Carlos Crivell.- Se han necesitado quince festejos del abono para que se abra la Puerta del Príncipe, y lo ha hecho con toda justicia el torero de Trigueros David de Miranda, que cuajó una gran tarde de toros y se fue a hombros entre el clamor popular. La pregunta es la de siempre: ¿Fue una Puerta justa? La respuesta debe ser contundente: Sí, fue justa. Para poder culminar su hazaña, se enfrentó a los dos toros buenos del envío de El Parralejo, al que la calidad del sexto salvó de una debacle. El lote de Miranda fue noble, con nota especial para Hojalatero, el sexto, con bravura y mucha clase.

David de Miranda estuvo puesto y dispuesto para el triunfo. No renunció a intervenir en quites en los toros de Roca Rey. En el segundo hubo una competencia en ese tercio, cuando David quitó por saltilleras y respondió el peruano por gaoneras. Ya en el quinto, Roca renunció a contestar a las tafalleras de Miranda. El de Trigueros no renunció a nada y lo consiguió todo.

El tercero fue un toro noble y flojo. Muy cuidado en los primeros tercios. El diestro lo llamó de largo con la izquierda en la apertura de la faena. En las dos tandas siguientes, la blandura del toro hizo que se defendiera al final del muletazo. Llegó a tropezarle la muleta, lo mismo que otra por la izquierda. La faena cambió por el milagro del temple. En una más con la zurda lo llevó de forma milimétrica y remató con pase de pecho enorme de temple y mando. Todo se vino arriba, así llegó la arrucina, otra con la derecha con un cambio de mano primoroso ligado con el de pecho. La faena fue de ritmo creciente. Aún quedaban las bernadinas cambiando el viaje del toro, de auténtico escalofrío. La estocada cayó algo rinconera. Se pidieron las dos orejas, pero el premio justo en esta ocasión fue la oreja concedida.

A pesar de este pasaje, la corrida caminaba por sumidero del olvido cuando salió el sexto, ligero de carnes, bien armado, muy bajo, al que Miranda recetó chicuelinas en el saludo. Empujó con clase en el caballo de Carbonell y se dio una costalada. El toro embestía con alegría y acudía raudo a los cites. El de Trigueros dio siete estatuarios, impávido. En el centro, por la derecha, una tanda de derechazos de mano baja, relajación total, con el torero muy erguido, para rematar con un trincherazo de cartel. El júbilo se apoderó de la plaza. Otra más la remató con una arrucina ligada con el de pecho. El toro también embistió con clase por la izquierda. Casi sin toques, meciendo la franela, toreó a placer. Hubo redondos casi en circular y lo cerró con ayudados a media altura. La estocada quedó tendida, pero fue muy efectiva. Dos orejas sin discusión y la Puerta del Príncipe. Ya el año pasado la acarició; este año la ha conseguido.

El otro episodio de alto voltaje de la tarde fue la faena de Roca Rey al quinto, toro de mal estilo, rebrincado y con arrancadas muy cortas. El peruano hizo una faena muy elaborada, quizás muy larga, pero de un tesón y un valor incuestionable. Hasta siete tandas por ambos pitones con la intención de bajar la mano para someter a un toro díscolo. Se jugó el físico de verdad Roca, que de nuevo lo entregó todo. Sobre su estilo torero, ya se ha dicho todo. Pero la ética de una gran figura tragando con un animal descompuesto quedó sobre el ruedo. Escuchó un aviso cuando todavía no había finalizado su labor. Luego lo pinchó y, de manera sorprendente, aplaudieron muy pocos de los presentes. Ya apenas quedan aficionados.

El primero de su lote fue un animal desfondado y claudicante. Lo intentó y lo mató sin darse coba.  

Se despedía de la Maestranza Cayetano. Era su décima corrida como matador de toros en Sevilla, en las que ha cortado una solitaria oreja. Es decir, que no tiene una historia brillante sobre su albero. En esta despedida ha tenido muy mala suerte. El primero era un inválido que debió volver a los corrales. Cuando iba a comenzar la faena al cuarto, la banda comenzó a tocar Juncal como homenaje. Tocó durante toda la faena, si bien el torero dinástico no pudo lucirse. Se había estirado en unos lances a la verónica y en un bonito galleo por chicuelinas. El toro no tenía fuelle para embestir. También es cierto que recibió un castigo excesivo en varas. El muleteo de Cayetano fue seguido por la plaza con una esmerada educación y mucho respeto. Era su último toro en la plaza sevillana. Lo despenó de una estocada tendida y salió al centro a recoger una ovación.

Lamentablemente la corrida de El Parralejo no dio la talla. Carente de una presentación adecuada, con algunos toros muy pobres de cara, el juego fue malo sin paliativos. La nobleza con poco fuelle del tercero y la bravura del sexto salvaron la divisa de un fracaso estrepitoso.

Plaza de toros de Sevilla, 10 de mayo de 2025. Decimo quinta de abono. No hay billetes. Seis toros de El Parralejo, discretos de presentación y de mal juego excepto el noble tercero y el bravo sexto.

Cayetano, de malva y plata. Estocada trasera (silencio). En el cuarto, estocada tendida (ovación de despedida).

Roca Rey, de verde oliva y oro. Estocada (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada caída (saludos tras aviso).

David de Miranda, de blanco y plata. Estocada caída (una oreja). En el sexto, estocada tendida (dos orejas).

Davis de Miranda salió a hombros por la Puerta del Príncipe. Se despidió de Sevilla Cayetano, que vistió un terno inspirado en otro del Niño de la Palma. Saludaron en banderillas Viruta, Paco Algaba y Antonio Chacón. Destacó a caballo José Antonio Carbonell.