Carlos Crivell.– La corrida de Victoriano del Río tuvo de todo, como la vida misma. En seis toros – el tercero fue un sobrero – se conjuntaron la clase del cuarto, la falta de raza del sexto, la invalidez del primero, la brusquedad del sobrero, la falta de clase del segundo y la informalidad del quinto. Un escaparate de una tienda de regalos. Con este material la tarde fue intensa y expectante. No recuerdo un minuto de silencio más largo que el que se guardó por María del Mar Tristán, con la banda llorando y el padre cabizbajo con la cabeza entre las manos. No faltaron los sustos, como los vividos por Cándido Ruiz y Sánchez Araujo, que salvaron el pellejo por los quites oportunos de sus compañeros. Fue de una gran emoción la despedida del picador Salvador Núñez en el sexto con la banda atacando el pasodoble. No es fácil despedir a un picador con tanto boato. Se lo merece, igual que otros que se fueron en silencio en su última tarde.
Y a todo esto, ¿hubo toreo bueno? Lo hubo, quizás con dosis fraccionadas, con poca continuidad, pero tanto Juan Ortega como Pablo Aguado dejaron constancia de la calidad que atesoran. Y como espuela, el valor apabullante de David de Miranda.
Todo comenzó con un inválido. El presidente dirá que el toro se repuso, pero estaba claro que no servía. Si lo devuelve, a Ortega le hubiera tocado el sobrero tercero, un armario bruto y sin clase. En definitiva, que el primer acto fue rápido porque el animal no permitió ninguna floritura.
El cuarto no se dejó torear de salida con el capote. Fue en el tercio de quites cuando Juan Ortega pinceló dos verónicas enormes que remató media eterna. Miranda replicó a su estilo con unas cordobinas y una buena larga. Ese cuarto toro fue el mejor de la corrida por su franca y enclasada embestida por el pitón derecho. Y ahí basó su faena Ortega, que ligó derechazos muy lentos, con un regusto único, explayándose en cada muletazo y ligando los pases. Cuatro tandas por ese pitón y una fallida con la izquierda, por donde un natural fue glorioso. Había comenzado con unos ayudados rodilla en tierra muy hermosos. Finalizó con más ayudados por alto. Lo mató a la primera que no en lo alto. Oreja al canto.
David de Miranda tiene muchas cosas notables. Es un valiente a carta cabal. Y tiene facilidad para conectar con los públicos. De esta temporada sale disparado. El año que viene estará en todas ferias. Esta tarde en Sevilla ha mostrado la cara de su valor en el segundo, al que toreó de forma apretada con el capote. Aguado lo bordó con tres chicuelinas cumbres y la media. Las saltilleras de Miranda en su réplica no llegaron a la altura del lance del torero sevillano. Comenzó con unos ayudados rodilla en tierra, una con la derecha, imponiéndose a lacara alta del animal, pasa seguir con un desarme con la zurda. A partir de ahí, fue una faena de aguante, de dejarse llegar los pitones a la faja, de tocar en el último momento para encadenar los muletazos. No esperen perfección, tampoco exquisitez, pero encontrarán en este torero mucha emoción. Lo mató bien y paseó una oreja.
El quinto fue un toro de poca clase. David estuvo tesonero, pero no apretó el acelerador, al menos como se podía esperar. Tras una tanda con el compás abierto, hubo otra de pocos pases, otra enganchada con la izquierda y más pases con poca definición. No faltó su reconocido valor, faltaría más.
Aguado no cortó ninguna oreja como sus compañeros, pero dejó los momentos de mayor calidad de la tarde. Queda contado cómo fue su quite por chicuelinas al segundo. Lanceó con gusto al sexto de salida. No cortó orejas porque su lote fue muy desabrido. El sobrero era un armario muy alto, bruto hasta decir basta, al que entendió muy bien con pinceladas de buen toreo no muy conjuntado, pero de una calidad suprema. Lo mismo que al descastado sexto, al que le dio pases, sin ninguna posibilidad de templar, de verdadera categoría. Un natural de 360 grados fue lo mejor de la tarde. De la suya y de los demás.
Plaza de toros de Sevilla, 26 de septiembre de 2025. Primera de San Miguel. No hay billetes. Cuatro toros de victoriano del Río, el tercero sobrero por otro del mismo hierro, y dos – segundo y quinto – de Toros de Cortés. Correctos de presentación y juego variado, con mención especial para el buen pitón derecho del cuarto. El resto, faltos de clase y empuje.
Juan Ortega, de azul pavo y oro. Estocada desprendida (silencio). En el cuarto, estocada caída (una oreja).
David de Miranda, de rosa y oro. Estocada desprendida (una oreja). En el quinto, estocada caída (saludos).
Pablo Aguado, de burdeos y azabache. Estocada atravesada (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada (saludos).
Minuto de Silencio en memoria de María del Mar Tristán, subdirectora de la banda del Maestro Tejera. Cándido Ruiz fue atendido de una contusión en la rodilla izquierda, leve. Sánchez Araujo fue operado de una cornada de 10 centímetros en muslo izquierdo sin lesiones vasculares, de pronóstico menos grave. Se despidió en el sexto el picador Salvador Núñez Alventus, que escuchó música en su último puyazo.