La final se jugó en un escenario bellísimo, pero sin material adecuado. De las eliminatorias de las plazas de tercera, a la Real Maestranza. No hubo material porque la novillada de Bohórquez, bonita y bien presentada excepto el más escurrido segundo, fue mala sin paliativos. Todos fueron un compendio de falta de casta, todos desfondados, muchos sin fuerzas y un sexto con mal estilo. Lo que tenía que ser una fiesta para ver a tres chavales que han llegado a una final con todo merecimiento, se convirtió por momentos en una pesadilla. El comienzo fue deslumbrante con la plaza entregada en una ovación a la terna.
Ganó Mariscal Ruiz por dos motivos. Primero porque sorteó dos novillos que dejaron que pudiera expresar sus condiciones. Al mejor, el tercero, lo templó de forma admirable por abajo; al de feo estilo que se lidió como sexto, al menos le permitió escribir una página heroica de entrega y valor con dos volteretas que llegaron a conmocionar al respetable.
Sergio Domínguez, que tiene el mal gusto de apodarse El Mella – debe ser un apodo familiar, porque de otra forma no se entiende – llegó a la Maestranza acompañado por una legión de seguidores. Por su parte se entregó toda la tarde y su bagaje no fue más brillante por la nula colaboración de los novillos que sorteó. El primero no tenía fuerzas ni raza. El Mella se lució con el capote, ya en el saludo, ya en un galleo por chicuelinas. En la muleta, el novillero extremeño no pudo más que torear con muletazos de uno en uno, porque el novillo no repetía nunca. La buena factura de algunos de ellos la alternó con enganchones. Sin faena brillante, y como buen torero moderno, acabó con las consabidas bernadinas. Sus partidarios llegaron a pedir la oreja, como si estuvieran en Barcarrota.
Salió a por todas en el cuarto. En la puerta toriles y en distintas zonas de la plaza completó cuatro faroles y una larga de rodillas. En el quite se lució por caleserinas. Comenzó con buen aire rodilla en tierra, la primera tanda a derechas fue mandona, pero en la siguiente el novillo le tropezó el engaño. Después ya no pudo ligar porque el animal echó el freno. Aún así, Sergio El Mella alargó una labor que no tuvo apenas relieve, dejando claro su enorme voluntad. Mató de mala manera, escuchó un aviso y de nuevo salió a saludar las palmas de los paisanos.
Para Javier Zulueta fue una tarde amarga ante el escaso juego de sus Bohórquez. El segundo de la tarde fue un inválido que debió ser devuelto por el palco. La señora presidenta debe ser más expeditiva. Era un inválido y así quedó de manifiesto en la faena. Totalmente parado y a la defensiva, el novillo fue una miseria en toda regla. Zulueta lo mató bien.
Se abrió el portón de la esperanza con el quinto, al que saludó con buenas verónicas. Ahí apareció el Zulueta conocido. Pero fue un animal de una sosería total, incapaz de repetir dos veces, de manera que al joven novillero solo le quedó la posibilidad de insistir para lograr algunos muletazos bellísimos y una trincherilla de gloria. En un mar sin olas, la belleza del toreo eterno. Ahora estuvo mal con la espada.
Mariscal puso banderillas en sus dos novillos. Lo hizo con suficiencia. Al tercero, noble al menos, lo templó por ambos pitones. Mariscal torea muy derecho y tiene el don innato del temple. La faena tuvo estructura y contenido. La música acompañó al torero y la buna estocada fue definitiva para pasear la oreja.
Se fue a portagayola en el sexto para dejar claro que no estaba conforme con lo logrado. Tras el quite de rigor de El Mella, Mariscal puso banderillas. Brindó la muerte a sus compañeros de cartel. En las primeras tandas se pudo advertir la falta de acometividad del animal, así como su peligroso pitón izquierdo. En uno de los gañafones acertó a empitonarlo por la pierna izquierda. Estaba herido. Con un torniquete en su muslo izquierdo volvió a la cara del novillo con denuedo y valor en una tanda emociónate de derechazos. En el centro del ruedo citó por manoletinas. En la tercera se lo llevó por delante y lo volteó de forma impresionante. Fue un golpazo sin herida. Un pinchazo y una estocada fueron el colofón de su labor. Había ganado la final.
Plaza de toros de Sevilla, 12 de mayo de 2024. Tres cuartos de plaza. Final del Circuito de Novilladas de Andalucía. Seis utreros de Fermín Bohórquez, bien presentados excepto el segundo, de mal juego por falta de fuerzas y casta. Solo el tercero desarrollo alguna nobleza en la muleta.
El Mella, de fucsia y oro. Estocada tendida y descabello (saludos tras aviso). En el cuarto, tres pinchazos y descabello (saludos tras aviso).
Javier Zulueta, de rosa palo y oro. Estocada (saludos). En el quinto, cuatro pinchazos y estocada (saludos tras aviso).
Mariscal Ruiz, de blanco y plata. Estocada (una oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (saludos).
Destacó en la lidia Fernando del Toro. El jurado proclamó triunfador del Circuito de Novilladas a Mariscal Ruiz; segundo, Javier Zulueta, y tercero, El Mella. Mariscal Ruiz fue atendido de varetazo corrido en el muslo izquierdo, leve. El banderillero Álvaro Curiel, de herida en la mano izquierda, leve. Zulueta le brindó el segundo a su hermana Macarena, alguacililla del fesrejo. El Mella, el cuarto a Litri.