verde.

En resumen, una corrida con mucha nobleza en la muleta, algunos con clase, como el quinto, mientras otros embistieron con la cara alta. Por supuesto, una corrida para andar con ella a gorrazos, porque ninguno molestó a los lidiadores.

De este conjunto de toros nobles, sólo una oreja cortada por David Mora en el quinto por una faena vibrante en la que aprovechó que el toro repitió y el torero ligó con buen estilo. Una solitaria oreja es un balance pobre para este encierro. En cualquiera otra época del toreo se les cortan cuatro o cinco trofeos. El análisis de los motivos por los que no se cortaron más orejas demuestra que la terna no estuvo a la altura deseada.

Los pitones de los toros también exigen algún comentario. El trapío, que existe, necesita armonía y conjunto de las hechuras. No vale un toro escuálido con muchos pitones, como tampoco es admisible un toro grande con seiscientos kilos con dos pitoncitos mínimos. La de El Pilar se inscribe en este último grupo: toros grandes y altos sin pitones. Por tanto, fue una corrida sin trapío de plaza de primera. La báscula, es decir los kilos, no marcan a un toro como digno para Sevilla.

La oreja se la llevó David Mora, que, igual que sus compañeros, despedía una feria en las que sus expectativas no se habían cumplido. Mora venía de matar la de Victorino sin eco alguno y superado por su rival Fandiño. El toro quinto embistió mucho y Mora estuvo a la altura en tandas por ambos pitones con largura, templanza y ligazón. En el toreo moderno es necesario ligar, como en tantas facetas de la vida. Si no se enlazan los pases, el tendido permanece impasible. El madrileño toreó bien, a veces algo acelerado, otras algo encorvado, pero bien. Como salsa definitiva, el toro lo cogió en un descuido. Fue el picante que precisaba su faena, que tras el remate de una estocada trasera fue premiada con la oreja.

El mismo Mora fue un diestro tozudo en el primero de su lote. El animal no se tenía en pie y, además de brindarlo a la plaza, se puso reiterativo y pesado en una faena en la que apenas le prestaron atención, sencillamente porque faltaba un toro de verdad por delante. Se comprenden las ganas de triunfo, que es Sevilla, que es la última tarde, pero hay que ser más listo y no empeñarse en sacar partido de un animal inútil.

No hubo más orejas. El Cid remató su Feria menos brillante desde que es un torero predilecto de la afición sevillana. El primero fue manso. Manuel Jesús lo intentó sin acoplarse a una embestida algo irregular pero más que potable. El cuarto sangró mucho tras el tercio de varas. Tenía pocas fuerzas y se le arreó estopa en el caballo. A la muleta llegó con la cara alta pero con nobleza. El Cid toreó mucho por la derecha sin poder entenderse con un animal que no quería muleta alta, pero al que era complicado bajársela.

El Cid cumplió su tercera corrida sin nada que llevarse al esportón. Conforme ha avanzado la Feria se le ha visto presionado, lo que ha dificultado mucho que se mostrara relajado en la plaza. No está acostumbrado el de Salteras a completar una Feria tan hueca.

También la finalizó Daniel Luque y se va de vacío, aunque la lectura es distinta. El torero de Gerena está todavía tomando impulso en su carrera torera. El grandísimo tercero, sin pitones, tenía pocas fuerzas pero llegó a la muleta embistiendo mucho. Lo quería todo por abajo. Daniel no encontró el temple y en la mitad de las tandas resultó enganchado.

El sexto le permitió una faena larguísima, en algunos momentos de gran belleza, preñada de adorno maravillosos, pero el conjunto estuvo por debajo de lo esperado. Tardó mucho en acoplarse al animal. Le avisaron antes de entrar a matar y faltó poco para que se fuera vivo a los corrales. Sus pases son muy hermosos, pero debe mejorar mucho como torero.