En la matinal de rejones, triunfo grande de Leonardo Hernández que cortó dos orejas al sexto de la mañana. Buena labor de Rui Fernandes y Diego Ventura, que no paseó la oreja cortada en un gesto reprobable. Puro, Antonio Domecq; bullidor, Cartagena y poco experto Joao Moura.
Seis toros de Benítez Cubero, reglamentariamente despuntados. En general, parados. Buenos cuarto y sexto.
Antonio Domecq, saludos.
Rui Fernandes, oreja.
Andy Cartagena, oreja.
Diego Ventura, oreja.
Joao Moura, saludos.
Leonardo Hernández, dos orejas.
Sevilla. Domingo 3 de mayo. 18ª de abono. Lleno.
Carlos Crivell.- Sevilla
L mañana de rejones fue nuevamente espléndida. Calor y público variopinto en este espectáculo colorista del toreo a caballo. El festejo tuvo varias noticias. De un lado, y en primer plano, el triunfo resonante del joven Leonardo Hernández en el que cerró la mañana. También debe señalarse que Diego Ventura no haya sido el triunfador. Su labor fue buena, pero un error en el rejón de muerte, muy bajo y atravesado, le impidió cortar el doble trofeo con toda justicia. El caballero luso-español se enfadó de forma ostensible. Y hay que reseñar que Rui Fernandes cuajó bien a su toro.
En orden de lidia, abrió mañana Antonio Domecq que tropezó con un toro rajado. A pesar de ello, Antonio anduvo muy brillante como caballero, aunque le faltó algo que ya parece necesario en el rejoneo, como son los alardes extrataurinos. Esa pureza no fue suficiente para entusiasmar a los tendidos.
Esa espectacularidad la puso sobre el albero Rui Fernandes con un toro también con tendencia a meterse en las tablas. El rejoneador portugués sufrió algunos tropezones de sus cabalgaduras y lució en banderillas con Ozono y Joselito. Abusó de piruetas, peor fue capaz de mantener un tono vibrante en su labor. Acertó con el rejón de muere y paseó un trofeo.
Andy Cartagena cumplió una actuación más discreta de lo que acostumbra. Su astado fue parado y flojo de remos. Estuvo voluntarioso y lo más celebrado fue citar con Pericalvo con un balanceo llamativo de la cabalgadura, aunque luego clavó casi siempre a la grupa y nunca al estribo. Se pasó de faena y necesitó dos rejones de muerte, lo que no fue problema para que le dieran una oreja.
Diego Ventura estuvo bastante bien en algunas fases de su tarde maestrante. No prescindió de su espectacularidad, como la forma de tirar el sombrero tras cuatro piruetas sobre Manzanares. Lo mejor, dos pares con Distinto, al quiebro y en carrera hacia atrás. Clavó de forma desigual en el toro y lo emborronó todo con un rejón bajo y atravesado muy visible. Le dieron una oreja que se negó a pasear. Su actitud es reprobable porque cuando se le entrega un trofeo a un torero debe corresponder al público que la ha pedido. Ese gesto de orgullo no favorece nada a este caballero que no puede tener ninguna queja del trato que recibe habitualmente en esta plaza.
Joao Moura cumplió una labor discreta frente a un toro aplomado. Su escasa experiencia le jugó una mala pasada, tanto en su toreo a caballo como al descabellar, pues necesitó catorce golpes de verduguillo.
La actuación de Leonardo Hernández fue magnífica de principio a fin. No es ya una sorpresa porque Leonardo es un buen caballista y tiene una buena cuadra. Se lució con grades banderillas en el centro del ruedo sobre Quieto y acabó con el cuadro con tres cortas al violón que le salieron perfectas. Lo remató de un rejón en la yema del que el toro salió rodado. Las dos orejas fueron el premio adecuado para este joven caballero que deja asegurado el futuro del toreo a caballo dentro de los cánones de la pureza, siempre con algunos alardes para el gran público que son totalmente imprescindibles para el triunfo.