En la última de la Feria, Padilla cortó una oreja a un buen toro de Miura, lidiado en quinto lugar y que fue excelente. El Fundi, lidiador y Valverde sin suerte en este festejo final de esta pobre Feria de Abril.

Cinco toros de Miura y uno, sexto, de El Serrano. El mejor, el quinto.

El Fundi (nazareno y oro): saludos y saludos tras aviso.

juan José Padila (grana y oro): silencio y una oreja.

Javier Valverde (lila y oro): silencio y silencio.

Plaza de la Real Maestranza. 19ª de abono. Casi lleno.

Carlos Crivell.- Sevilla

Fue otra de Miura atípica, más bien manejable, con un toro al que se le borra el hierro y muchas ganaderías de alto copete lo hubieran querido para lidiarlo. Ese toro tan noble, fijo y duradero fue el quinto, toro que según los papeles de los veterinarios era berrendo, aunque parecía más bien burraco.

El toro cumplió en dos varas. Padilla, torero listo, experto, curtido en todas las batallas del toreo, lo había recibido con cuatro largas cambiadas en el tercio y lances en los que el toro proclamó la principal condición que traía de Zahariche: la suavidad en la embestida.

Pasado el tercio de banderillas a cargo del jerezano, con una lidia excepcional por parte de Vicente Yesteras, con el toro al límite en cuanto a su capacidad física, la casta le hizo venirse arriba. Padilla se empeñó mucho al principio por la derecha; el toro era de izquierdas. Cuando el torero de las patillas lo descubrió, se explayó en tandas emotivas, sobre todo porque era de Miura en apariencia, aunque su comportamiento era de ganadería comercial al uso. Toro a más y torero entonado, tapando las propias carencias de su tauromaquia con entrega y mucha escenografía, pero siempre dentro de los cánones.

Lo mató por arriba y la oreja premió al conjunto de toro y torero, aunque al Miura le acompañó en su postrero desfile una ovación de lujo. El toro más adecuado al encaste fue el cuarto. Metió bien la cara en los primeros compases pero lo aprendió todo muy pronto. El Fundi, que ha dejado de poner banderillas, se fajó con este animal en una pelea emocionante en el centro del ruedo. Se fue quedando corto y rebañó buscando al hombre. Dentro de lo que nos tiene acostumbrados, El Fundi pasó por esta corrida en tono menor. Ni siquiera con la espada fue el cañón de otros años. Aún así, destila profesionalidad y sapiencia.

Lo mostró en el primero cuando se percató – más bien tarde – que el animal tenía pases por el lado zurdo. Hizo una faena larga con altibajos. Lo dicho, con ese aire de torero sabio que posee, no ha sido este año El Fundi del pasado.

La corrida de Miura fue blanda y, por lo mismo, poco agresiva para lo que se puede esperar de este ganado. El público y el palco supieron esperar y algunos toros se recuperaron. El sexto se derrumbó a la salida del segundo puyazo y se fue a los corrales. Salió uno de El Serrano, un zambombo, que desarrolló peligro desde los primeros momentos. Javier Valverde sufrió una caricia en su pecho y lo aliñó pronto. El torero salmantino había tropezado en primero lugar con un sardo que fue un compendio de sosería y falta de raza. Valverde tuvo pocas opciones. Ni el de Miura ni el de El Serrano le permitieron estirarse para torear a gusto.

Tampoco Padilla se había lucido con el primero de su lote, uno de los de Miura que se pudo marchar a los corrales por su escasa vitalidad. El jerezano lidió a un toro tal nombre, Jerezano, aunque no hubo entendimiento mutuo ni por la coincidencia genealógica de ambos.

Así acabó la Feria, lastrada por el juego pésimo de los toros. Al menos, en las dos corridas finales se ha enmendado algo el asunto, porque la de El Pilar fue buena y la de Miura cumplió en parte, aunque esta vez tocó una corrida por el lado de la sosería y la escasez de fuerzas. Se salvó el encierro por el juego espléndido de este toro quinto, de nombre Platero, que salvó los muebles de la ganadería. Padilla se llevó su oreja y cumplió de nuevo. Esta terna lleva cinco años lidiando la de Miura. Probablemente sea el momento de cambiar para buscar nuevos alicientes.